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¿Cómo pueden influir las precandidaturas que se habiliten a competir en la interna frenteamplista?

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El Frente Amplio (FA) va a tener una instancia para decidir qué precandidaturas –de las ya anunciadas públicamente– va a habilitar a competir. Es interesante analizar las posibles consecuencias de esta decisión para que 1) la interna sea menos conflictiva, 2) haya una alta votación al FA que contribuya a una mayor votación en octubre, y 3) la decisión sobre las candidaturas que se habiliten sea percibida como legítima por los frenteamplistas. En función de esos factores, se analizan los tres escenarios más probables y cómo se puede mitigar las debilidades de cada uno.

Una interna no conflictiva

También podría definirse como una interna no polarizada. La polarización refiere a la distancia o la cercanía ideológica entre los candidatos/as. De forma quizá algo contraintuitiva, que haya dos en competencia ayuda a que la polarización sea menor (Sani & Sartori, 1983). Si sólo hubiera dos candidaturas, deberían acercarse al centro ideológico de los votantes frenteamplistas, debido a que en un intento de captar los votantes del otro/a se acercan. Si son tres, o si son cuatro los “espacios” de cada uno, serán menores en magnitud y más separados entre sí, y por tanto la distancia ideológica entre el/la que está más a la izquierda y el/la de más a la derecha dentro del electorado frenteamplista será mayor. En términos ideológicos, cuantas más candidaturas, más polarización.

Pero no creo que la única o la principal diferencia entre el electorado frenteamplista hoy sea la ideológica (si no, Orsi no lideraría las encuestas). Cuando la teoría de “en las internas gana el más radical” no funciona, es porque alguno de los supuestos de la teoría no se está cumpliendo: por ejemplo, que el principal motivo por el que los votantes eligen su candidato/a no sea por las diferencias ideológicas entre ellos/as. Los motivos por los que creo que los frenteamplistas están eligiendo su voto es una mezcla entre diferencias ideológicas y características personales que les gustan de cada candidato/a (personalismo). Ya desde las elecciones de 2019 se observó un aumento de la elección de candidatos/as principalmente por sus características personales y no por su ideología (Luján, 2021). Vale aclarar que no es que a los frenteamplistas no les importe que los candidatos/as sean de izquierda, sino que dado que son todos de izquierda, la definición del candidato/a puede ser por el que les gusta más su personalidad en lugar de cuál es el o la que tiene la posición ideológica más parecida a la del votante.

Por tanto, si asumimos que las personas votan a la persona más cercana a su ideología, cuantas menos candidaturas, menos polarización. Si entendemos que puede haber un factor más influyendo (personalismo), en cualquier caso un número mayor de candidaturas implica que estas deban diferenciarse entre sí. La diferenciación no implica necesariamente conflicto, pero es más probable que suceda. O al menos puede debilitar la imagen de los principales candidatos/as. Los que buscan visibilidad en la interna y no ganarla van a querer diferenciarse de los que son percibidos con chance de ganar (porque son los que tienen más visibilidad y más votantes que perder). Estos últimos suelen optar por contestar poco a los candidatos que buscan visibilidad. Esto porque, como se explicará más adelante, la confrontación no es bien vista por los frenteamplistas, y también para no “levantarlos”. Lo que sucede entonces es que el candidato o candidata que triunfe va a haber recibido más críticas cuantas más candidaturas haya, y podría salir con una imagen más debilitada. Por ejemplo, Bergara, para hacer valer su candidatura, reduce a Cosse como representante del comunismo y a Orsi como representante del MPP. Ambas precandidaturas cuentan con más sectores que los apoyan, e incluso sólo focalizándose en las personas, si se mira la trayectoria política de Cosse difícilmente se la puede reducir a comunista. Lima refiere a que Orsi no representa al interior sino a la zona metropolitana. Estas críticas, necesarias para justificar candidaturas sin chance de ganar por representar mejor algún segmento, debilitan la imagen de los candidatos/as.

Si asumimos que las personas votan a la persona más cercana a su ideología, cuanto menos candidaturas, menos polarización. Si entendemos que puede haber un factor más influyendo (personalismo), un número mayor de candidaturas implica que estas deban diferenciarse entre sí.

Una excepción a esto de que cuantas menos candidaturas menos conflicto es que se dé entre ambos, Cosse y Orsi, lo que se llama “un juego de suma cero”. Esto es que, como son dos, todos los votantes que pierda un candidato/a los gana el otro/a. Lo que sucede en estos casos es que el conflicto ahuyenta a los votantes menos politizados, y la cantidad de personas que vota al partido se reduce. Entiendo que esto es un riesgo menor porque la preferencia de los frenteamplistas (acorde a lo concluido por el FA)1 es de no conflicto. Esto hace que cuando los frenteamplistas perciben que los candidatos/as están fomentando el conflicto, los castiguen en vez de recompensarlos, y el juego de suma cero, donde si A confronta, A gana, se transforme en si A confronta, A pierde. Un ejemplo claro es lo que sucedió con las declaraciones de Orsi cuando criticó la convocatoria al recibimiento de Lula. Fue fuertemente criticado por dirigentes y votantes frenteamplistas. Nunca más se hizo algo parecido. Si observan, después de ese episodio las críticas siempre vinieron de los candidatos menores (por la mayor necesidad de diferenciarse) y no de Cosse ni de Orsi. En este contexto, la confrontación sólo puede servir si se da de forma disimulada. Esta preferencia de los frenteamplistas por una interna no conflictiva puede servir para legitimar decisiones de control por parte del partido (ya lo estamos viendo en comités organizadores) y para que, sin importar las candidaturas que se habiliten, el conflicto sea menor a lo que sería si los frenteamplistas no tuvieran una clara preferencia por una competencia pacífica.

