Ya están definidas las fórmulas partidarias para las elecciones nacionales y, aunque varias de ellas todavía no han presentado aún sus programas de gobierno, está claro desde hace tiempo que habrá que optar entre la continuidad del actual oficialismo y el regreso del Frente Amplio (FA). Sabemos que no sería una continuidad total y que un nuevo gobierno frenteamplista tampoco sería igual que los anteriores, pero la mayoría de la población sabe que hay dos grandes orientaciones distintas y contrapuestas.
Sin embargo, gran parte de las campañas no se centra en esa diferencia, sino en características de las personas que se postulan, e incluso las promesas parecen ser, más que auténticas propuestas, ofertas que responden a la percepción de demandas.
Esto se debe en cierta medida a la disputa por una franja del electorado todavía indecisa y poco interesada en la política y a la presunción de que el resto, mayoritario, ya sabe qué representa cada uno de los dos grandes bloques en pugna, pero también hay un notorio avance de criterios publicitarios que les dan más importancia a los envases que a los contenidos.
Son muy distintas las ideas y las prácticas con que se han hecho conocer la ministra de Economía, Azucena Arbeleche, y la exsindicalista Valeria Ripoll, pero antes de las internas el comando de campaña del nacionalista Álvaro Delgado encargó estudios de opinión pública sobre la aceptación que podrían tener una y otra como candidatas a la vicepresidencia en una fórmula encabezada por él, e hizo lo mismo con su competidora Laura Raffo y con el exministro cabildante Daniel Salinas. Obviamente, no se trataba de elegir dentro de determinado perfil político, sino de averiguar con quién se podían conseguir más votos.
La inesperada elección de Ripoll para la fórmula causó, entre otras reacciones, la renuncia al Partido Nacional de la exfiscal Gabriela Fossati, quien decidió rápidamente sumarse a la campaña del colorado Andrés Ojeda, ganador de las internas coloradas. Fossati insiste en que es “blanca de corazón” y “wilsonista”, pero alega que siente una gran afinidad por Ojeda y sus ideas.
De las ideas de Ojeda no se sabe mucho por el momento, ya que no tiene un sector propio con definiciones, y su campaña fue sobre todo un despliegue de imagen personal y exhortaciones a derrotar al FA en las elecciones nacionales. El candidato colorado sostiene que la política se basa en la “conexión emocional” y que lo moderno es ser “pragmático”.
En los últimos días, ante el rechazo de parte del nacionalismo a Ripoll por su pasado izquierdista y la mala votación de Cabildo Abierto en las internas, varios dirigentes colorados ven la oportunidad de beneficiarse con un perfil de derecha que les quite votantes a otros partidos oficialistas. Con este criterio, si percibieran que otros partidos de la coalición de gobierno pueden perder votantes por derechizarse, probablemente tratarían de atraerlos con una imagen progresista.
Es una lástima que las listas no contengan, como los envases de alimentos, advertencias sobre su contenido.