Investiga uy (asociación de investigadoras e investigadores de Uruguay) es una asociación civil que nuclea y representa a más de 900 personas que hacen investigación en el país. En ese rol, tiene como uno de sus ejes centrales de preocupación y trabajo el avance de la igualdad y la promoción de políticas de equidad en la actividad científica, tanto en su sentido restricto como en lo más amplio de áreas del conocimiento, género, instituciones y lugar geográfico.
Con la mirada puesta en la construcción de las políticas de igualdad del futuro, este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, nos apoyamos en el camino recorrido por las luchas pioneras que nos han impulsado para avanzar en materia del derecho al acceso a la participación en la vida cultural y política de las diferentes naciones.
En 1977, la Organización de las Naciones Unidas aprobó una resolución por la que se declaró el 8 de marzo (8M) Día Internacional de la Mujer. El primer 8 de marzo que se registra es en 1857, día en que en Nueva York se concentraron cientos de mujeres trabajadoras de la industria textil, con la reivindicación de dignificar salarios y condiciones laborales de las fábricas en las que trabajaban. El 8 de marzo de 2017 se convocó el primer paro internacional de mujeres, con movilizaciones mundiales, bajo la consigna “Si paran las mujeres, para el mundo”, con el objetivo de hacer visible y dar a conocer la cantidad de trabajo, remunerado y no remunerado, que realizan las mujeres y para manifestar y denunciar las violencias de género en todas sus formas y momentos.
Los avances de la reflexión han puesto de manifiesto distintos aspectos del problema de la desigualdad de las mujeres en relación a los hombres. En 1963, Betty Friedan hablaba de un “malestar sin nombre” que afectaba en silencio a muchas mujeres norteamericanas de la época, que estaban definidas en la sociedad únicamente por su relación de género con los varones y no en función de sus propias virtudes. Carol Hanisch escribió en 1969 uno de los grandes conceptos del feminismo contemporáneo: “Lo personal es político”, al referirse a que el orden patriarcal domina y controla las vidas de las mujeres, en especial las esferas que se han llamado “privadas”. Con este pensamiento las mujeres reclaman igual remuneración por igual trabajo, acceso a la salud sexual y reproductiva, derecho al aborto seguro, corresponsabilidad en las tareas del hogar y de cuidados. En 1989, Pateman interpretó la exclusión de las mujeres de los principios de libertad, igualdad y fraternidad modernos, construidos en torno a una noción universal que representaba intereses y deseos masculinos. En 1989, Kimberlé Crenshaw introdujo el concepto de interseccionalidad como la manera de entender las múltiples identidades que pueden solaparse en un individuo. Este marco de pensamiento nos permite ampliar el análisis a categorías como identidad de género, orientación sexual, casta, sexo, clase social, origen étnico-racial, religión, discapacidad, peso, que determinan diferentes modos de discriminación o de privilegio.
Es necesario visibilizar y promover la participación de las mujeres, a veces consideradas erróneamente una minoría, en los espacios de liderazgo y de toma de decisiones.
En paralelo, las distintas conferencias internacionales de las mujeres, a través de los años, han mostrado una evolución en el pensamiento sobre la participación de la mujer y su rol dentro del Estado y las políticas públicas. Entre 1975 en México y 1995 en Pekín se ha cambiado los focos de las acciones desde las concepciones centradas en cambiar los comportamientos de las mujeres hasta planteos de la importancia del rol de Estado como promotor de políticas públicas enfocadas a los sistemas e instituciones donde transcurre la experiencia de las mujeres.
En este escenario también es necesario visibilizar y promover la participación de las mujeres, a veces consideradas erróneamente una minoría, en los espacios de liderazgo y de toma de decisiones y en los procesos culturales, científicos, políticos y económicos de la sociedad. Vale recordar que la Secretaría General Iberoamericana remarca que al inicio de 2021 había más de 118 millones de mujeres latinoamericanas por debajo del umbral de pobreza y al mismo tiempo la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) advierte que las mujeres latinoamericanas sufren mayores niveles de desnutrición que los hombres. En ese sentido, como se refleja en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y la Agenda Regional de Género: “No es posible realizar todo el potencial humano y alcanzar el desarrollo sostenible si se sigue negando a la mitad de la humanidad el pleno disfrute de sus derechos humanos y sus oportunidades”. Al destacar estas memorias comprendemos los hechos asentados en el tiempo por las acciones de mujeres comprometidas y que construyen la historia en el imaginario colectivo. Memorias sin las cuales sería difícil caminar y avanzar en los procesos y desafíos de justicia, verdad y reparación.
En 2019 la revista The Lancet publicó un número especial dedicado al avance de las mujeres en la ciencia, la medicina y la salud global. El editorial se inspiraba en la escritora y activista social Bell Hooks para afirmar que “el feminismo es para todo el mundo” y concluir que para lograr cambios significativos las acciones deben ser dirigidas a los sistemas en los que las mujeres trabajan, tomando decisiones informadas por análisis feministas. En ese sentido se destaca la importancia de replantear estereotipos de masculinidad y feminidad, así como intensificar el cuestionamiento a las estrategias organizacionales para promover diversidad, la importancia de la interseccionalidad y la falta de reconocimiento de las experiencias cotidianas de abuso y acoso sexual vividas por mujeres en los espacios y momentos más heterogéneos.
Es importante subrayar algunos aspectos que deberían tenerse en cuenta a la hora de diseñar y emprender políticas públicas con perspectiva de género: el empoderamiento de las mujeres rurales, reconociendo su contribución a las economías locales y nacionales, asegurando su autonomía económica y participación en la planificación de áreas como la salud, la educación, el empleo y la seguridad social; la inserción de las mujeres en los espacios de comunicación de donde deberían erradicarse contenidos sexistas, estereotipados, discriminatorios, aporófobos y racistas, para propiciar la incorporación de lenguas e identidades culturales étnico-raciales; la creación y mantenimiento de políticas dirigidas a mujeres en situación de discapacidad, para avanzar hacia sociedades más igualitarias.
Pasado el 8 de marzo de 2022, desde la Comisión de Género y Equidad de Investiga uy queremos señalar que, a pesar de los avances logrados, de los caminos que se han recorrido, las luchas siguen. Los reclamos siguen siendo por la igualdad y el reconocimiento salarial, la construcción de una mejor conciliación entre vida profesional y personal, un sistema de cuidado como derecho de responsabilidad compartida, el acceso a la salud sexual y reproductiva, y el combate a todos los tipos y sentidos de violencia de género.
Claudia Ortega, Victoria Prieto y Pedro Russi son integrantes de la Comisión de Género y Equidad de Investiga uy.