Más votantes en las internas para que el FA vote mejor en octubre

¿Qué elementos en una interna hacen que la gente vaya más a votar? En el caso de una disputa polarizada, si estoy más radicalizado ideológicamente o “apasionado” por un asunto, es más posible que asista a votar (Rabinowitz & Macdonald, 1989), pero esto puede ahuyentar a votantes de octubre. Por eso la importancia de que ese mayor número de votantes se traduzca en una mejor votación en octubre. Otro elemento que hace que las personas vayan más a votar es que haya más incertidumbre respecto al ganador/a de la interna (Cox & Munger, 1989). Por ahora parece ser el caso de la interna del FA.

Es posible que más candidaturas haga que sea más probable que las personas encuentren a alguno o alguna que les guste (se sientan representados o simpaticen) y por tanto asistan a votar. Si bien es de por sí deseable entusiasmar al frenteamplista, este mayor número de votantes no necesariamente significa un aumento de los votos hacia el FA en octubre. Más candidaturas podrían sumar votos a octubre si atraen votantes no cercanos al FA y no a un nicho dentro del FA que sea cual sea el candidato/a ganador/a igual van a votar al FA en octubre.

Es pertinente preguntarse entonces qué características de un candidato/a suelen atraer votantes por fuera del electorado tradicional de un partido. Los candidatos que atraen votantes poco partidistas son outsiders, candidatos percibidos como nuevos o distintos a los demás políticos (Barr, 2009). Por ejemplo, Juan Sartori o Ernesto Talvi en las pasadas elecciones internas. También podría suceder por fuertes personalismos carismáticos que ciertos candidatos/as atraigan a votantes no tradicionales de un partido. Ninguno de los precandidatos/a del FA es un outsider. En cuanto a personalismos, Orsi es el candidato del FA que cuenta con mejor imagen, especialmente si se mira su saldo neto en el total del electorado,2 pero es una incógnita saber qué tan “fuerte” es esa buena imagen como para atraer votantes externos en junio. Sí ha mostrado capacidad de atraer dirigentes de otros partidos; si esos dirigentes logran llevar a sus votantes a junio, Orsi podría ampliar el electorado actual del FA. Es la opción que actualmente parece más probable, aunque es algo difícil de lograr en junio.

Legitimidad

La legitimidad implica que la decisión que se tome sea aceptada por los frenteamplistas, percibida como justa, adecuada. Hasta simpática. En una democracia la legitimidad está muy asociada a una elección que sea hecha por los votantes y represente bien al electorado. En este sentido, es claro que lo más legítimo es que todo el que quiera participar pueda hacerlo. Una excepción a esta concepción de la legitimidad es que se entienda que algunas candidaturas dañan al partido, y por tanto se crea justo limitarlas. Pero lo natural es que se crea que lo más legítimo sea que todos participen.

Un posible problema es lo que Bergara ha referido como “quedar atrapado en la polarización”. Hay una cuota de la imagen del FA que se juega en que su ala moderada tenga un peso importante, para no dar motivos a los que quieran criticar al FA diciendo que está radicalizado y alejado del votante promedio del país. Para que las personas voten a Bergara y al sector seregnista (tradicionalmente asociado al centro) el marco que se intenta instalar es decirles a los electores que voten por algo más que para definir al ganador/a. El problema es que, ante una disputa que parece bastante incierta, lo más lógico es que buena parte de los votantes se muevan para definir al ganador/a. Un eventual magro resultado de Bergara no debería leerse como que eso es el peso real del seregnismo, sino más bien como la fuerza del sistema electoral, potenciada aún más por la incertidumbre. Pero el mismo seregnismo debe instalar ese marco interpretativo para que las personas los vayan a votar en primer lugar. Puede correr el riesgo, por tanto, de ser víctima de su propia estrategia. En el caso de Lima, esta situación no representa un problema, porque él dice representar al interior no metropolitano. Si su resultado es magro nadie va a pensar que el interior no está bien representado, sólo se pensaría eso si el FA obtiene una mala votación en el interior.

