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Despidos Ya en el “realismo capitalista”

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En los primeros días del año, cuando aún estábamos distraídos por el opio de las fiestas y el comienzo del verano, la noticia de los 250 despidos en Pedidos Ya nos lavó la cara con agua helada. Como metaforizaban Karl Marx y Friedrich Engels en 1848, “el jarro de agua helada de los cálculos egoístas”. Los cálculos de la rentabilidad del realismo capitalista (Fisher, 2019).

Este término, realismo, se relaciona con la literatura. El realismo romántico, surgido luego de los sucesos revolucionarios de 1830, fue un proceso que lentamente politizó la literatura y la aproximó al mundo real, trayéndola del celestial idealismo al terrenal sufrimiento de la humanidad, al aquí y ahora del presente. Esta transformación estética le otorgó fuerzas para dar cuenta de la crueldad del mundo que comenzaba a tejerse en los albores del capitalismo. Más adelante y como vanguardia literaria del siglo XX, el realismo mágico introdujo en la literatura latinoamericana la realidad del cotidiano sufrimiento continental y sus concretas desesperanzas, denunciando seguramente ese lugar de dependencia económica que le asignó el imperialismo.

Jugando un poco con las palabras, traemos aquí nuevamente al realismo, pero ya no como una corriente literaria, sino más bien como representación en el primer cuarto del siglo XXI de una nefasta imposición ideológica llamada neoliberalismo. El “realismo capitalista” (Fisher, 2019) se impone, valga la redundancia, con todo su realismo, y todas las alternativas o posibles críticas son desechadas y parecen perder pie en un mar de agua helada donde sólo gobiernan los cálculos egoístas.

Como si fuera un regalo de los Reyes Magos, de una nobleza que se sostiene en los negocios del capitalismo de plataformas y la uberización del trabajo, la empresa de reparto Pedidos Ya despidió de un momento a otro a 250 trabajadores. Un verdadero escándalo, un golpe bajo para la vida de las personas que viven de vender su fuerza de trabajo, una noticia que desacomoda la estantería de la negociación colectiva y muestra una vez más cómo el capitalismo tiene capacidad para generar inestabilidad e incertidumbre, a la vez que desigualdad.

Esta empresa, puntualmente, representa capitales extranjeros y en gran porcentaje europeos. Detrás de Pedidos Ya se encuentran los capitales de Delivery Hero repitiendo la vieja historia del colonialismo y el imperialismo. Mientras vemos cómo son rechazados los acuerdos entre el Mercosur y la Unión Europea, también vemos cómo los capitales transnacionales entran y salen de nuestras dependientes economías, tomando decisiones imprevistas que afectan la estabilidad laboral.

Claramente, y esto no es una novedad, el capital no tiene bandera y sólo le importa la fría rentabilidad. Por ejemplo, parte de los trabajadores y las trabajadoras de la empresa trabajan en los teléfonos recibiendo pedidos a distancia y desde otros países, como forma de reducir costos y satisfacer las necesidades de rentabilidad, a pesar de que luego en la publicidad que nos muestran se vistan con la camiseta de la selección uruguaya de fútbol, que tanto amor despierta en la ciudadanía.

El empleado es convertido en responsable del costo de todo, que ahora es disfrazado como “su costo” de emprendedor

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La aparición de las nuevas formas de mercado virtual, las tecnologías a disposición y los algoritmos que se actualizan incesantemente en este proceso de crecimiento del capitalismo de plataformas (Srnicek, 2018) dan lugar a nuevas relaciones de trabajo, que reformulan completamente las formas de explotación laboral. Es decir, no solamente aumentan la flexibilidad laboral, la tercerización, la inestabilidad, la atomización de la organización obrera, la desterritorialización del trabajo y se eluden las reglamentaciones nacionales operando como aplicación telefónica transnacional, aprovechando de los países dependientes la fragilidad institucional de las relaciones laborales y los grandes contingentes migratorios con miles de indocumentados necesitados de trabajo, sino que además logran saldar un eslabón muy pero muy importante en el proceso de producción como totalidad. Vamos a explicar esto.

