The end
“Gracias y adiós”, dijo el ahora ex primer ministro británico Gordon Brown, líder del Partido Laborista, que gobernó el Reino Unido durante los últimos 13 años. El líder de los conservadores, David Cameron, asumió su cargo luego de que la reina Isabel II aceptó la renuncia de Brown. El primer ministro saliente sugirió a la reina que invitara a Cameron a formar el nuevo gobierno. Estos pasos no habrían sido posibles si los conservadores no hubieran logrado un acuerdo con los liberales demócratas, liderados por Nick Clegg, que resultaron terceros en las elecciones del jueves. Al sumar sus escaños, los liberales permiten a los conservadores sumar la mayoría parlamentaria necesaria para llegar al gobierno. Cameron aseguró -al frente del número 10 de Downing Street- que se logró una “correcta y completa coalición”. Poco después, la alianza quedó sellada con el nombramiento de Clegg en el cargo de viceprimer ministro británico. El gobierno bipartidario “empezará a trabajar inmediatamente por el país”, dijo Cameron. Prometió que “los mejores días para Reino Unido están por delante”, informaron BBC y The Guardian. La cadena BBC indicó que es probable que se conforme un gabinete de los dos partidos y que la alianza incluya un programa de gobierno común. Más temprano, en el mismo escenario, frente al 10 de Downing Street, un Brown emocionado afirmó: “amé mi trabajo”, no por su “prestigio” sino porque “me dio el privilegio de servir” al Reino Unido. Brown mantiene su calidad de miembro del Parlamento y su renuncia al liderazgo del Partido Laborista tuvo efecto inmediato. Será reemplazado temporalmente por Harriet Harman, a quien Brown definió como “una de las mejores personas que uno puede conocer”, indicó el diario The Independent. Mientras tanto, el comité nacional ejecutivo acelera los pasos para elegir un sucesor en el liderazgo del partido lo antes posible, quizás antes de agosto.
Una de las cosas que más le criticaron sus adversarios políticos a Nicholas William Peter Nick Clegg, líder del Partido Liberal Demócrata, es su europeísmo. Llegó a señalar, en uno de los debates de campaña, que el Reino Unido debía “olvidarse de sus intenciones imperiales” y “asumir un papel activo en Europa”. No es de extrañar que Clegg mire hacia el continente. Nacido el 7 de enero de 1967, ateo confeso, políglota, autodefinido como moderno y sencillo, es hijo de una holandesa y está casado con una española.
Su abuela paterna, Kira von Engelhardt, estaba emparentada con un alto cargo de la Rusia zarista y huyó de los bolcheviques luego de la Revolución Rusa, de 1917, informó la agencia de noticias ANSA. La hermana de la abuela, la baronesa Moura Budberg, trabajó como espía y se sospecha que fue una agente doble. Incluso se le atribuyen romances con los escritores HG Wells y Máximo Gorky, señaló el diario español El País.
Su padre, también llamado Nick Clegg, es presidente del United Trust Bank y miembro de la Fundación Anglo-Japonesa Daiwa. Su madre, Hermance van den Wall Bake, fue maestra de niños con necesidades educativas especiales y pasó tres años en un campo de internamiento japonés, junto con su familia, durante la Primera Guerra Mundial.
Pero a la composición internacional de su familia -a lo que se atribuye que el líder liberal hable cuatro idiomas además del inglés: holandés, alemán, español y francés- también aportó Clegg. Se casó con una abogada española, Miriam González, hija de una maestra y de José Antonio González, ex senador del Partido Popular español y ex alcalde de Olmedo, un pueblo de apenas 3.800 habitantes, que siguió con atención las elecciones británicas el jueves.
Mientras que las esposas de los contendientes políticos de Clegg salieron a buscar votos para sus maridos, Miriam continuó con su trabajo de abogada en Londres y apoyó a su esposo desde el hogar. Samantha, la esposa de David Cameron, el líder conservador, y Sarah, la del primer ministro laborista, Gordon Brown, reconocieron en declaraciones a los medios que postergaban sus carreras en pos de la carrera política de sus maridos. “Yo lo apoyo sin hipotecar completamente mi vida”, señaló Miriam, que agregó que, aunque no trabajara, tampoco lo hubiera hecho porque “las mujeres tienen que apoyar pero no someterse a la vida de sus maridos”, informó la cadena española COPE.