¿Cómo puede ser cada escenario una mejor versión de sí mismo? Por cuestiones de espacio voy a concentrarme en los tres escenarios que entiendo como más probables:

» Orsi, Cosse, Bergara y Lima. La mayor debilidad de cuatro candidaturas es el riesgo de mayor conflictividad. El FA recientemente creó comandos para la campaña interna y para el plebiscito sobre la seguridad social. Esto lo que busca precisamente es disminuir los riesgos de conflicto. Para que esos comandos obtengan mejores resultados es importante que las normas formuladas sean claras y públicas desde el inicio para que nadie cuestione la legitimidad del FA para limitar el conflicto durante la campaña, alegando por ejemplo que se está limitando la libertad de expresión. A su vez, para que una norma sea efectiva es necesario que su no cumplimiento tenga consecuencias. Que esté al menos la amenaza implícita de que si alguien promueve el conflicto por fuera de lo pactado eso va a repercutir en la forma en que el FA asigne los cargos. Esto porque si alguien promueve el conflicto, es porque entiende que eso le puede dar más votos, y esos votos van a darle más cargos. La única forma de que no se entienda como conveniente promover el conflicto es que se sepa que esa traducción de votos a cargos va a estar mediada por el cumplimiento a las normas que se establecieron en los comandos de campaña. Un ejemplo un tanto extremo pero claro es Sartori en las elecciones internas pasadas. El PN lo “castigó” en cargos por su comportamiento durante la interna. Su sector no obtuvo ningún ministerio, pese a que su votación sí le permitía aspirar a ellos. Pero él no sabía que eso iba a pasar. Si lo hubiera sabido, ¿hubiera sido menos confrontativo? No podemos asegurarlo, pero es razonable pensar que sí.

» Orsi, Cosse y Bergara. En este escenario es importante resaltar la necesidad de representar a las tres “alas” históricas del Frente Amplio y estar cerca del centro del electorado. La importancia de dar mayor visibilidad al sector moderado, pese a que la candidatura de Bergara tiene menos chance de ganar, con el fin de que esa visibilidad pueda traducirse en una mejor votación a ese sector (relevante para el FA en su conjunto y significativo en términos históricos e identitarios) en octubre. No caer en la propia trampa de asumir que los votos en la interna son el peso real del sector seregnista, sino un grupo más fiel de adeptos que son el puntapié para una votación mayor y sí el fiel reflejo del peso del sector en octubre. Se puede argumentar la exclusión de Lima por entenderla como una estrategia de lanzamiento de sector, al no contar anteriormente con un sector formado. Por tanto, al entender esa como su motivación, en este escenario se justificaría su exclusión para disminuir los riesgos de conflicto, ante un contexto particular por ser el FA el favorito a gobernar (por tanto, el premio del ganador/a es más grande), por el temor de que el plebiscito cause conflicto en el FA y por un clima general en el sistema político de alta crispación.

» Orsi y Cosse. En este caso es importante argumentar que la única decisión sería sobre quién ocupa el único cargo a elegir (el de candidato/a del FA). Que se trata de elegir quién lidera la fórmula y quién es el o la vice (Orsi-Cosse, Cosse-Orsi). Hacer foco en minimizar con esto los riesgos de conflicto o posible desorden de candidaturas que busquen visibilidad y no ganar la elección. Enfatizar la diferencia de lo que es una elección de candidato o candidata a la elección de sectores en octubre. Lo legítimo puede ser que todos los sectores tengan oportunidad de mostrarse, y no sólo algunos. Crear mecanismos que permitan mostrarse a los sectores, y sobre todo movilizarse para captar votantes a los que no tengan candidatura propia, podría cubrir la necesidad de mostrar diversidad en la elección interna y de atraer más votantes (aunque no se traduzcan a octubre, simplemente como señal de fuerza política). Por ejemplo, un énfasis en los sectores que apoyan las candidaturas como potenciales miembros del gobierno, que permita mostrar más a referentes de los sectores y una campaña creada como un anticipo de octubre, donde el centro comunicacional del FA esté en volver al gobierno.

Delmira Louis es candidata a magíster en Ciencia Política por la Universidad de la República y coordinadora de Opinión Pública en Equipos Consultores.

Referencias

  • Barr, R. (2009). Populist, Outsiders and Anti-Establishment Politics. Party Politics, 15 (1), 29-48.
  • Cox, G. & Munger, M. (1989). Closeness, expenditures, and turnout in the 1982 US House elections. American Political Science Review, 83, 217-231.
  • Luján, D. (2021). “Oferta electoral y elecciones en 2019: fragmentación, nuevos partidos y avance del personalismo”. En J. A. Moraes & V. Pérez Bentancur, De la estabilidad al equilibrio inestable: elecciones y comportamiento electoral en Uruguay 2019. Montevideo: Udelar. FCS-DCP, 109-130.
  • Rabinowitz, G. & Macdonald, S. E. (1989). A directional theory if issue voting. The American Political Science Review, 94.
  • Sani, G. & Sartori, G. (1983). Polarization, Fragmentation and Competition in Western Democracies. Beverly Hills. En Hans Daalder & Peter Mair (eds.), Western European Party Systems: Continuity and Change.

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