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La polémica sobre el genocidio armenio, que enfrenta a Francia y Turquía, se asienta en Israel.

El gobierno israelí intenta frenar el debate en el Parlamento sobre el reconocimiento de la matanza de más de un millón de armenios en manos del Imperio Otomano entre 1914 y 1918 como un genocidio. Las autoridades temen que una definición de ese tipo genere una crisis diplomática como la que viven Turquía y Francia desde que los diputados franceses aprobaron una ley que establece castigos a quienes nieguen el genocidio armenio.

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Israel no reconoce el genocidio armenio y los legisladores que impulsan un debate en este sentido señalan que no puede mantenerse esa postura porque se contradice con el reclamo a la comunidad internacional de que se reconozca el holocausto. Sin embargo, el gobierno israelí intenta frenar el debate sobre el tema en el Parlamento por temor a que agudice la crisis política que enfrenta a su país con Turquía.

La comisión de Educación y Cultura del Parlamento dio ayer su primer debate sobre el reconocimiento del genocidio armenio, que fue pospuesto varias veces a pedido del Ejecutivo de Benjamin Netanyahu. Hasta ahora la discusión se daba en el marco de la comisión de Relaciones Exteriores y Seguridad, ya que se consideró que en este tema se debían priorizar las relaciones internacionales con Turquía. Pero ahora se plantea si aquella matanza de un millón de armenios debe enseñarse en las escuelas israelíes como genocidio y si debe fijarse un día para conmemorarlo. Si bien no se tomó una decisión final en la comisión, se informó que habrá próximas reuniones.

La portavoz del Ministerio de Exteriores israelí, Irit Lillian, manifestó ante la comisión parlamentaria que el reconocimiento “en la actual atmósfera podría deteriorar” las relaciones con Turquía, que son “muy frágiles y delicadas”. La actual crisis diplomática comenzó con la ofensiva militar israelí en Gaza de 2008 y se agravó cuando Israel asaltó la Flotilla de la Libertad, que intentaba llevar ayuda humanitaria a la Franja de Gaza en 2010, episodio en el que murieron nueve activistas turcos.

Los temores del Ministerio de Exteriores de Israel no son infundados. La semana pasada Turquía suspendió sus relaciones diplomáticas con Francia después de que la Cámara de Diputados de ese país aprobara un proyecto de ley que prevé castigos de un año de cárcel y 45.000 euros de multa por el delito de negación del genocidio armenio. También existen penas por la negación del holocausto judío.

Si bien todavía falta la aprobación del proyecto en el Senado francés, Turquía ya tomó medidas; el presidente turco, Abdullah Gül, pidió a Francia que se retire del Grupo de Minsk, que cuenta con el respaldo de Turquía y que media en la disputa entre Armenia y Azerbaiyán por la región de Nagorno Karabaj, en el Cáucaso. Gül argumentó que Francia tiene una mirada parcial, y que así quedó expuesto en la aprobación de ese proyecto. Por su parte, el viceprimer ministro turco, Alí Babacan, acusó al presidente francés, Nicolas Sarkozy, de incumplir su promesa de no permitir que se tramitara la ley, informó la agencia de noticias Europa Press.

El proyecto de ley nació de las filas de la Unión por un Movimiento Popular, el partido de Sarkozy. Fue presentado por la diputada oficialista Valérie Boyer, quien en los últimos días vio invadidas sus cuentas de Facebook y Twitter con insultos, ofensas e incluso amenazas de muerte, dirigidas a ella y a su familia. Además, su sitio web oficial fue pirateado por militantes pro turcos y en lugar de la portada habitual se veía una pantalla negra con la bandera de Turquía y un mensaje en inglés y turco que atacaba al gobierno francés y a la comunidad armenia en Francia.

En el mensaje los hackers atribuyen al proyecto de ley, y a los partidos que lo acompañaron, la intención de ganar el voto de los cerca de 600.000 armenios que viven en Francia, a meses de las elecciones presidenciales de mayo.

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