Al suspender todos los preparativos para las elecciones iraquíes, la CSIE argumentó que lo hizo por la oposición pública del vicepresidente Al Hashemi a la nueva ley electoral de Irak, aprobada la semana pasada en el Parlamento. El portavoz de la entidad, Qasem al Abudi, manifestó que, si bien no está confirmada la nueva fecha de los comicios, la elección debe hacerse entre el 18 y el 23 de enero.
El Parlamento había aprobado algunas enmiendas a la ley, que luego debían ser refrendadas por el Consejo Presidencial iraquí compuesto por el presidente Yalal Talabani (kurdo), y los vicepresidentes Adel Abdel Mahdi (chiita) y Al Hashemi (sunita), quien considera que “en su forma actual [la norma] no podrá ser aprobada”.
Al Hashemi envió una carta dirigida al Parlamento en la que reclama que se modifique el artículo que otorga 5% de representación legislativa para los iraquíes que debieron dejar el país y refugiarse en otros territorios a causa de la violencia. El funcionario, de origen sunita -igual que la mayoría de los cuatro millones de desplazados, pretende que la representación parlamentaria de los exiliados alcance el 15%. Mientras que el vicepresidente explicó que su veto hará justicia con los ciudadanos en el exterior, está previsto que los legisladores iraquíes se reúnan hoy para tratar las propuestas de Al Hashemi, lo que podría desembocar en una enmienda a la ley.
El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, criticó las manifestaciones negativas de Al Hashemi, consideró su postura como una “peligrosa amenaza” para el sistema democrático en Irak y manifestó, además, su respaldo a la decisión legislativa. Al Maliki, quien planea presentarse a las elecciones, considera que los dichos del vicepresidente no ayudan a la reconciliación nacional.
Este encontronazo en el Poder Ejecutivo ocurre justo dos días después de que el gobierno de la región autónoma del Kurdistán iraquí anunció sus intenciones de boicotear las elecciones iraquíes si no se revisan las normas que determinan la cantidad de escaños que le corresponden a cada una de las provincias del país. “El pueblo del Kurdistán se verá obligado a no participar en estas elecciones” si no se revé el reparto de diputados en cada región, según afirmó el presidente del gabinete del Kurdistán, Fuad Husein.
Para el analista Roger Hardy, de la BBC, este reclamo de los kurdos, sumado a los cruces generados por las propuestas de Al Hashemi, hace difícil la resolución de la crisis. El especialista en temas de Medio Oriente considera, además, que si el conflicto se agrava y las elecciones no se realizan, el presidente estadounidense, Barack Obama, vería afectada su decisión de retirar sus tropas militares de Irak antes del 31 de agosto, como está planeado.
En las elecciones, la principal competencia es la existente entre dos coaliciones. Una de ellas es la que encabeza Al Maliki, Estado de la Ley, que integran 40 organizaciones de líderes tribales sunitas, kurdos chiitas, independientes y el partido del jerarca, Dawa Islámico. Desde este bloque, el primer ministro enfrenta a su ex coalición, el Consejo Supremo Islámico Iraquí, integrado, entre otros, por grupos leales al clérigo chiita Moqtada al Sadr.