Toda producción de mercancías está destinada a su consumo, es decir, deben ser consumidas para que se realice y complete el ciclo total de producción. Si algo no se compra y no se consume, entonces, no tiene sentido producirlo. Marx atendió este asunto al analizar el valor que tiene para la producción la circulación. Como se indica en el segundo tomo de El capital: “Lo que la industria del transporte vende es el propio cambio de ubicación”. El valor del trabajo creado allí es el plusvalor de las y los trabajadores de la industria del transporte. Un viaje no es almacenable como el trigo que se guarda en un silo, por lo tanto, el viaje se paga y se consume en el propio proceso de producción del servicio. No le agrega valor a la mercancía, sino que su valor está en el cambio de su ubicación. En definitiva, es un costo (faux frais) que se agrega a la mercancía vendida y que el capital ahora traslada como costo a las y los trabajadores, que a partir de ser empleados por la aplicación deben hacerse cargo de los medios de producción de su trabajo, por ejemplo, manteniendo la motocicleta con la que realizan el traslado, pagando “su empresa” unipersonal, el combustible, etcétera.

El otro costo, que es el tiempo de trabajo destinado para el viaje, es maximizado por la aplicación, que organiza por medio del algoritmo la mejor disposición y aprovechamiento de miles de trabajadores dispuestos a entregar la mercancía. De este modo, reduce costos de circulación y multiplica las posibilidades de consumo: “El producto sólo está pronto para el consumo cuando se ha terminado este movimiento” (Marx, 1976).

El desarrollo tecnológico parece poder atender esta dimensión, organizando el trabajo de servicios y complementando la producción de mercaderías. De ese modo, mejora el rendimiento y ajusta los niveles de ganancia, ampliando el caudal de circulación. Marx (1976) demuestra el rol que adquiere la circulación de mercaderías, analizando los viajes del transporte marítimo de Inglaterra a Estados Unidos (Nueva Inglaterra).

Las entregas domiciliarias de los actuales riders no se pueden acopiar o acumular en un depósito como otras mercancías porque, por ejemplo, son comida recién hecha, pero su entrega a domicilio adquiere valor para consumar la compra y completar el proceso de producción como totalidad. Todos estos viajes juntos y organizados por la aplicación telefónica generan una enorme posibilidad de plusvalía para las empresas del capitalismo de plataformas.

La tecnología ingresa en la cadena de producción, distribución, circulación y consumo, modificando los tiempos de circulación. Quienes lo administran son enormes monopolios transnacionales. Este espacio de circulación es impactado por la revolución informacional y la innovación informática. La producción o lo que se produce se ve modificado, pues amplía el caudal de demanda de consumo y mejora la cantidad de clientes que consumen la comida que se entrega a domicilio, clientes que pondrán nuevas condiciones a la producción, con sus gustos y elecciones, con su clic en la web, como nueva determinante del mundo del trabajo. En algunos casos, los locales de comida han cerrado sus puertas al público y sólo hacen entregas a partir de la demanda telefónica y la entrega a domicilio.

Este proceso dialéctico tiene implicancias en las condiciones laborales del trabajador. El rider es un trabajador de servicios, que, sin agregar valor al producto, se vuelve una pieza clave al encargarse de realizar el traslado, logrando que lo producido alcance su objetivo final, que es el consumo. Parafraseando vilmente a Goethe, “todo lo producido merece ser consumido”, o no tendrá sentido su producción.

Ahora bien, es claro que este proceso está fuertemente alimentado por la idea, tan repetida últimamente por todos los actores políticos, institucionales y sociales de nuestro tiempo y en todos los ámbitos mediáticos y no mediáticos, que el trabajador es ahora un empresario de sí mismo. La promoción del emprendedurismo ha sido y es pieza clave en la ideología de este nuevo mundo del trabajo del realismo capitalista. Es esta una estrategia combinada de flexibilización laboral y tecnología que las aplicaciones telefónicas de entrega a domicilio han reforzado, evitando pagar cargas sociales y contratando población de manera informal, lo que multiplica la cantidad de candidatos para la tarea.

