Los datos de “Aristas 2023: Informe de resultados de tercero y sexto de educación primaria” arrojan una contundente y grave realidad: tenemos un sistema educativo profundamente inequitativo marcado por la desigualdad socioeconómica. Este diagnóstico no es una novedad, al menos, para quienes estamos vinculados al mundo de la educación. Sí debe ser un punto de partida para enfocarnos, de manera urgente, en crear las condiciones que nos lleven a cambiar el rumbo que llevamos.
Muchos de los problemas que muestra el informe se arrastran desde hace décadas; lo que también queda expresado claramente es que las políticas desarrolladas por el gobierno saliente no lograron revertir las tendencias negativas, e incluso, en algunos casos, se agravaron.
Debemos ser conscientes de que es necesario generar políticas transversales, involucrando a todo el instrumental estatal, para derribar las brechas que afectan, sobre todo, a los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. Pensar que es una tarea que puede resolver exclusivamente la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) es un error que no nos podemos permitir. Si no logramos coordinar los esfuerzos del Estado, seguiremos extendiendo las diferencias sociales que comprometen el futuro del país. El desafío es gigantesco, pero debemos asumirlo con la responsabilidad que la ciudadanía nos otorgó.
La inequidad aumentó
El informe Aristas nos entrega datos sobre los resultados en Lectura y Matemática en tercero y sexto de educación primaria. Los resultados en lectura muestran avances generales, pero también revelan diferencias marcadas según el contexto social y económico de los estudiantes. En tercer año, el 39,6% de los estudiantes se ubican en los niveles más bajos de desempeño (niveles 1 y 2), cumpliendo con la meta establecida por la ANEP de mantener este porcentaje por debajo del 43%. Sin embargo, el desagregado de los datos por contexto educativo pone en evidencia una realidad muy preocupante: en escuelas de contexto socioeconómico muy favorable, sólo el 17,8% de los estudiantes se encuentran en los niveles inferiores, mientras que en aquellas de contexto muy desfavorable esta cifra asciende al 61,1%. Esa brecha, que mostró una reducción entre 2017 y 2020 (pasando del 48,5% al 40,5%), se acrecentó a 2023, alcanzando el 43,2%.
En sexto año, la situación es similar. El 19,6% de los estudiantes no alcanzan el nivel 3 en lectura, número que supera la meta proyectada por ANEP, pautada en un 18%. Si bien se observa una leve mejora con relación a 2017, los números empeoran con respecto a 2020. La misma situación se produce cuando miramos los desempeños en los niveles 5 y 6. Nuevamente los resultados, desagregados por nivel socioeconómico, nos indican que en centros educativos de contexto muy favorable sólo el 5,7% de los estudiantes se encuentran en los niveles inferiores, mientras que en los centros muy desfavorables el porcentaje asciende al 34,9%. Esta brecha, que aumentó un punto porcentual entre la primera y la segunda edición, creció tres puntos desde 2020.
La situación en matemática es más crítica. En tercer año, el 44,7% de los estudiantes se ubican en los niveles más bajos (1 y 2), aunque se observa una mejora respecto a las dos mediciones previas. No obstante, nuevamente aparecen disparidades según el contexto socioeconómico: mientras que en escuelas muy favorables el 18,9% de los estudiantes está en los niveles más bajos, en escuelas de contexto muy desfavorable el porcentaje llega al 67,4%, reflejando una desigualdad estructural preocupante. En este caso, la brecha alcanza casi los 50 puntos porcentuales.
En sexto año, el 37,3% de los estudiantes se encuentran en los niveles inferiores de matemática, lejos de la meta de la ANEP de reducir esta cifra por debajo del 31%. Aquí la desigualdad es aún más evidente: en centros educativos de contexto socioeconómico muy favorable, 12,3% de los estudiantes presentan desempeños bajos, mientras que en contextos muy desfavorables esta cifra trepa al 48,6%. Aquí, nuevamente, observamos cómo la brecha se reduce con relación a 2017, pero aumenta levemente desde 2020.
La conclusión es terminante y la establece el propio informe del Instituto Nacional de Evaluación Educación (Ineed): “En Uruguay los desempeños se relacionan en gran medida con el contexto socioeconómico y cultural de cada centro educativo”. Y agrega: “Es posible sostener que las variaciones en los desempeños obedecen en mayor medida a las características de la población que a las de cada tipo de centro”. Y a esto debemos sumar que desde 2020 las brechas se han acrecentado.
Otras malas noticias
El informe también aborda una serie de factores contextuales que influyen en la adquisición de conocimientos y en la experiencia escolar de los estudiantes. En cuanto al clima de aprendizaje en el aula, los datos de 2023 presentan un deterioro en la disciplina y el ambiente escolar con relación a 2017. Esto se observa de forma más marcada en Montevideo y las escuelas Aprender. Además, el vínculo entre alumnos y maestros se ha debilitado, particularmente en Montevideo y en escuelas de contexto desfavorable. Si bien entre 2017 y 2020 se evidenció un aumento del sentido de pertenencia, en 2023 se registra un descenso tanto entre varones como entre niñas, en todos los contextos, regiones y tipos de escuelas.
Estamos penando doblemente a nuestras infancias y adolescencias, reproduciendo en la escuela las carencias que viven diariamente en sus hogares.
Este deterioro del clima escolar también se observa en la percepción de seguridad. Si bien no hay grandes variaciones entre 2017 y 2023, en los centros de contextos más desfavorables es donde se expresa mayor sensación de inseguridad.
Respecto a las habilidades socioemocionales, no se pueden analizar sin tener en cuenta la pandemia de covid-19: “Estudios realizados durante la pandemia indican un aumento en la ansiedad y la depresión, una disminución en la motivación para realizar actividades que antes disfrutaban y un mayor pesimismo respecto al futuro”, según el informe de INEEd. El índice de motivación y autorregulación, que había experimentado un aumento entre 2017 y 2020, registra un descenso para todos los contextos, región y género. Las habilidades intrapersonales van en la misma línea.
Otra brecha que resulta del informe se constata en las inasistencias. Más allá de que se trata de un problema generalizado, el promedio es mayor en las escuelas de contexto más desfavorable: “Mientras que alrededor del 65% de los alumnos de tercero y sexto que asisten a centros de contexto muy desfavorable faltaron al menos una vez en las últimas dos semanas, esta proporción disminuye al 34% en el contexto muy favorable”. Y si observamos la evolución, notamos que la situación se ha ido agravando. En 2017 alrededor del 40% de estudiantes de tercero y sexto faltaron al menos una vez en las últimas dos semanas de clase. Los números de 2023 señalan que los porcentajes subieron al 57,1% para tercero y 53,8% para sexto.
También se preguntó al cuerpo docente sobre la implementación de la Transformación Educativa. Consultados acerca de si recibieron apoyo o incentivo en el marco de la transformación curricular, “la mayoría de los directores y maestros de tercero y sexto (casi el 90% en promedio) reportaron no haber recibido apoyos ni incentivos en materia de horas, días libres o licencia por participar en los cursos de la transformación curricular ni para realizar actividades de intercambio en la escuela”. Sólo el 30% de los maestros consultados afirmaron estar de acuerdo o muy de acuerdo con la calidad de la información recibida sobre los cambios a desarrollar. El informe también divulga que “ocho de cada diez directores de centro se sintieron sobrecargados ante las demandas de la transformación educativa”. Queda claro que la reforma fue realizada de espaldas a los docentes.
Un párrafo aparte para la señal enviada por las autoridades salientes de la educación. La presentación del informe fue llevada a cabo en el anexo del Palacio Legislativo. No vimos allí ni a Robert Silvia ni a Virginia Cáceres. Tampoco a las autoridades salientes de la Dirección General de Primaria. No fueron. No se hicieron cargo de su gestión.
El que sí dijo presente fue el entonces presidente interino del Codicen, Juan Gabito, que se retiró en medio de la exposición. Más tarde expresó en la prensa que se trató “de un informe flechado” y además agregó que “sería mucho mejor si tuviéramos una retroalimentación más oportuna. Nos están dando ahora en 2025 lo que se midió en 2023”. Desafortunadas declaraciones que desacreditan el trabajo de un instituto colegiado que estuvo bajo la dirección de la coalición multicolor y al cual respaldamos por su trabajo riguroso y sus aportes a la investigación y análisis de la realidad educativa de nuestro país. Queda claro que no se hicieron cargo.
En los próximos días vamos a convocar a la Comisión de Educación y Cultura de la Cámara de Senadores con el objetivo de profundizar sobre los datos emanados de la investigación para conocer de primera mano las conclusiones obtenidas.
Estamos ante una realidad más que compleja. Los resultados en lectura y matemática están lejos de ser satisfactorios. Nos preocupan. Pero sobre todo debe atenderse de manera urgente la inequidad, detener y revertir las brechas entre sectores socioeconómicos y culturales. Estamos penando doblemente a nuestras infancias y adolescencias, reproduciendo en la escuela las carencias que viven diariamente en sus hogares. El compromiso de nuestra fuerza política debe ser atacar las causas de estas desigualdades con políticas transversales. Se nos juega el futuro, pero también el presente de niñas y niños que tienen el derecho de acceder a una educación de calidad.
Sebastián Sabini es docente y senador del Movimiento de Participación Popular, Frente Amplio.