Opinión Ingresá
Opinión

Biodiversidad de los suelos para el futuro

2 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago
Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

Hace unos días concluyó la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad (COP15) con un pacto histórico: decenas de países se comprometieron a proteger 30% de la superficie terrestre y marina antes de 2030 para preservar la biodiversidad, lo que representa un logro sin precedentes para nuestros bosques, nuestra fauna, nuestros mares, y también para los suelos que pisamos.

El cuidado de la vida que está presente en los suelos en términos de microorganismos e insectos, entre otros, nos permite mantener el carbono del suelo (clave para tener mejores producciones), mantener su humedad y las reservas de agua de nuestros territorios, y, por tanto, resguardar el equilibrio de la naturaleza y lograr una mejor producción de alimentos sostenibles.

Hay más de 1.000 especies de invertebrados en un solo metro cuadrado de suelo forestal, y un gramo de suelo puede albergar millones de seres vivos y varios miles de especies de bacterias.

Pero pese a su inmenso valor estratégico, los suelos están en gran peligro, principalmente por las prácticas insostenibles de gestión, la erosión, la contaminación y la urbanización.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) estima que 14% de las tierras degradadas del mundo está en América Latina y el Caribe, afectando a 150 millones de personas. En Mesoamérica la proporción asciende a 26% del territorio.

Las principales causas de la degradación incluyen la erosión hídrica, la aplicación intensa de agroquímicos y la deforestación, que se evidencian en una reducción de la cobertura vegetal, la disminución de la fertilidad, la contaminación y el empobrecimiento de las cosechas.

No nos podemos quedarnos de manos cruzadas. Debemos impulsar el cuidado a la biodiversidad de nuestros suelos, para así asegurar un futuro donde podamos acceder a una producción de alimentos suficientes, sostenibles y sanos.

Cifras de la FAO indican que mediante un manejo sostenible de los suelos se podría producir hasta 58% más de alimentos. Es por esta razón que la FAO está dando seguimiento a una serie de proyectos que tienen su foco puesto en esta materia.

Decenas de países se comprometieron a proteger 30% de la superficie terrestre y marina antes de 2030 para preservar la biodiversidad, lo que representa un logro sin precedentes para nuestros bosques.

Este año, en el marco de un ciclo de conversatorios, compartimos la experiencia de Colombia con plantas acuáticas extraídas de la laguna Ubaque, que ha permitido disminuir la contaminación del agua por el exceso de nutrientes y, a la vez, suministrar materia orgánica a los productores.

En México, la iniciativa Colmena, de la Universidad Itson, ha permitido resguardar la diversidad microbiana asociada a los cambios de uso de suelo, disminuyendo su degradación. En Argentina, una experiencia presentada mediante la incorporación de bacterias y del manejo de rastrojo ha logrado mejorar el balance de carbono de los suelos.

En Trinidad y Tobago, un estudio confirmó la importancia de la mejora del pH de los suelos para mejorar la fertilidad, el rendimiento, la nutrición y la calidad poscosecha de tubérculos de yuca. En Brasil, la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria compartió la experiencia de fijación biológica del nitrógeno con bacterias, que ha permitido un ahorro anual de 14.000 millones de dólares al país en el cultivo de la soja.

En Chile, el Instituto de Investigaciones Agropecuarias ha impulsado la aplicación de materia orgánica de origen animal y vegetal en cultivos y frutales, reduciendo costos; y en Perú, la empresa Bioem viene promoviendo el uso de biofertilizantes creados con una mezcla de hongos, bacterias y levaduras.

Los resultados hablan por sí solos. Debemos mirar con atención estos y otros ejemplos exitosos que buscan resguardar la biodiversidad de los suelos y continuar trabajando en esta línea. Resguardar la biodiversidad de los suelos hoy es la clave para nuestro futuro.

Ana Posas es oficial de Agricultura de la FAO para América Latina y el Caribe.

¿Tenés algún aporte para hacer?

Valoramos cualquier aporte aclaratorio que quieras realizar sobre el artículo que acabás de leer, podés hacerlo completando este formulario.

¿Te interesan las opiniones?
None
Suscribite
¿Te interesan las opiniones?
Recibí la newsletter de Opinión en tu email todos los sábados.
Recibir
Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura