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Pobreza, derechos y territorio

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Borrachos de gloria, nuestros padres nos socializaron en el sueño de Maracaná y la Suiza de América. Nos adormecieron. En 1973 un golpe nos despertó del sueño suizo y en 1974 una máquina naranja nos despertó del sueño del fútbol. Pero nos volvimos a dormir. Hasta el día de hoy, 2025, nos enorgullecemos de ser el país más democrático de América Latina, y del fútbol mejor no hablemos, seguimos soñando; pero de esa inconciencia colectiva no me ocuparé hoy, sería frívolo hacerlo después de ver las cifras de pobreza.

Hace poco nos despertamos con la “noticia” de que las personas que viven en situación de pobreza en Uruguay son prácticamente el doble de lo que se creía de acuerdo con la metodología (enfoque de ingresos) anterior. Pero esto en realidad no es “noticia” si se analiza el indicador de pobreza multidimensional.

Ya sabíamos que casi el 20% de la población vive en condiciones de pobreza, en términos de vivienda, educación, servicios básicos del hogar, protección social, empleo. 680.000 personas que no acceden en forma plena ni a las oportunidades ni al potencial desarrollo de sus capacidades. Estas personas no acceden, o lo hacen en forma precaria, a un conjunto importante de derechos humanos. No acceden a la esencia de lo que una democracia les debería garantizar. Si el Estado en una democracia falla en garantizar el acceso a los derechos humanos, la sociedad que se dice democrática y se enorgullece de ello está fallando.

No somos un Estado fallido aún, no somos una democracia fallida aún, pero tampoco somos conscientes de que quizás estemos camino a serlo. Porque cada vez que se publica el indicador de democracia en la región, nos embriaga el sueño de ser los primeros.

Apuntes conceptuales

Como las sociedades son sistemas dinámicos y complejos, el dato no debería ser analizado como una foto para comparar gobiernos de turno, sino como una alerta tardía de nuestra capacidad de acción como sociedad y como una alerta temprana de una sociedad fallida.

Por eso es necesario abordar el problema de la pobreza como un problema de acceso a derechos humanos, y no como un problema de ingresos que se resuelve con transferencias. Las transferencias podrán reducir la pobreza frente a una canasta de consumo, pero no mejorarán las condiciones de la vivienda, la educación de la jefa de hogar (porque en su mayor parte son hogares monomarentales) ni la relación de esos hogares con los mercados ilícitos, algo de lo que he escuchado y leído poco. Porque el destino de las personas se relaciona con el lugar donde esa persona nace y se socializa, y si lo hace en relación con los mercados ilícitos, muy probablemente su destino sea la cárcel o una bala.

Los mercados ilícitos se desarrollan en la misma sociedad donde se desarrollan las cooperativas, las pymes, las empresas públicas, las empresas privadas. Es un desarrollo desigual y combinado, diría Trotsky, y con cierto atrevimiento intelectual agrego que es un desarrollo desigual y fragmentado.1 El atrevimiento intelectual proviene de postular que la Ley de Desarrollo Desigual y Combinado puede ser “mejorada” en términos de capacidad predictiva si se incorpora el análisis de las instituciones que facilitan que ese desarrollo desigual y combinado sea cohesionado o fragmentado.

El carácter combinado del desarrollo desigual es altamente dependiente de las normas que regulan las interacciones entre las entidades, subordinando el desarrollo de unas entidades al desarrollo de otras en función de dichas normas.

Los sectores atrasados se desarrollan de esta forma bajo las normas de los sectores modernos y los países subdesarrollados bajo las normas de los desarrollados. No son necesariamente normas idénticas, pero sí compatibles. Incluso los sectores informales, aun cuando no cumplen con muchas de las normas (notoriamente las laborales y las tributarias), sí adoptan las mismas normas relacionadas con el derecho de propiedad o las de intercambio comercial. Incluso adoptan la misma estructura social jerarquizada de las empresas formales.

En la red de relaciones sociales de producción y de intercambio (incluidas las actividades financieras) hay determinadas comunidades (para usar el lenguaje de la teoría de redes)2 que se desarrollan en forma desigual y combinada cuando las instituciones son las mismas, similares o convergentes. La fragmentación surge cuando las normas de cada una de las comunidades de la red de relaciones, del sistema de interacción social, divergen.

