Opinión Ingresá
Opinión

Enseñanza media: si sólo con plata se solucionara el problema, qué fácil sería todo

3 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago
Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

En los últimos días se presentó públicamente una medida educativa por parte del candidato del Partido Nacional, Álvaro Delgado, como una supuesta nueva “solución” a la problemática de desvinculación educativa en la enseñanza media.

No creo que tenga mayor sentido discutir la mirada meritocrática de la medida, asumiendo que los adolescentes y jóvenes no culminan sus estudios porque no quieren o no pueden y que tan sólo es una cuestión de falta de estímulos, solucionable con plata. Esto no sólo reduce la complejidad del acto educativo, sino que nuevamente culpabiliza a los y las adolescentes y sus familias por sus resultados educativos.

Es imprescindible asumir que el “riesgo educativo” o los problemas no son de los y las estudiantes o sus familias, sino que, como señala Flavia Terigi, “se trata de pensar el riesgo educativo no en términos de propiedades subjetivas, no como rasgos de los sujetos (individualmente considerados, o como grupos) que los pondrían en riesgo, sino en términos de atributos de la situación pedagógica tal y como está organizada en nuestro sistema escolar. Ello implica caracterizar las poblaciones consideradas en riesgo en términos de la interacción de los sujetos y las condiciones propuestas por el sistema escolar para su escolarización”.

En Uruguay ya hace tiempo que se viene intentando mejorar las cifras de egreso y culminación de ciclo, y es cierto que las becas y/o apoyo económico han sido parte de las estrategias utilizadas por lo menos en los últimos 15 años, y que han obtenido muy buenos resultados. No deberíamos reducir el debate a la dicotomía de transferencia sí o transferencia no y sus respectivas condicionalidades, como evidenciamos cíclicamente en los tiempos electorales.

La buena noticia es que parece haberse asumido que hay estudiantes que precisan apoyo económico como una forma más de restitución de sus derechos, que han sido vulnerados, y que el Estado define participar directamente en esa restitución para igualar puntos de partida.

El problema es que nuevamente equivocamos el camino; así como se pensó que la transformación de programas escolares o modificaciones en la estructura de poder de las instituciones es condición suficiente para la mejora de resultados educativos, esta propuesta reitera la tendencia simplificante de la complejidad del quehacer educativo. Estudiar puede ser pensado como una carrera de obstáculos en la cual premiamos con plata a quienes tengan la posibilidad de llegar a la meta.

Quienes trabajamos en la temática sabemos que no se trata de que las transferencias económicas sean sólo para premiar resultados, se trata de acompañar las trayectorias asumiendo que los riesgos educativos están también en el propio proceso y que se precisa asumir esa complejidad para diseñar propuestas más integrales.

No se trata de que las transferencias económicas sean sólo para premiar resultados, se trata de acompañar las trayectorias asumiendo que los riesgos educativos están también en el propio proceso.

No obstante, el planteo es una oportunidad para plantear propuestas que aporten a complejizar el debate y coloquen sobre la mesa soluciones a los problemas de manera integral.

La clave, además de reforzar los sistemas de protección y las dimensiones presupuestales de la educación de nuestro país, debería ser profundizar en políticas anticipatorias que permitan el monitoreo y la detección temprana de riesgos o factores amenazantes de las trayectorias educativas.

Por ejemplo, diseñar un sistema de información de seguimiento y acompañamiento estudiantil desde el ingreso hasta la finalización que permita anticipar dificultades para abordarlas en tiempo y forma. Asimismo, desarrollar sistemas personalizados para cada estudiante que generen alertas tempranas de desvinculación, facilitando la intervención oportuna y la revinculación con el sistema educativo. Además, es impostergable diversificar las propuestas educativas, profundizando en distintos formatos educativos para contemplar las diferencias sin disminuir la calidad.

En materia de articulación territorial y comunitaria, son necesarias estrategias educativas de acompañamiento social y pedagógico, extendiendo el tiempo educativo a partir de necesidades específicas de los estudiantes y sus familias. También crear planes territoriales y un espacio institucional para que las familias puedan aportar y ser escuchadas por parte del sistema educativo.

En cuanto al apoyo académico, sería deseable un diagnóstico temprano de posibles vulnerabilidades y apoyo personalizado a través de tutorías, mentorías y recursos pedagógicos.

Sería necesario, al mismo tiempo, ampliar las becas educativas a 120.000 estudiantes y promover la construcción de acuerdos educativos entre los estudiantes, las familias y los centros educativos para diseñar estrategias personalizadas.

Por otra parte, la formación docente continua es un pilar fundamental para la innovación pedagógica y la adaptación a la diversidad, asumiendo que el sistema también gratifique esta formación en mejora de salarios y condiciones laborales para quienes más inviertan. Es imprescindible la formación de la Universidad de la Educación como pilar para el reconocimiento y la profesionalización del rol docente.

Parece que llegó el momento de acordar que hay que invertir más en educación, que la complejidad de la situación no se arregla sólo con transformaciones programáticas ni de estructuras burocráticas.

Parece que llegó el momento de construir las soluciones involucrando a los actores que participan en el proceso educativo en toda su amplitud. Escuchar, aportar nuevas propuestas y dignificar los espacios educativos, generar acciones integrales, interinstitucionales y de largo aliento.

Debemos elegir este camino, o ir por los atajos. Elijo el camino sin atajo. Un camino donde construir una educación para un país más integrado. Un camino para acompañarnos buscando lo mejor del otro, potenciándonos y teniendo claro hacia dónde vamos.

Nicolás Ambrosi es sociólogo y maestrando en Metodología de Investigación Científica. Participó en el diseño y la puesta en marcha de programas como Aulas Comunitarias, Compromiso Educativo y Sistema de Protección de Trayectorias Educativas. Integra el equipo de educación de Ir, El Abrazo, Frente Amplio.

¿Tenés algún aporte para hacer?

Valoramos cualquier aporte aclaratorio que quieras realizar sobre el artículo que acabás de leer, podés hacerlo completando este formulario.

¿Te interesan las opiniones?
None
Suscribite
¿Te interesan las opiniones?
Recibí el newsletter de Opinión en tu email.
Recibir
Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura