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El futuro de la universidad y la universidad del futuro

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Las universidades, como espacios de generación de conocimiento y formación académica, han tenido un papel central en la transmisión de saberes y en la formación ciudadana para enfrentar los desafíos de las sociedades. Sin embargo, en un mundo cada vez más globalizado y digitalizado, las universidades se encuentran ante el desafío de su permanente transformación para continuar siendo centros de referencia social, de construcción de conocimiento y de generación de nuevas capacidades.

El desafío es, como señala Lydia Garrido, repensar lo que hoy conocemos por “escuela” o “universidad”. “Las principales funciones de la universidad como centro de generación, acumulación, legitimación y difusión del conocimiento están siendo disputadas en configuraciones muy distintas. Las sinergias entre las nuevas tecnologías y modos de organización e interacción entre los humanos y humanos-no-humanos (inteligencia humana-inteligencia artificial) están dando la pauta de otras formas de generar conocimiento”.1

Lejos de paralizarnos, debemos problematizar sobre el futuro de las universidades como ejercicio de construcción de futuro. Es con las acciones en nuestro presente que empezamos a construir, optando entre alternativas posibles, un futuro para la educación superior. La universidad del futuro y, con ella, la educación del futuro son el resultado de un proceso que estamos moldeando con las acciones del hoy. El futuro de las universidades no sólo depende de su capacidad de adaptarse a las nuevas dinámicas tecnológicas, sociales y culturales, sino también de cómo serán capaces de redefinir su protagonismo en la sociedad moderna.

Este artículo busca aportar cuatro dimensiones al proceso de discusión y construcción de la universidad del futuro.

Ser universitaria/o en un mundo global

El vínculo con el exterior se encuentra en la génesis de la universidad moderna: se forman capacidades y se genera conocimiento para su aprovechamiento por la sociedad. Históricamente, el continente “exterior” se ha ido amplificando en una suerte de círculos concéntricos, fenómeno potenciado por la globalización. La movilidad de docentes, estudiantes e investigadores integra desde hace más de cinco décadas las agendas universitarias. Tanto, que hoy nadie duda de que el “exterior” de una universidad es el mundo globalizado en todas sus dimensiones.

De hecho, es con la movilidad universitaria que se da paso a una conceptualización de la internacionalización de la educación superior que permitió florecer nuevas formas de relacionamiento entre las universidades y el mundo. El surgimiento del programa Erasmus a fines de la década del 80 fue un elemento desencadenante de la consolidación del proceso a nivel europeo. En nuestras latitudes, la internacionalización de la educación superior aún necesita madurar en sus instrumentos y, fundamentalmente, en su alcance.

La universidad del futuro seguramente demandará que la internacionalización de la educación superior sea un elemento determinante de la formación de grado. Ser universitario en un mundo global supone ser parte de los procesos de vinculación y cercanía con otras latitudes, y para eso vivir una experiencia internacional en cualquiera de sus formas dejará de ser una opción y se transformará en una necesidad.

Desafíos globales y locales en una agenda común

Las universidades se enfrentan, cada vez más, a la necesidad de adaptar sus modelos educativos a los avances tecnológicos, el aumento de la demanda de educación superior y la creciente importancia de la interdisciplinariedad. Al mismo tiempo, deben ser capaces de dar respuesta a las demandas estudiantiles y de la sociedad, que buscan flexibilidad, accesibilidad y rápida aplicación al mundo laboral.

La gestión de la permanente tensión entre demandas locales y desafíos globales marca la agenda de las universidades en el presente y también en el futuro. Ser un centro de referencia y desarrollo regional y local sin quedar desconectado de las agendas globales será, quizás, el principal acertijo a resolver.

Los territorios demandarán formaciones flexibles, dinámicas y adaptadas a las necesidades del mercado laboral de la zona o la región. Pero las universidades buscarán proteger la rigurosidad académica como un escudo de la calidad universitaria. Al mismo tiempo, las agendas globales continuarán suministrando formas, contenidos y temáticas desde diferentes latitudes, y será la gestión universitaria la que deberá conectarlas con las demandas territoriales.

La universidad del futuro zurcirá agendas territoriales, regionales y globales para poder generar una oferta de formación que sea accesible, inclusiva, pertinente y potenciadora de los diferentes perfiles individuales.

La digitalización y la innovación educativa

La incorporación de tecnologías de la información y comunicación (TIC) busca mejorar la eficacia y eficiencia de los servicios universitarios. Pero el encuadre conceptual que justifica y fundamenta la inserción de las TIC dentro de las organizaciones puede ser diferente. Una concepción plantea que las TIC son útiles para optimizar los procesos pero no afectan los postulados estructurales de la organización. Los servicios universitarios analógicos pasan a tener un canal digital, y los procesos que se hacían en papel ahora también se pueden hacer de forma electrónica. La tecnología ingresa a la organización facilitando o mejorando las dinámicas internas y externas, sin modificar sustancialmente los supuestos sobre los que reposa el accionar institucional. Este proceso es generalmente conocido como digitalización. Por otro lado, otra concepción del fenómeno ve la incorporación de tecnología como una oportunidad para generar un cambio estructural. La tecnología se transforma en un instrumento para alterar postulados sustanciales, de difícil modificación por los procesos tradicionales de cambio organizacional. Este proceso, conocido como transformación digital, motiva a las organizaciones a modificarse interna y externamente a través de la incorporación de tecnología.

