Porfirio Lobo asumió la presidencia de Honduras rodeado por cinco anillos de efectivos policiales dispuestos para garantizar su seguridad en la ceremonia oficial, que se desarrolló en el Estadio Nacional, costó más de un millón de dólares y a la cual asistieron “centenares” de personas, según medios hondureños.
Lobo inició un período de gobierno que termina en 2014 al recibir la banda presidencial de manos de su amigo, correligionario y presidente del Congreso, Juan Orlando Hernández. Asistieron el presidente de Panamá, Ricardo Martinelli; el de República Dominicana, Leonel Fernández; y el de Taiwán, Ma Ying-jeou, además de representantes oficiales de una veintena de países.
“Acabamos de salir de la peor crisis política de nuestra historia democrática”, afirmó el mandatario al comenzar su discurso, sin reconocer que esa “historia democrática” se interrumpió el 28 de junio, día del golpe de Estado que derrocó al presidente constitucional, Manuel Zelaya.
Pero Lobo aseguró que “el diálogo lo resuelve todo” y apostó a la unidad nacional para que luego “se extienda a una necesaria e indispensable reconciliación con la comunidad internacional”. Fuera de Honduras, pocos países reconocieron las elecciones en las que resultó ganador en noviembre. Ayer el mandatario aseguró que su gobierno le “abre sus brazos amigos a todos los pueblos del planeta, sea cual fuere su orientación política, su raza o su religión”, informó el diario hondureño El Heraldo. Anunció que, cumpliendo el Acuerdo Tegucigalpa-San José, creará una Comisión de la Verdad sobre el golpe de Estado, porque “es justo”. Y señaló que recibe el país sumido en “una inmensa, casi inmanejable, deuda externa”, estimada en más mil millones de dólares. “Debido a la crisis política, Honduras ha dejado de recibir más de dos mil millones de dólares en ayuda exterior”, apuntó Lobo.
Interrumpió su primer discurso presidencial para firmar una ley de amnistía a los involucrados en el golpe, que fue aprobada en la noche del martes por el Congreso. “Es el principio de la reconciliación”, señaló Lobo, y agregó que quiere “sanar las heridas del pasado”.
Si bien indicó que “la amnistía se refiere únicamente a los hechos de orden político”, contempla tanto los delitos de traición a la patria como los de terrorismo, usurpación de funciones, abuso de autoridad, informó la agencia de noticias EFE. Esta amnistía comenzará a regir 20 días después de su publicación en el diario oficial.
Lobo mencionó en su discurso a Óscar Arias, el presidente de Costa Rica, quien actuó como mediador al comienzo del gobierno de facto para promover un diálogo entre el presidente golpista, Roberto Micheletti, y el depuesto Zelaya. Después de las elecciones, Arias también conversó con Lobo y le hizo alguna sugerencia para ayudarlo a lograr el apoyo internacional.
Una de las medidas que le propuso fue que Micheletti renunciara a la presidencia para que fuera Zelaya quien le entregara la banda presidencial, a lo que Lobo se negó. En ese momento Arias lo calificó de “débil”, por no lograr esa salida, y declinó la invitación para asistir a la investidura. Cuando ayer Lobo agradeció a Arias “por haberse interesado desde el principio en una solución justa y pacífica”, el público abucheó al costarricense.
El público de Lobo reaccionó de la misma manera cuando éste agradeció al presidente de República Dominicana, Leonel Fernández, por firmar el acuerdo que permitirá que Zelaya sea recibido en su país como “huésped”, o cuando agradeció a la Organización de Estados Americanos por la ayuda recibida y dijo estar seguro de que pronto se permitirá que Honduras se reincorpore al organismo, del que el país fue suspendido luego del golpe de Estado.
Los medios de prensa hondureños, que han sido reprimidos por el régimen de Micheletti, destacaron la presencia en el país del secretario de Estado Adjunto de Estados Unidos para el Hemisferio Occidental, Arturo Valenzuela. Leyeron su visita como un apoyo al nuevo gobierno. Estados Unidos es uno de los pocos países que reconocieron las elecciones del 29 de noviembre.
Quien no estuvo presente en la ceremonia fue Álvaro Colom, el presidente de Guatemala, pese a que Lobo había informado que asistiría y que incluso lo iba a “acompañar” a despedir a Zelaya. El portavoz de la Presidencia de Guatemala, Ronaldo Robles, negó que hubieran existido planes de que Colom asistiera. “Se prefirió que (el gobierno gutemalteco) fuera representado por el canciller”, Haroldo Rodas, dijo Robles.
Todos unidos
Para demostrar que su gobierno promoverá la reconciliación en Honduras, Lobo informó que incorporará a tres de los candidatos presidenciales que enfrentó en las elecciones de noviembre: Bernard Martínez, del Partido Innovación y Unidad, asumirá en el Ministerio de Cultura, Artes y Deportes; Felícito Ávila, del Partido Demócrata Cristiano, será ministro de Trabajo; y el cargo de director del Instituto Nacional Agrario será para César Ham, político de izquierda cercano a Zelaya, que se opuso al golpe de Estado y a las posteriores elecciones, en las que participó sólo porque el Tribunal Supremo Electoral le amenazó que si no lo hacía, retiraría del registro a su fuerza política, el Partido Unificación Democrática. Mientras Lobo asumía, miles de seguidores de Zelaya se concentraron, de forma pacífica, con poca presencia policial y sin incidentes, para marchar al aeropuerto para despedirlo, informó El Heraldo.
El mandatario derrocado salió de la Embajada de Brasil, donde residió más de cuatro meses, junto a su esposa, Xiomara Zelaya, su hija Hortensia y su asesor Rasel Tomé. Una caravana de unos 25 autos, en los que viajaban familiares y amigos de Zelaya, escoltó al presidente derrocado al aeropuerto de Toncontín, donde lo esperaban sus seguidores.
La multitud lo vitoreó en el momento del despegue del avión. Despidió a Zelaya con gritos y ondear de banderas de Honduras y del Partido Liberal, al que pertenecen él y Micheletti, informó EFE.
Los seguidores del ex gobernante tenían planeado realizar un acto simbólico de traspaso de mando en el que Zelaya le entregara una banda presidencial al líder del Frente Nacional de Resistencia, Juan Barahona, en representación del pueblo de Honduras. Pero no tuvieron ocasión de acceder al ex mandatario.
“Volveremos”, fue la última palabra que dijo el presidente depuesto antes de arribar al avión, en el que se dirigía a República Dominicana. Según anunció, tiene previsto trasladarse luego a México y residir allí, invitado por el gobierno del presidente Felipe Calderón. Zelaya había declarado a la Radio Globo, de Honduras: “mi idea es salir y regresar un día”.