Mientras la oposición anuncia un cambio de actitud luego de la desaparición del líder del Partido Justicialista, Néstor Kirchner, quien fue su esposa y compañera de trayectoria política, la presidenta Cristina Fernández, da señales de fuerza.
Desde la oposición, el diputado por el Peronismo Federal Eduardo Amadeo dijo respecto a la postura que adoptará su agrupación: “Mantendremos nuestros principios, pero bajaremos el tono. Seremos fuertes en los principios y suaves en los modos porque tendremos que respetar el dolor de la presidenta, pero esto no va a ser una huida hacia el kirchnerismo”, publicó el diario argentino Página 12.
Por su parte, la líder de Generación para un Encuentro Nacional, Margarita Stolbizer, consideró que “no hay riesgos de gestión” porque “la presidenta era y es, sin duda, la jefa política del gobierno”.
Para el gobernador de Santa Fe, el socialista Hermes Binner, “primero hay que transmitir un sentimiento de superación del dolor, y luego ver cómo viene la Argentina”. Su partido “acompañará todas las cosas positivas y tendrá una mirada diferente cuando no esté de acuerdo” con el gobierno.
Desde el oficialismo, el canciller Héctor Timerman sostuvo: “La reelección de la presidenta la pide el pueblo argentino, no solamente yo”. Aseguró que Fernández “va a profundizar el modelo que inició”, informó la agencia estatal Télam. También el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, dijo que Fernández “tiene que ser la candidata para las elecciones presidenciales de 2011”.
El gobernador entrerriano, Sergio Urribarri, adelantó que el kirchnerismo trabajará junto con la presidenta buscando “profundizar la apuesta para redoblar el esfuerzo”, y el diputado kirchnerista y representante legal de la Confederación General del Trabajo (CGT), Héctor Recalde, enfatizó que Fernández no va a cambiar su forma de gobernar. “Ahora seremos todos cristinistas”, resumió el jefe del bloque oficialista de diputados, Agustín Rossi.
La mandataria despidió el viernes a su compañero de vida en una sobria ceremonia en el cementerio municipal de Río Gallegos. Un centenar de personas la acompañó: representantes de organismos de derechos humanos, familiares de Kirchner, algunos legisladores cercanos, amigos y compañeros de militancia. Ministros y funcionarios recibieron la orden de continuar trabajando, salvo algunas excepciones como la del jefe de gabinete, Aníbal Fernández.
Luego del entierro, la presidenta dijo a Página 12, con una leve sonrisa: “Somos peronistas. Siempre andamos en medio del pueblo y el tumulto. No vamos a cambiar justo ahora”. Más temprano, camino al cementerio, ante la presión de la gente que saludaba el paso del cortejo, los policías empujaron. Cristina hizo detener el vehículo y bajó para defender a los que despedían a Kirchner.
Cinco días después de la muerte de su esposo, Fernández vuelve hoy a Buenos Aires para ocuparse de sus obligaciones de presidenta.