Clegg se casó con Miriam en el pueblo de Olmedo. La había conocido en una instancia de su larga historia académica. Fue en Brujas, Bélgica, en el Colegio de Europa, luego de comenzar sus estudios en la escuela inglesa Caldicott y de continuar la secundaria en la exclusiva Westminster School de Londres. El político continuó sus estudios en la Universidad de Cambridge, donde se licenció en Antropología Social, y en la Universidad de Minnesota, en Estados Unidos, donde logró el posgrado defendiendo una tesis sobre el impacto humano en el medio ambiente.
Durante su estadía en Cambridge participó en actuaciones teatrales estudiantiles, y en una de las obras, que trataba sobre el sida, compartió escenario con la actriz Helena Bonham Carter. Luego de finalizar sus estudios en Minnesota, se trasladó a Nueva York, donde trabajó en el diario de izquierda The Nation, empleo que abandonó cuando ganó la beca para estudiar en Brujas. Más adelante, en la década de 1990, colaboró con el diario Financial Times.
Pero ni el teatro ni el periodismo vencieron a la política, la verdadera vocación de Clegg. El carismático líder, que durante la campaña fue comparado con el presidente estadounidense, Barack Obama, logró su primer trabajo en Bruselas, en 1993, gracias al ex canciller conservador Lord Carrington, cercano a su familia, que lo posicionó como asesor del comisario conservador Leon Brittan, informó El País.
En 1999 fue electo europarlamentario con afiliación liberal demócrata y desde ese cargo cofundó el grupo Campaña por la Reforma Parlamentaria, que reclamaba que se reformaran los sistemas de gasto, transparencia y control del Parlamento Europeo. También tuvo iniciativas ambientalistas, como la defensa de embargos sobre la madera talada ilegalmente y el intento de prohibir los cosméticos cuyos fabricantes experimentaron en animales.
No volvió a postularse para el cargo y al finalizar su período, en 2004, volvió a Londres. Al año siguiente fue electo como parlamentario por la circunscripción de Sheffield Hallam, con 50% de los votos, informó BBC. En el Parlamento rechazó la colaboración británica a la invasión en Irak, la retención de ADN de personas inocentes y las políticas antiterroristas. Defendió los derechos civiles y de los inmigrantes, informó ANSA. Luego de ser promocionado como portavoz de Asuntos de Interior de los liberales en el Parlamento, en diciembre de 2007 se convirtió en el líder de su partido, tras vencer las internas con una diferencia ajustada.
Algunos medios británicos destacan que Clegg no oculta aspectos de su historia personal. Señalan como ejemplo que cuando se le consultó si creía en Dios, respondió un rápido y sin excusas “no”. Posteriormente envió un comunicado en el que decía que su mujer sí cree y que sus hijos son educados como católicos, indicó el diario Público. Clegg incluso contó a BBC que cuando tenía 16 años fue sentenciado a trabajo comunitario en Alemania, donde fue estudiante de intercambio, por haber prendido fuego una colección de cactus raros de uno de sus profesores.
En el programa de gobierno de los liberales presentado para las elecciones del jueves se incluía, además de la destacada reforma del sistema electoral, la modernización del sistema de salud, la reducción de impuestos, y el abandono del programa nuclear de submarinos de su país. También se proponía mejorar la protección del medio ambiente y amnistiar a los inmigrantes indocumentados que estén en el país desde hace más de diez años y hablen correcto inglés.
Pese a que en la campaña, luego del primer debate, la intención de voto de los liberales alcanzó 43%, en las urnas resultaron terceros, y los liderados por Clegg quedaron en situación de decidir si apoyan a alguno de los partidos tradicionales para formar un gobierno.
Al igual que los laboristas, los liberales surgieron como partido a mediados del siglo XIX, de la división del Whig, que era en su momento uno de los dos partidos tradicionales, junto con los conservadores. Se dividieron cuando los sindicatos decidieron tener su propio partido, más cercano al socialismo, y formaron el Partido Laborista.
Hasta ayer, según dijo a BBC el analista conservador Daniel Finkelstein, los liberales enfrentaban la decisión de conformarse “con ser la voz de una rebelión de clase media contra la vieja política” y aliarse con los conservadores o de proponerse “completar la misión de unir a la izquierda bajo su liderazgo” en una alianza con los laboristas. Los liderados por Clegg optaron por dar su respaldo a los conservadores.