El empleado es convertido en responsable del costo de todo, que ahora es disfrazado como “su costo” de emprendedor. La hipertercerización se deslocaliza, y deslocaliza el capital fijo, los costos de mantenimiento y la organización de la tarea. Las tendencias comenzadas en los años 1970, en el marco de la producción o la organización del trabajo productivo con el toyotismo, se redimensionan en la circulación de mercaderías a partir de esta estrategia del capitalismo de plataformas.

Sumado a esto, las empresas tienen altos niveles de volatilidad e irresponsabilidad con el trabajo, con la vida de la gente y por eso, de un día para el otro, se van o dejan a 250 trabajadores desempleados. “A lo largo de los últimos 30 años, el realismo capitalista ha instalado con éxito una ‘ontología de negocios’ en la que simplemente es obvio que todo en la sociedad debe administrarse como una empresa” (Fisher, 2019). Cabe destacar que la misma empresa madre, Delivery Hero en este caso, ha surgido en Alemania, una de las principales economías mundiales, en donde la presencia estatal juega un rol preponderante en cuestiones asociadas a la regulación de las relaciones laborales. “En mayo de 2021, Delivery Hero reinició sus operaciones alemanas tras la entrada de los competidores Uber Eats y Wolt. Sin embargo, una vez más salió del mercado alemán en diciembre, citando altos costos” (Miller, 2021).

Sin ahondar en detalles sobre las diferencias estructurales entre ambos países, y enfocando todos los esfuerzos en comprender la lógica de estas grandes transnacionales, podría decirse que resulta mucho más rentable abrir el campo de juego en países como Uruguay, donde para estas empresas digitales parece que el despido puede realizarse de un momento para el otro y sin previo aviso, colocando al repartidor como “pequeño emprendedor”, y hasta eludir una indemnización. En Alemania, el empleador debe avisar al empleado con una antelación promedio de tres meses (dependiendo del tiempo trabajado en la empresa), las relaciones laborales se encuentran reguladas como mencionamos anteriormente por un Estado mucho más presente en materia de trabajo y las indemnizaciones son parte fundamental del derecho de los trabajadores. No por falta de conocimiento o inocencia, estas empresas deciden operar en donde la necesidad y la escasa oferta laboral predominan.

Una vez más en la realidad actual, donde la desigualdad y la acumulación de capital siguen dominando, cabe cuestionarse el rol que está teniendo la participación estatal como mediadora y garante de los derechos de los ciudadanos, así como también el impacto que estas situaciones traen aparejadas para la sociedad en su conjunto y su capacidad de manifestarse ante condicionantes que nos interpelan como trabajadores y como seres humanos. Es momento de reivindicar el derecho a poner en tela de juicio este orden estructural que sigue garantizando la acumulación en las mismas manos, con la promesa neoliberal de que en algún momento derrame sus ganancias al resto, un momento del que se habla, pero que nunca llega.

Alejandro Mariatti es docente de la Facultad de Ciencias Sociales, doctor en Ciencias Sociales y licenciado en Trabajo Social por la Universidad de la República. Rosina Hernández es licenciada en Trabajo Social por la Universidad de la República.

Referencias

  • Fisher, M. Realismo capitalista, ¿no hay alternativa?. Editorial Caja Negra (2019).

  • Marx, K. El capital. Crítica de la economía política. Siglo Veintiuno Argentina. Buenos Aires, tres tomos, ocho volúmenes (1976).

  • Miller, J. Delivery Hero sale de Alemania por segunda vez, citando altos costos. Financial Times (2021).

  • Srnicek, N. Capitalismo de plataformas. Editorial Caja Negra (2018).

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