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Sobre Mevir

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Leído por Andrés Alba.
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Este artículo surge a partir de uno publicado en la diaria el miércoles 17 de febrero. Esa fue la tercera oportunidad en que accedí al discurso que la nueva administración de Mevir viene reiterando sobre la administración anterior, en la que fui secretario de la Comisión Nacional Honoraria (CNH), y en este sentido me corresponden las generales de la ley por las apreciaciones vertidas.

El discurso de la nueva administración de Mevir insiste acerca del concepto de la “sobreejecución” realizada por la administración entre 2015-2020. Entiendo que están haciendo referencia a haber dejado a Mevir funcionando, a no haber frenado su actividad y a ser responsable de casi la totalidad de las 767 soluciones entregadas en 2020 a las que se hace referencia. Adjetivan el costo de la vivienda sin ningún tipo de contextualización, se habla de la solución de mayor costo: vivienda nueva en núcleo con infraestructura, que al día de hoy resulta en un valor de 1.005 dólares por metro cuadrado. Estas aseveraciones, sin decirlo expresamente, siembran la duda sobre el manejo económico-financiero hecho por la CNH que integré; este puede no ser compartido, pero no se puede dudar de su transparencia, a partir de su presentación a los actores locales en las varias rendiciones de cuentas realizadas. Por otra parte, aparecen una serie de “tips” a los que ya nos acostumbró el gobierno sobre la discrecionalidad irresponsable del manejo de los fondos públicos, por ejemplo: iniciar el pago de una deuda que Mevir mantenía con el Banco Hipotecario del Uruguay desde 1996, otorgar un pase en comisión al exgerente general presentándolo como dudoso, sin comentar que a la misma vez también se han otorgado otros pases en comisión para representantes del Partido Nacional en el Parlamento. O que se cuestione también la firma del convenio con los profesionales de campo de la institución, sin aclarar que tuvo más de un año de negociación y que apunta a dar equidad en las condiciones de trabajo y remuneración de los profesionales, que mejora lo que existía en Mevir cuando el Frente Amplio asumió la dirección, en 2005.

Hecha esta apretadísima e incompleta puntualización sobre el artículo ya referido, voy a pasar a lo realmente significativo: Mevir y sus resultados deseados o esperados.

La nueva administración presenta una síntesis de los lineamientos futuros de Mevir que se resumen en cinco principales. En primer lugar, el relacionamiento interinstitucional, que se presenta como si se tratara de un cambio de actitud frente a la administración anterior, que “ninguneó” a los gobiernos locales y departamentales, lo que, desde todo punto de vista, resulta ser falso, además de mostrar poca comunicación con sus correligionarios que ejercieron el gobierno departamental en el período anterior. Otros lineamientos apuntan a mantener las condiciones de habitabilidad optimizando los recursos, profundizar la política activa de recuperación y readjudicación de viviendas vacías, potenciar el apoyo a los participantes con necesidad de intervención mediante unidades productivas e incluir nuevas familias mediante la revisión de los criterios de selección y adjudicación a la población objetivo.

Todos estos objetivos no sólo los compartimos, sino que se incluyen en los lineamientos definidos por la administración anterior en el documento “Memoria para el futuro”.1

Ahora bien, a estos lineamientos les vamos a sumar construir comunidad, que entiendo es el objetivo, aunque el citado artículo no lo mencione. Si así fuere, este objetivo y los lineamientos anotados son ampliamente superadores de la visión histórica de Mevir, que se había centrado casi exclusivamente en la ampliación del stock habitacional. Este posicionamiento, que encontró el Frente Amplio en 2005, llevó a un diseño y una cultura institucionales que tuvimos que transformar para poder encarar la complejización y la diversificación de respuestas necesarias para el Uruguay rural de hoy.

Tal vez el principal avance se dio en reconocer que Mevir es un instrumento de política pública centrado en vivienda que debe estar articulado con las demás políticas públicas que operan en el territorio donde actúa.

Durante mucho tiempo Mevir construyó donde se obtenía suelo en donación, pensando que esto era bueno desde el punto de vista económico, y eso lo modificamos durante el quinquenio pasado. Hasta hoy Mevir interviene donde accede a suelo ya urbanizado o adecuado para urbanizar. Esto no se hace solo por donación, sino también adquiriéndolo por compra-venta. Ello nos permitió grandes ahorros en infraestructura y lo que es más importante: mayores niveles de integración territorial, con la consecuente ventaja social para los participantes de Mevir y la comunidad en general. También significó una ventaja económica y funcional para los gobiernos departamentales, las empresas proveedoras de servicios y otros actores públicos.

Otras “verdades” instaladas fueron problematizadas desde la modalidad de intervención del período anterior y los resultados obtenidos en los años 2018 y 2019 nos mostraron su pertinencia para lograr una mejor y mayor integración social. Destaco fundamentalmente la diversificación de soluciones ofrecidas, física y socialmente, de manera simultánea en el territorio. La base de esto fue el trabajo transversal interinstitucional y coordinado, complementario y colaborativo con los demás actores que operan en el territorio, en contraposición al trabajo especializado y con importantísimos niveles de autonomía con que se desarrolló históricamente Mevir.

Complementariamente a estas reflexiones, en la misma publicación que resume la actuación quinquenal intentamos dejar unas líneas o desafíos con los que entendíamos se encontraría la nueva administración. Por ejemplo, planteamos la necesidad de ampliar los niveles de interinstitucionalidad, particularmente en lo que hace a la planificación y la integralidad, continuando con el aprovechamiento del capital social instalado. La recuperación y la readjudicación de la mayor cantidad de viviendas del stock existente, atendiendo especialmente las situaciones irregulares dentro del propio stock de Mevir y aprovechando el máximo de suelo urbanizado subutilizado, entre otros.

Tal vez el principal avance se dio en reconocer que Mevir es un instrumento de política pública centrado en vivienda que debe estar articulado con las demás políticas públicas que operan en el territorio donde actúa.

En conclusión, lo que se presenta como novedad, como creación de la nueva administración, no es tal. Por supuesto que a esta altura, el reconocimiento de lo realizado por nuestra administración no está en el imaginario de nadie. Pero sorprende que sólo se presente desde su dimensión administrativa, sin que se hable de ninguna de las dimensiones que toda intervención territorial tiene, a saber: jurídico-institucional, socioeconómica, productiva y ecosistémica.

Esto nos muestra dos cosas. La importante, que la comprensión de la construcción de comunidad es por lo menos parcial, y suena más a eslogan que a objetivo de intervención. La otra, no tan importante para la construcción de comunidad, es la suspicacia y la intencionalidad con que se presenta lo hecho por la administración que integré para desprestigiarla.

Por último quiero señalar que, teniendo todo preparado para la mejor transición, no fue posible llevarla a cabo. Sin embargo, se ofreció gobernabilidad institucional al presidente entrante hasta junio de 2020 debido a la tardía integración de la nueva administración. Hoy, con “el diario del lunes”, vemos que nunca hubo intención de hacer una transición. En ese momento creímos que el gran “tip” del gobierno, la pandemia, era la causa; hoy sabemos que fue la excusa.

Gonzalo Balarini es arquitecto, docente de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de la República. Fue director de Mevir entre 2010 y 2020.

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