La universidad del futuro zurcirá agendas territoriales, regionales y globales para poder generar una oferta de formación que sea accesible, inclusiva, pertinente y potenciadora de los diferentes perfiles individuales.

Las universidades han oscilado dentro de estas dos conceptualizaciones, condicionadas por los contextos sociales, económicos y políticos, dando predominancia a una u otra. Pero en la universidad del futuro no habrá excusas posibles, y la educación superior deberá garantizar que todas/os los/as estudiantes, independientemente de su ubicación geográfica o condición económica, tengan acceso a las herramientas digitales necesarias para participar activamente en su formación. Las universidades necesitarán incorporar la tecnología en sus procesos académicos y administrativos, pero también y fundamentalmente en la investigación, la extensión, la gestión del conocimiento y las interacciones entre sus diferentes agentes.

El/la estudiante del futuro esperará una formación adaptada a sus necesidades, pero al mismo tiempo desafiante, con multiplicidad de recursos y con una defensa a ultranza del conocimiento aplicado. Las barreras físicas y temporales desaparecerán, y los estudiantes podrán acceder a los conocimientos de forma remota cuando y donde lo necesiten. La inteligencia artificial y las herramientas de personalización serán aliadas fundamentales de las universidades del futuro.

La educación superior como motor de desarrollo social

Las universidades del futuro deberán renovar su pacto de contribución a la sociedad, mejorando sus formas, instrumentos y marcos de provisión de servicios. La demanda de perfiles profesionales que sepan conectar rápidamente necesidades territoriales, fuentes de financiamiento y resultados, o proyectos de investigación, aumentará fuertemente.

La discusión sobre las formas en que las universidades transfieren tecnología y conocimiento a la sociedad no es nueva. Pero sí es una necesidad vigente. La superación de la discusión teórica en clave dicotómica y excluyente deberá dar lugar a diferentes marcos, esquemas y modalidades de transferencia, adaptados a los contextos locales y disciplinares.

La universidad del futuro necesitará reglas claras para que comunidades locales, empresarias/os, gobiernos y académicas/os trabajen coordinadamente para el desarrollo social y económico de los países. La universidad del futuro se transformará en un puente de conexión entre los diferentes agentes y desarrollará la habilidad de identificar en cada vínculo una oportunidad de formación, investigación o extensión para la sociedad.

Futurate, un primer paso en este camino

El Prorrectorado de Gestión de la Universidad de la República impulsó la convocatoria Futurate, en la que se invitó a pensar y diseñar objetos y mobiliarios que será posible encontrar en la universidad de 2050. La iniciativa buscó estimular el intercambio de percepciones y visiones sobre el futuro de la universidad y estuvo orientada a la coconstrucción de soluciones para la mejora de la vida universitaria.

Futurate contó con el apoyo de CAF-Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe, Unesco, Microsoft AI Co-Innovation Lab y Sinergia. El tribunal de selección estuvo integrado por Fernando Isabella (FCEA-Udelar), Gonzalo Correa (FPsico-Udelar), Nathalie Gerbasi (CAF), Francisco Tupia (CAF), Lydia Garrido (Cátedra Unesco Anticipación, Saras y Asesora Comisión Futuros del Parlamento) y Bruno Pedreira (Sinergia).

Las propuestas seleccionadas fueron:

Primer premio: mobiliario sustentable con madera plástica. Autor: Emiliano Agustín Tarduña Acosta. Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, Udelar.

Segundo premio: Modume. Autores: Florencia Lucía Ramos González y Neo Chiappe. Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, Udelar.

Tercer premio: ecoMOBILe. Autores: Priscila Yanina Primerano, Gerardo Nahuel, Yraita Santisteban. Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Nacional de La Plata, Argentina.

Mención: Hidrovida y muros verdes. Autores: Ángel Leonardo Porro Ferreira, Francisco Javier Alba Alva y Anali Salgado Ibarra. Instituto Internacional de Permacultura.

Agustín Long es magíster en Políticas Públicas e integra el equipo del Prorrectorado de Gestión de la Universidad de la República.


  1. Garrido, L (2018). El uso del futuro para repensar la educación. Ensayando un encuadre. Publicación de la Cátedra Unesco en Anticipación Sociocultural y Resiliencia, Instituto Sudamericano para Estudios sobre Resiliencia y Sostenibilidad. 

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