Para Raúl Castro, “el tren del VI Congreso del Partido (Comunista de Cuba) ya está en marcha”, porque las reformas económicas que deberá tratar ya se discuten en los barrios y en las sedes de la Central de Trabajadores de Cuba. Estas iniciativas están recogidas en el Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social, que incluyen la reducción de la plantilla de trabajadores estatales y el desarrollo del trabajo privado por cuenta propia.
El presidente de Cuba defendió estos cambios el sábado, al cerrar la última sesión del año de la Asamblea Nacional y dijo que la discusión al respecto, “sin excluir opiniones divergentes”, busca llegar a un consenso acerca de la importancia y urgencia de realizarlos.
Varios reportes de periodistas que accedieron a esos encuentros locales han informado de los límites que encuentra ese debate. Es el caso del corresponsal de BBC en una de las asambleas que el gobierno abrió a la prensa, Fernando Ravsberg, quien reportó que en el barrio de Nuevo Vedado se reunieron unas cien personas, pero sólo diez participaron de la discusión. Al final del encuentro, informó, se aprobaron por unanimidad los puntos discutidos, pese a que algunos de los participantes, defensores de un modelo estatista, cuestionaron la idea de promover la actividad privada.
A quienes comparten esos cuestionamientos se dirigió Castro en su discurso del sábado. “Es fundamental modificar la apreciación negativa existente en no pocos de nosotros hacia esta forma de trabajo privado”, dijo. “Nosotros absolutizamos” el principio marxista según el cual el Estado debe mantener la propiedad de los principales medios de producción y “pasamos a propiedad estatal casi toda la actividad económica del país”, dijo el presidente.
“Muchos cubanos confundimos el socialismo con las gratuidades y subsidios, la igualdad con el igualitarismo, no pocos identificamos la libreta de abastecimientos como un logro social que nunca debiera suprimirse”, sentenció.
Castro dijo que esa libreta, creada para asegurar el abastecimiento de ciertos productos a la población y evitar el “acaparamiento inescrupuloso” que algunos pudieran hacer, hoy “constituye una expresión manifiesta de igualitarismo, que beneficia lo mismo a los que trabajan que a aquellos que no lo hacen o que no la necesitan, y genera prácticas de trueque y reventa en el mercado sumergido”, citó el medio digital oficial cubano Cubadebate.
Para revertir este fenómeno, dijo Castro, es necesario fortalecer “el papel del salario en la sociedad, y ello sólo será posible si a la par de reducir gratuidades y subsidios elevamos la productividad del trabajo”. Recordó que desde setiembre no se entregan cigarrillos por medio de esa libreta y dijo que en 2011 su país no puede gastar casi 50 millones de dólares en importar café para repartirlo de ese modo. Dijo que como se hizo hasta 2005, se mezclará el café con chícharo, un producto más barato. “Si queremos seguir tomando café puro y sin racionamiento, la única solución es producirlo en Cuba”, concluyó. Reconoció que estas decisiones no son populares, pero sí necesarias para mantener y mejorar los servicios públicos de salud, educación y seguridad social. Insistió en que estos cambios buscan rectificar errores y actualizar el modelo socialista, no un paso hacia el capitalismo.
Los cambios económicos no son los únicos que están previstos para el próximo año. En su discurso, Castro recordó que después de la celebración del Congreso, del 16 al 19 de abril, se realizará la Conferencia Nacional del Partido, en la que se analizarán “las modificaciones a los métodos y estilos de trabajo de la organización partidista”. Dijo que a causa de deficiencias que existieron en los órganos administrativos del gobierno, “el Partido, a lo largo de los años, se tuvo que involucrar en el ejercicio de funciones que no le corresponden, lo cual limitó y comprometió su condición de vanguardia organizada de la nación cubana”. Pero “el Partido debe dirigir y controlar y no interferir en las actividades del gobierno, a ningún nivel, que es a quien corresponde gobernar”, concluyó.
Castro también habló de cambios al considerar que “el VI Congreso del Partido debe ser, por ley de la vida, el último de la mayoría de los que integramos la generación histórica”. Dijo que esa generación tiene “la obligación de aprovechar el peso de la autoridad moral que tiene ante el pueblo para dejar el rumbo trazado”. El dirigente cubano añadió: “Tenemos el deber elemental de corregir los errores que hemos cometido en estas cinco décadas de construcción del socialismo en Cuba”.