-Pensando en las metas trazadas por el Plan, ¿cuáles son los primeros problemas que debe atacar Dilma Rousseff para facilitar el camino?
-Hay varios problemas, entre ellos la inclusión social de decenas de millones de personas en Brasil. No se trata de darles asistencia sino de incluirlas social y productivamente en el sistema. Tenemos otro problema que es de infraestructura, de transporte, energía y saneamiento, que tiene un fuerte impacto sobre la salud de la población. La salud es otro tema. La demanda de medicamentos es muy fuerte y hay algunos que los da el gobierno porque está establecido por ley. Se está estimulando la producción de medicamentos genéricos, que son más baratos. Otra cuestión importante en Brasil es la del conocimiento de los recursos naturales. Sólo conocemos el 30% del subsuelo. También es importante implementar el horario completo en las escuelas. Hoy los niños van a la escuela y tienen muchas facilidades. Cuando vuelven a sus casas y los padres están en el trabajo, los niños se van a la televisión o a la calle, donde encuentran todo tipo de tentaciones. Creo que un sistema de horario completo es de gran importancia para la propia formación del niño.
-¿El sistema educativo de Brasil está preparado para implementar el sistema de horario completo?
-Se ha hecho un esfuerzo muy importante. Se construyeron más escuelas técnicas y más escuelas en los últimos ocho años que en toda la historia de Brasil; se amplió mucho el número de universidades; hay 14 nuevas universidades federales. El problema de la educación de Brasil es que hay tres niveles de gestión: el municipal, el estatal y el nacional. Las competencias están divididas y además las universidades tienen autonomía, entonces la intervención del gobierno nacional es muy compleja.
-La reciente ocupación del Complexo do Alemão, en Río, ¿es la forma de luchar contra el narcotráfico y el crimen organizado?
-Hay muchos aspectos. Uno es la existencia de grupos criminales fuertemente armados: los narcotraficantes y las milicias, que son ex policías que funcionan como la mafia y cobran a la población por servicios que el Estado no brinda en esas zonas porque no está presente. No hay escuelas, servicios de salud, limpieza urbana. Si en un barrio de clase alta no se recoge la basura durante dos o tres días es un escándalo; del Complexo sacaron como 500.000 kilos de basura. El Estado tiene que estar presente con servicios. Otros aspectos son el tráfico de armas y de drogas. Brasil no es un gran productor de drogas. Habría que controlar las fronteras, pero son casi 17.000 kilómetros por tierra y aire. Y hay demanda. En todas partes del mundo, las personas consumen sustancias ilegales por sus angustias, por sus psiquis, sus historias personales, sus situaciones. El aumento de la estabilidad social, de la educación, la reducción de la violencia, reduce también la inestabilidad psíquica de las personas y reduce el consumo. Ves a niños de 12 o 13 años tomando alcohol, en Brasil no está prohibida la publicidad de cerveza, sí de otras bebidas, pero se ven las publicidades y a los niños tomando. La ocupación es muy importante y tiene que ser seguida por servicios públicos, hay que darles transportes, el 99% de las personas que viven ahí son trabajadores, necesitan todo tipo de servicios.
-Usted plantea el problema de la publicidad y además en el Plan hay varios aspectos relacionados a los medios, como lograr una complementariedad entre la radiodifusión comercial, estatal y pública, o que se garantice la prevalencia de producción nacional. ¿Estas metas se pueden alcanzar naturalmente o va a ser necesaria una ley de medios, que el presidente Lula ha insinuado?
-Se ha hecho un esfuerzo muy grande de redistribución del presupuesto de publicidad del Estado y ahora la reciben también periódicos chicos, radios comunitarias. Nosotros tenemos una ley de medios que tiene 50 años. Es necesaria una nueva reglamentación de los medios, con un amplio debate nacional que cuente con la participación de todos. No tiene nada que ver con la libertad de expresión, que está garantizada por la Constitución. Después está el tema de la diversidad. Hoy los medios son negocios enormes de información y publicidad. En cuanto a contenido, nos pasa algo interesante. Por ejemplo, la programación de TV Globo es casi toda nacional. A uno puede no gustarle, pero eso es otra cosa. Lo que no hay es diversidad, entonces hay que estimular la producción independiente para la televisión, y eso se está procurando hacer.
-En las metas para Brasil 2022 están incluidos varios objetivos referidos a la cultura, como la universalización del acceso a bienes y contenidos culturales o incorporar la educación artística en las escuelas. ¿Qué papel debe cumplir el factor cultural en el desarrollo de los países sudamericanos?
-La manifestación cultural es la que forma el imaginario de las personas. Sabemos de todo a través de la información cultural de los periódicos, los libros, la televisión, o las manifestaciones culturales como la pintura, la escultura. Es un proceso extraordinariamente importante, porque las manifestaciones culturales nacionales encierran los valores nacionales. Si las dominantes son internacionales -que hay que tenerlas, sin duda-, y sólo conocemos la información de otro país, transmitida por los medios de ese país, en realidad no sabemos. La cultura también es una forma de unidad nacional de un país, ahí está el sentido de pertenencia.
-En el Plan se plantea que en 2022 habrá bloques de poder y países con concentración de poder. En el caso de América del Sur se puede vislumbrar que esa concentración estará en Brasil. ¿Qué cuidados tiene Brasil para no repetir en esta región un modelo asimétrico de relaciones internacionales?
-Los principios de la política brasileña ya van en una dirección diferente. Tenemos principios constitucionales: la autodeterminación, la no intervención -un país que dice que quiere cambiar el régimen del otro no se puede considerar democrático-, la cooperación para el desarrollo, el respeto a las fronteras, la integración de América Latina. Si dos países de la región tienen un conflicto, sólo vamos a participar si ambos piden nuestra ayuda, como en el caso de Venezuela y Colombia. En el caso de las papeleras ustedes pidieron pero Argentina no. Con estos principios creemos que no vamos a repetir las rispideces de otros países porque no partimos de la idea de que Brasil tiene una civilización superior que nos da el derecho de enseñarles a los demás. Muchos de otros países sienten que tienen esa superioridad.
-Con el gobierno de Lula se ha ganado en el respeto a los derechos humanos básicos. ¿No es momento de actuar también respecto a las violaciones de los derechos humanos cometidas durante la dictadura?
-Tuvimos, como otros países de América del Sur y de América Latina, un régimen autoritario civil y militar. Empecemos por ahí, no fue sólo un régimen militar. Muchos civiles han sido ministros, empresarios, participaron con gran alegría, porque consideraban que ese régimen era correcto. Éste es un punto importante, porque después se pasó a decir que eran regímenes militares. Hubo abusos contra los derechos humanos. Hubo muertos en enfrentamientos y en prisión; unas 500 personas, un número menor que el de otros países. Hubo una ley de amnistía y actualmente hay un esfuerzo para identificar a las personas que cometieron actos ilegales, pero es un proceso muy complejo.
-Si la oposición gana las elecciones en 2014 o 2018, ¿cómo se verá afectado el Plan?
-Hay un reconocimiento al gobierno que pasó, que ha hecho muchísimo. Si todo sale bien, la popularidad del próximo gobierno será muy alta también. Tenemos para algunos años.