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Henry Engler, ayer, momentos antes de su intervención en el homenaje a Raúl Sendic, en el cementerio de La Teja.

Foto: Victoria Rodríguez

21 años después de la muerte de Raúl Sendic, un homenaje en su tumba reunió a corrientes muy diversas que invocan su legado

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El presidente apareció sin avisar y volvió a ser “el viejo” por unos minutos. Esta vez, en lugar de las acostumbradas mareas humanas que lo rodean, encontró el saludo de veteranos compañeros del Movimiento de Liberación Nacional (MLN), que aprovecharon para enviarle sus mensajes políticos. Fue ayer, cerca del mediodía, en el Cementerio de La Teja, en el homenaje a Raúl Sendic Antonaccio, que falleció en París el 28 de abril de 1989.

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En un espacio reducido estaba todo el espectro de la “sensibilidad tupamara”, pese a su heterogeneidad y de que la mayoría de los asistentes ya no milita en la orgánica del MLN. A pocos metros de Mujica estaba Jorge Zabalza, y tampoco faltaron a la cita los ministros Luis Rosadilla, Ricardo Ehrlich y Daniel Olesker (que integró el comité central del MLN), el ex titular del Interior José Díaz -que asesoró como abogado a los sindicatos cañeros en los 60- y el científico Henry Engler. Había familiares, entre ellos el futuro presidente de ANCAP, Raúl Sendic, y un agrupamiento de dirigentes del Frente Juvenil que se alejó del MLN en la quinta convención de 1990, entre ellos Claudia Porrini, una de las oradoras.

El tupamaro Washington Rodríguez Beletti, del Movimiento por la Tierra, habló de apoyar “con todas las herramientas” a José Mujica en la “gran patriada” de combatir la pobreza y saldar la fractura social. “Es hoy o nunca, las ideas de Raúl están calando hondo y anidan en la cabeza de muchos gobernantes”, se entusiasmó Rodríguez Beletti, que se desmarcó de los “archirradicales y revolucionarios de siete erres” que “siempre están al acecho” para cuestionar los “parches reformistas” de Mujica.

“Si Mujica se compromete con el tema de la tierra estaremos con él. Pero obras son amores y es cierto que en muchas cosas estamos en las antípodas. Con Haití estuvimos a muerte con [Guillermo] Chifflet, y no coincidimos en la prisión domiciliaria para los asesinos”, explicó a la diaria el dirigente tupamaro, de 83 años.

Porrini, en tanto, habló en nombre de la generación que se incorporó a la actividad política en la lucha contra la dictadura y que en los 80 se integró a organizaciones políticas como el MLN. En ese proceso conocieron a Sendic y su “mirada profunda”. Recordó que por aquellos años la agenda del principal rehén de la dictadura incluía temas como la robótica, los cambios en los procesos productivos y la preservación del planeta (por su iniciativa el Frente Juvenil debatió con Ehrlich sobre la incipiente biotecnología).

“Alejado siempre de los dogmas y sectarismos, entendió la política como un ejercicio de reflexión creativa, en función de lo social”, marcó Porrini, que rememoró las intenciones de Sendic de reforma constitucional para asegurar tierra -incluso a la salida de la cárcel- y de creación del Frente Grande. Propuso que la izquierda discuta el tema del poder “con elevación conceptual”; reclamó autonomía de las organizaciones sociales para “que no sean poleas de transmisión de los partidos” y pidió mayor poder económico para la economía social y cooperativa.

Porrini sostuvo que la gestión del Estado es un medio para fortalecer la autonomía y no “un fin en sí mismo”, y pidió reformular valores históricos en la izquierda como el discurso populista y el excesivo proteccionismo de Estado, que han “perdido vigencia”. “Elevar la mirada y ser profundamente tolerantes, así sin dudas estaremos homenajeando a Raúl Sendic y encontrándonos un poco más cerca de ese objetivo. Porque al final como al principio, todo es plan y fantasía”, concluyó, en referencia a una poesía del homenajeado. A la salida de la dictadura, dirigentes tupamaros participaron en Cantares del calabozo, un proyecto musical que recopilaba canciones escritas en prisión para las finanzas del Movimiento por la Tierra y contra la Pobreza, impulsado por Sendic, según recordó Henry Engler, que en su discurso eligió las anécdotas.

Él y Sendic convivieron en el Penal, y allí prepararon un manuscrito con los valores morales, éticos y las acciones que pueden convertirse en ley universal. Estudiaron inglés y guitarra -“nunca tocó muy bien”- y recordó que Sendic siempre estaba en cuclillas por su obsesión en la costumbre de algunos indígenas de no sentarse. Con dialéctica, Engler marcó que las tesituras políticas “siempre tienen que cambiar”, pero los principios “son estáticos”, y vaticinó que con este gobierno se abrirán las vías de acceso para erradicar la miseria.

Clases de catecismo

Rosadilla recordó a Sendic como una persona que podía estar en una reunión “sin que nadie se diera cuenta”, y que hablaba “breve y conciso”. Lo definió como un militante político que pensaba de una forma “absoluta y cotidianamente revolucionaria, no algo sólo declarativo”. “Fue el renovador más importante de la izquierda uruguaya de los 60, pero también después de 1985, cuando nos enseñó la importancia de renovar permanentemente el pensamiento político”, dijo a la diaria. En cuanto a las críticas a Mujica desde estos ámbitos, Rosadilla respondió: “No creo en el paraíso pero sí en su búsqueda. A este gobierno hay que exigirle y va a responder”.

Zabalza prefiere no hacer declaraciones pero sigue activo a través de escritos que circulan en internet. Ayer apenas contó que prepara un libro sobre el legado político y filosófico de Sendic. Una de las últimas notas de Zabalza se titula “Amortiguadores” -concepto acuñado por Carlos Real de Azúa para describir el fenómeno del batllismo-, que reflexiona sobre “el insólito hecho” de la llegada de un ex guerrillero a la Presidencia, a quien cuestiona, entre otras cosas, por su exceso de pragmatismo: “Si uno fuera creyente les diría, con el Flaco [Julio] Dewaily [un tupamaro recientemente fallecido], ¡que dios los ayude!”.

En otro desmarque reciente salió al cruce de dirigentes del MPP que pedían respetar las dos consultas populares para no anular la Ley de Caducidad. “¿Qué explicación me pueden dar los todavía creyentes en el catecismo? ¿Existe o no un pacto cívico-militar? Me siento muy orgulloso de estar completamente limpio de ese barro”, interrogaba el Tambero, que ayer estaba con su compañera, Verónica Engler. Cuando lo vino a saludar el hijo de Sendic recordó cuando lo tenía en brazos de niño, y a Rodríguez Beletti le transmitió que no compartía algunas reflexiones de su discurso.

Cerró el acto Daniel Viglietti -cantó la infaltable “Milonga cañera” de Alfredo Zitarrosa- y luego muchos se acercaron a la tumba para colocar flores. Uno de los dos epitafios que lo recuerda, reza: “Esparció la semilla de la dignidad a los cuatro vientos, sufrió rigores y persecuciones, y dejó una herencia de grandeza que trasciende a su tiempo”.

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