Me refiero a instituciones como normas, formales o informales, que ayudan a coordinar el comportamiento de las personas sin necesidad de que se comuniquen entre ellas, y a la forma y la capacidad de hacerlas cumplir por la comunidad. Una cosa son las instituciones que promueven la regulación de las relaciones de poder, a veces en favor de unos, a veces en favor de otros, mediante procesos y procedimientos más o menos democráticos, y otra cosa es “plata o plomo” como norma.

Es necesario abordar el problema de la pobreza como un problema de acceso a derechos humanos, y no como un problema de ingresos que se resuelve con transferencias.

La socialización primaria y secundaria es en esencia el mecanismo de internalización de las normas en el comportamiento de las personas. A través de la socialización se adquieren códigos lingüísticos, y a través de ellos y de los hábitos incorporamos patrones de comportamiento (salir de picadas en la rambla o salir en moto a robar) y el sistema de valores.

En sociedades cohesionadas se identifica claramente dónde viven las familias en situación de pobreza y las más ricas de la sociedad, pero normalmente se encuentra un continuo difuso donde es difícil saber dónde termina una zona y empieza otra de ingresos diferentes. En sociedades fragmentadas, las “villas” y los barrios privados están bien delimitados, incluso cercados o amurallados, y no se puede entrar en ellos fácilmente.

¿Y la pobreza infantil que nos interpela, dónde está?

Uruguay, pero en particular Montevideo, está perdiendo los “híbridos” y están creciendo los barrios donde no cualquiera pueda entrar, ya sea asentamientos o barrios privados, “cercados” en forma real o virtual.

Desde el punto de vista económico se generan circuitos poco híbridos como la economía de los mercados ilícitos. Estos mercados compiten por la captación de mano de obra con el sector informal y con el sector que genera empleo precario, algo que además está creciendo con la economía de plataformas.3

Desde el punto de vista social se generan identidades bajo normas sociales divergentes con las del resto de la sociedad, a veces incompatibles. Las identidades que se generan en cada parte de la sociedad fragmentada generan subculturas y se produce disonancia cultural.

Desde el punto de vista político, esta fragmentación genera una distancia entre las organizaciones políticas y los intereses que defienden (normalmente relacionados a grupos de interés organizados) respecto de los grupos sociales excluidos por la fragmentación, que suelen carecer de organización y capacidad para manifestar sus reclamos. Esta pérdida de cohesión, esta fragmentación económica y social tiene consecuencias sobre el desarrollo, la seguridad, el acceso a derechos humanos y la democracia.

En definitiva, la situación de pobreza no es (sólo) un tema de ingreso, ni es (sólo) un tema multidimensional, es un fenómeno complejo, dinámico y geolocalizado en el que la socialización desigual refuerza el desarrollo desigual y fragmentado, más que combinado de las personas, entidades, comunidades o facciones de clase en no muchos “territorios” en Uruguay, porque la desigualdad y la pobreza están geolocalizadas.

La pobreza, la inseguridad, la desigualdad suelen estar georreferenciadas, es necesario actuar en el territorio, en lo local. Y se deben combinar herramientas, pues los problemas, y por tanto los objetivos, son interdependientes. No se puede usar la consigna “un objetivo, un instrumento”.

Es necesario trabajar en todas las dimensiones, todas las organizaciones juntas y coordinadas, en el territorio, en cada barrio. Es allí que se da la socialización, es allí donde es necesario resocializar.

Luis Porto fue designado director ejecutivo del Banco Interamericano de Desarrollo en representación de Uruguay a partir de junio de 2025.


  1. El concepto de fragmentación social proviene de la sociología urbana, ver Social fragmentation | The Encyclopedia of World Problems (uia.org): “En sociología urbana, la fragmentación se refiere a la ausencia o subdesarrollo de conexiones entre una sociedad y la agrupación de algunos de sus miembros. Estas conexiones pueden referirse a la cultura, la nacionalidad, la raza, el idioma, la ocupación, la religión, el nivel de ingresos u otros intereses comunes”. En este artículo se adopta y se adapta el concepto relacionado con una forma posible del tejido económico, social y político. 

  2. El enfoque de redes se ha extendido mucho en los últimos 30 años en la ciencia económica; para quien quiera introducirse en la materia sugiero Social and Economic Networks, de Mathew Jackson. 

  3. Precarious Employment in the Gig Economy: Understanding the Roles of Employed Poor. 

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