En 1960 la bomba atómica era un arma novedosa y a los cuerpos militares franceses les preocupaba cuáles serían los efectos de esta nueva arma en sus soldados, por lo que experimentaron con algunos de ellos en sus ensayos nucleares.
El 25 de abril de 1961, Francia realizó una de sus primeras pruebas nucleares. El ejercicio consistía en que unos 300 soldados, en su mayoría reclutas, se mantuvieran en refugios durante la explosión, que salieran unos 35 minutos después y se aproximaran a pie al punto cero y se detuvieran a 700 metros de distancia. Una patrulla de vehículos todoterreno llegó incluso a 275 metros del lugar de la explosión. Eso sí, los mandos superiores “no deben penetrar” a la zona afectada, según un informe datado en 1998 y publicado ayer por el periódico francés Le Parisien.
Aquellas pruebas eran un experimento y su objetivo era medir distintas variables. Una de ellas era la máscara anti gas, y se descubrió que, aunque era la más efectiva para evitar la inhalación de polvos radiactivos, enlentecía la marcha de los soldados un 50%. En busca de un ataque más efectivo, se sustituyó ese elemento por una “máscara antipolvo elemental”. En situaciones excepcionales, “la autoridad responsable” podía ordenar a los soldados quitarse la máscara, con lo que inhalarían en un día el polvo radiactivo equivalente al de tres meses con protección.
El sábado se cumplieron 50 años de la primera prueba atómica en el Centro Sahariano de Experimentación Militar de Reggane, en Argelia, que en ese momento era una colonia francesa. Allí se hicieron 17 pruebas atómicas hasta 1966. Luego los experimentos se trasladaron a la Polinesia Francesa, escenario de 193 ensayos atómicos, hasta 1996, cuando el presidente francés Jacques Chirac ordenó la interrupción definitiva de esas prácticas, recordó la agencia de noticias Europa Press.
“Estudiar los efectos fisiológicos y psicológicos producidos en el hombre por el arma atómica” era el objetivo de los experimentos, que querían verificar si una tropa podía ocupar una posición afectada por una explosión atómica. Algunos veteranos que participaron en los ensayos dijeron que iban un poco más allá de lo que dice el informe, y que se les ordenaba permanecer tirados en el suelo, vestidos sólo con pantalones cortos y camisetas, y taparse los ojos con las manos durante las explosiones. También afirman que se les obligó a ir al punto cero después de cada explosión para examinar el impacto que sufrían.
En 1998 el informe concluyó que las tropas eran “capaces de continuar el combate, en la medida en que la moral no se viera demasiado afectada”. Sin embargo, ahora Le Parisien asegura que los experimentos “han causado enfermedades irreversibles” en los soldados.
En mayo de 2009 Francia aprobó destinar 10 millones de euros a indemnizaciones para los argelinos y franceses afectados por la radiación de sus pruebas nucleares. Para recibir esas indemnizaciones los soldados deben demostrar que sufren una de las 18 enfermedades que pueden ser causadas por explosiones nucleares o de radiactividad ambiental, informó el diario español El País.
El actual ministro de Defensa de Francia, Hervé Morin, consultado por el periódico francés, dijo que desconocía el informe pero que “las dosis recibidas en esas pruebas fueron muy bajas”. Aun así, prometió que se realizará una nueva investigación y que los resultados serán publicados en su totalidad, informó BBC.
Morin también recalcó que fue durante su mandato que se aprobó indemnizar a los afectados, informó la agencia de noticias EFE, y consideró que la carrera de Francia para obtener la bomba atómica fue un “símbolo de constancia”.