Esta semana, diputados colorados y frenteamplistas acordaron unificar un proyecto sobre eutanasia y algunos legisladores del Partido Nacional (PN) y Cabildo Abierto (CA) se quejaron. Esto nos recuerda algunos datos básicos, que conviene tener presentes con miras a la segunda mitad de este período de gobierno.
Los partidos que formaron la “coalición multicolor” tienen acuerdos que constan en el documento “Compromiso por el país”, alcanzados antes del balotaje de 2019. Al final de aquel texto afirmaron que continuarían “profundizando y especificando otras líneas de acción y nuevas medidas concretas”, y de hecho llegaron luego a coincidencias no previstas inicialmente, pero nunca las pusieron por escrito en forma de grandes orientaciones o estrategias comunes, sino que fueron el resultado de negociaciones sobre temas específicos.
Además, la coalición no cuenta con un organismo superior de coordinación, pese a que lo reclamaron, aun antes de la asunción de Luis Lacalle Pou, Julio María Sanguinetti y Guido Manini Ríos. Tampoco formó nunca un ámbito de intercambio programático.
El presidente de la República ha preferido manejar las relaciones con sus socios de otro modo, con algunos encuentros bilaterales y muy escasas reuniones de todas las partes, que él convocó para poner a los demás líderes partidarios en conocimiento de sus iniciativas.
Sin embargo, Lacalle Pou no es el jefe político de sus socios, e incluso su mando sobre el PN es relativo, porque en este hay diferencias internas que, como siempre sucede, se irán destacando a medida que se acerquen las próximas elecciones nacionales y comience la competencia por la postulación presidencial.
A su vez, el hecho de que el PN haya tenido en 2019 más votos que los demás integrantes del oficialismo no le confiere mando sobre estos, que mantienen sus identidades, sus programas, sus autoridades y plenos derechos a impulsar iniciativas propias del modo que les parezca mejor, en el vasto terreno no cubierto por los acuerdos y compromisos de 2019.
Que los partidos oficialistas tienen diferencias sobre asuntos de fondo queda demostrado, justamente, con las polémicas sobre la eutanasia, que no es un tema menor o lateral sino una cuestión literalmente de vida o muerte, en la encrucijada de los derechos y las creencias.
Es posible que, antes de la asunción de un nuevo Parlamento en febrero de 2025, el actual apruebe proyectos a partir de muy diversos acuerdos que no incluyan a la totalidad del oficialismo, y esto sería tan legítimo como conveniente para el país, porque cualquier mayoría parlamentaria puede y debe legislar.
Cuando ocurrió esto a fines del año pasado, el presidente decidió vetar la ley sobre forestación impulsada por CA y apoyada por el Frente Amplio y el Partido Ecologista Radical Intransigente. Actuó al amparo de la Constitución, pero es claro que no se le debería volver costumbre. No hay libertad “cuando los poderes legislativo y ejecutivo se hallan reunidos en una misma persona”, como escribió Charles Louis de Secondat, señor de la Brède y barón de Montesquieu.