La fortuna de Liliane Bettencourt, heredera de la firma L’Oréal, es la mayor entre las mujeres francesas y las de toda Europa. Está estimada en una cifra entre los 16.000 y 17.000 millones de euros, más de 20.000 millones de dólares. En su país, según las publicaciones especializadas, sólo la supera la de Bernard Arnault, el creador de LVMH, un grupo empresarial que reúne marcas como Louis Vuitton, Givenchy y Christian Dior.
Su fortuna le permitió a Bettencourt, de 87 años, hacer regalos caros a su amigo el pintor y fotógrafo Jean-François Banier. La única hija de la heredera de L’Oréal, Françoise Bettencourt-Meyers, estimó que esos regalos -que incluyeron, por ejemplo, un cuadro de Matisse- equivalen a mil millones de euros, y decidió llevar el caso a juicio. Encargó al mayordomo de su madre grabar ciertas conversaciones y llevó a la Justicia al artista, al que acusa de haberse aprovechado de su madre, a quien ella intenta declarar legalmente incapaz de gestionar su fortuna. El caso podría llevar a la cárcel a Banier. “Espero que siga siendo mi amigo”, declaró Liliane Bettencourt al canal TF1.
Pero las grabaciones que hizo el mayordomo también implicaron a Bettencourt. De esas charlas surgieron elementos para sospechar que la millonaria tiene un par de cuentas no declaradas en Suiza, lo que llevó a la Justicia a investigarla por evasión fiscal.
En la entrevista con la televisión francesa, en la que según el reporte de la agencia de noticias EFE quedaba en evidencia su sordera, Bettencourt habló de su hija, de quien dijo que actuó por celos. También le preguntaron acerca de sus supuestas cuentas en el exterior, a lo que respondió: “Claro que tenemos muchos asuntos en el extranjero”. La investigación judicial está detenida hasta que se evalúe la validez de esas grabaciones, que no sólo comprometen a la millonaria.
Cambios cosméticos
El caso involucró al actual ministro de Trabajo y hombre clave del gobierno, Eric Woerth, quien fue ministro de Presupuesto desde 2007 hasta mayo -y como tal, responsable de la política fiscal francesa-, y antes fue el tesorero de la campaña electoral de Sarkozy en 2007, cargo que ocupó por varios años también en el partido del presidente, la Unión por un Movimiento Popular (UMP).
De las grabaciones surgieron elementos para sospechar que Woerth se vinculaba con Bettencourt, y que su esposa Florence trabajaba en la contabilidad de la millonaria hasta el mes pasado. La oposición lo acusa de tener un conflicto de intereses en su calidad de ministro de Finanzas y tesorero de un partido beneficiado por contribuyentes. Además, cuando Woerth era ministro de Presupuesto, el fisco le dio a Bettencourt reembolsos millonarios dispuestos para aquellos contribuyentes fuertes que demostraran que pagaron más del 50% de sus ingresos en impuestos en un año, señaló EFE. El ministro insistió en que él no tuvo nada que ver en esto.
En medio de este escándalo, el presidente Sarkozy aceptó el domingo la renuncia de dos de sus ministros: Alain Joyandet, secretario de Estado de Cooperación, y Christian Blanc, ministro encargado del proyecto urbanístico llamado Desarrollo del Gran París. Los dos habían sido criticados por gastar fondos públicos en lujos, en tiempos en que el gobierno predica austeridad al tomar medidas como la de aumentar de 60 a 62 la edad para jubilarse. Justamente esta polémica reforma está a cargo del actual ministro de Trabajo, Woerth. Desde la UMP se ha interpretado que las acusaciones al secretario de Estado buscan atacar esta iniciativa.
Pero quienes cayeron fueron Joyandet y Blanc, y el gobierno hizo un alarde de ahorro al encargar las funciones de sus carteras a otras ya existentes. La agencia de noticias AFP indicó que Joyandet fue criticado porque había pagado 116.500 euros, unos 157.000 dólares, para viajar, en un avión privado alquilado, a una conferencia sobre Haití, cuando pudo hacerlo en un vuelo común. Además se sospecha de la legalidad del permiso que obtuvo para ampliar su casa, cercana a Saint Tropez. La información sobre estos gastos fue publicada por la prensa francesa, que también indicó que Blanc gastó 12.000 euros, unos 14.700 dólares de su ministerio, en habanos. El ministro hizo luego un reembolso de su bolsillo, primero por un porcentaje de ellos, que reconoció haber fumado -de a dos por día- y luego tuvo que pagar por la totalidad, señaló el diario madrileño El País. Los dos ministros se defendieron pero terminaron forzados a renunciar.
La prensa francesa, según un relevamiento del diario Libération, coincidió en interpretar la decisión de Sarkozy de aceptar sus renuncias, como un modo de descomprimir la presión que sufría su gobierno sin sacrificar a Woerth. Para el presidente, si el ministro de Trabajo caía, eso significaría dar un respaldo a las críticas en su contra. “Los editorialistas fueron unánimes esta mañana en cuanto a ver las renuncias de Blanc y Joyandet como una pantalla de humo destinada a salvar al ministro de Trabajo”, aseguraba el lunes el periódico francés.
Zona T
Sarkozy tuvo que salir ayer a responder otra noticia del caso Bettencourt. Una ex contadora de la millonaria, que declaró en la investigación judicial, fue entrevistada por el portal de noticias Mediapart, que la identificó sólo como Claire T. En sus declaraciones, la contadora dijo que el presidente recibió donaciones en efectivo de la heredera de L’Oréal y de su difunto esposo André Dedé Bettencourt. Agregó que la millonaria entregó a Woerth 150.000 euros, unos 200.000 dólares en efectivo para la campaña electoral de Sarkozy en 2007.
El propio Sarkozy negó esa información y calificó de calumnias los dichos de la contadora, indicó el diario Libération. Lo mismo hizo el primer ministro François Fillon, quien defendió a Woerth. “Nunca hemos conocido un solo hecho probado” y “nunca se ha identificado una falta” del ministro, dijo. Algo parecido había dicho de sí mismo Woerth, quien declaró que su partido “no ha recibido un euro ilegal”.
Antes de que hablara el mandatario, la líder del Partido Socialista, Martine Aubry había declarado: “Si el presidente de la República no responde, esta crisis de confianza se convertiría en una crisis política”, indicó EFE. La oposición ha reclamado la renuncia de Woerth, pero tanto el ministro como Sarkozy entienden que una renuncia suya equivale a dar la razón a las “calumnias”.