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Osmar Sostoa.

Foto: Javier Calvelo

Otra etapa

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“Aunque no sea candidato, [el presidente paraguayo] va a seguir siendo el líder de este proyecto político”, dijo Osmar Sostoa.

Para las próximas elecciones, el oficialismo paraguayo tendrá el desafío de centrarse “en el programa y en los acuerdos dentro de la alianza que aseguren la gobernabilidad”, más que en la persona que se postule a la presidencia, dijo a la diaria el viceministro del Interior de Paraguay, Osmar Sostoa, que visitó Montevideo para participar en la actividad “20 años del Mercosur: derechos humanos en el proceso de integración”.

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Editar

-Desde el comienzo del gobierno del presidente Fernando Lugo está sobre el tapete el accionar del Ejército del Pueblo Paraguayo [EPP]. ¿Qué grado de influencia tiene ese grupo armado en los departamentos de Concepción y San Pedro, en los que opera?

-No se tiene información muy precisa al respecto, pero están en zonas en las que este gobierno intenta que haya una mayor presencia del Estado, en conjunto con los gobernantes [locales] que ganaron las elecciones de 2008 como parte de la alianza de gobierno. Digamos que es un grupo foquista, pequeño, que actúa en forma intermitente y es muy débil en su inserción social. Todo esto implica que no tiene un gran arraigo en la población, por eso no ha crecido en número. Su fuerza real es bastante limitada. Al realizar actos muy violentos de gran impacto, genera el rechazo de la población. En su última acción [en setiembre], atacaron una subcomisaría muy humilde, de infraestructura muy limitada, con pocos policías que no tenían suficientes armas. Llegaron preparados con armas pesadas y eran ocho o diez, frente a los dos policías que estaban de guardia. Fue un ataque de gran impacto mediático y humano, y la manera en que acribillaron a estos policías fue brutal: a uno de ellos le dieron con más de 16 balas. Difícilmente con este tipo de intervenciones tan violentas y aisladas ganen arraigo en la población. Incluso generaron una reacción en contra, porque a fin de cuentas eran policías de la comunidad.

-¿Para qué se necesita una mayor presencia del Estado?

-Todo el operativo político militar en esas zonas está trabajando fuerte y sistemáticamente, en especial el gobierno nacional junto con los departamentales, para incrementar la presencia del Estado de tal manera que familias humildes no se sientan tentadas por lo que les puedan ofrecer en términos de opción de futuro o de opción económica. El objetivo no es solamente el EPP, sino también disminuir la probabilidad de reclutamiento de la mafia, de las drogas.

-Usted mencionó que el EPP no ha crecido en número, pero ¿se sabe cuántos son sus integrantes?

-A ciencia cierta no se sabe. Existen versiones de que no serían más de 20 personas o incluso menos en este momento, porque se habla de que una de sus principales líderes [Magna Meza] habría sido gravemente herida en esta última intervención. Eso no está confirmado, pero es probable que esté herida o incluso muerta.

-Hubo denuncias de que la presencia del EPP fue aprovechada por el Estado para reprimir movimientos sociales.

-Si hay sectores políticos que estuvieran apoyando el estado de excepción con esa expectativa están equivocados, porque las Fuerzas Armadas y la Policía están bajo el mando del gobierno y éste no va a permitir ese tipo de abuso. Si se llegara a producir, sería de absoluta responsabilidad individual de algunos miembros que serían sancionados, pero la política del gobierno es la contraria: mayor presencia para tratar de encaminar la respuesta a las demandas sociales de la población. Además, este gobierno es el que más se reúne, el que más negocia con las organizaciones, en especial las campesinas, para concertar una política social y económica de desarrollo nacional.

-En los tres años que van del gobierno de Lugo, ¿se han podido tomar medidas efectivas contra la corrupción?

-Primero, la disminución de la corrupción en Paraguay debe ser una política de Estado, no se puede en cinco años resolver definitivamente eso. Tenemos más de 200.000 funcionarios públicos y el 75% de ellos son los mismos que estaban durante la dictadura y los 60 años de gobierno del Partido Colorado, y es difícil cambiar la cultura de esa gente de la noche a la mañana, o forzar una renovación generacional, así que, dentro del Estado, va a llevar su tiempo. En el mercado y la sociedad también hay que tener en cuenta que nuestro país durante la dictadura fue un punto de articulación regional de la mafia y el tráfico de drogas y de armas. Ciudad del Este, Hong Kong y Miami eran las tres ciudades más grandes del tráfico comercial, y cambiar esas costumbres lleva su tiempo. Un ejemplo: el Fondo Monetario Internacional estima el Producto Interno Bruto de Paraguay en 35.000 millones de dólares, y el Banco Central del Paraguay, en términos de negocio formal, lo registra en 20.000 millones; ésa es una herencia, la economía subterránea paraguaya es equivalente al 75% de la economía formal. Esto lleva su tiempo y además necesita del compromiso de toda la clase política paraguaya, y no sólo de un presidente. Por eso esta alianza [gobernante, la Alianza Patriótica para el Cambio] se construyó sobre la base de un gran compromiso para sanear el país -no sólo en términos económicos- y luchar contra la corrupción. Hace falta aún un mayor compromiso: el de designar un proyecto para 2013 para que este proceso de saneamiento, de democratización del Paraguay, pueda realizarse en todas sus dimensiones.

-¿Se perfila un candidato presidencial que lidere esa alianza para las elecciones de 2013?

-Lo que ocurre es que el presidente Fernando Lugo, más allá de que sea candidato o no, demostró en estos más de 20 años de democracia que es un líder que permitió algo muy difícil en la política paraguaya: la unidad de amplios sectores, de un gran espectro ideológico. El proyecto de la Alianza Patriótica para el Cambio no fue ideológico sino nacional, en términos de garantizar la gobernabilidad democrática de Paraguay, de garantizar la democratización y de iniciar el saneamiento del país. Ese compromiso se mantiene firme, y el presidente demostró durante su gobierno esa voluntad, por lo tanto, aunque no sea candidato, Lugo va a seguir siendo el líder de este proyecto político. Más allá de que un candidato que pueda tener una gran fuerza aglutinadora, ésta es una etapa en la cual lo gravitante no va a ser un individuo. El proyecto se tiene que centrar más en el programa y en los acuerdos dentro de la alianza que aseguren la gobernabilidad. Esperamos que el pueblo valore eso más allá de quién sea la persona que encabece la lista. Eso sería un signo de madurez cívica y política. Igual, por supuesto que el pueblo va a ver que el liderazgo de Lugo va a seguir soportando ese proyecto.

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