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Congo de Marfil

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El presidente congoleño, Joseph Kabila, asumió ayer para su segundo mandato a pesar de las acusaciones de fraude.

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“Acá no es Costa de Marfil. Acá prevalecen la ley y el orden”, dijo Joseph Kabila, el presidente de República Democrática del Congo (RDC), durante su campaña a la reelección, en un encuentro con embajadores extranjeros. El mandatario, que ganó las elecciones, según resultados provisorios, cuestionados por la oposición, se refería a una eventual intervención extranjera en su país. Esto ocurrió en Costa de Marfil el año pasado luego de las presidenciales. Entonces, en ese país, el presidente saliente, Laurent Gbagbo, y su principal opositor, Alassane Ouattara, se declararon electos entre acusaciones de fraude. Finalmente, intervinieron fuerzas de la Organización de las Naciones Unidas amparadas por una resolución del Consejo de Seguridad y lideradas por la ex potencia colonial, Francia, y sacaron a Gbagbo del poder.

En el caso de la RDC no se ha planteado una iniciativa de intervención externa, pero sí la posibilidad de que se repita una situación similar a la de Costa de Marfil.

Ayer, asumió para un segundo mandato Kabila, de 40 años, luego de que la Corte Suprema de Justicia confirmó los resultados provisionales de la Comisión Electoral Nacional Independiente (CENI), acusada de ser oficialista. Estos resultados le adjudican la victoria electoral a Kabila con 48,95% de los sufragios ante 32,33% de su principal opositor Etienne Tshisekedi, de 79 años.

Sin embargo, Tshisekedi, quien también se considera presidente electo, anunció el domingo su intención de asumir el cargo el viernes.

Fueron los segundos comicios democráticos en la RDC en décadas, ya que el país centroafricano vivió dos dictaduras -la de Mobutu de 1965 a 1997 y la del padre de Kabila, Laurent Désiré, de 1997 a 2001-, además de una guerra civil entre 1996 y 2003. Por lo tanto, la celebración de las elecciones era considerada clave para estabilizar el país, pero la manera en que se desarrollaron fue duramente criticada por observadores y por la Unión Europea y Estados Unidos, entre otros países, que subrayaron la falta de transparencia y credibilidad a pesar del entusiasmo de la población a la hora de votar.

La publicación de los resultados por parte de la CENI, días atrás, causó enfrentamientos entre seguidores de Tshisekedi y las fuerzas de seguridad en la capital, Kinshasa, y en el interior del país. La violencia dejó cuatro muertos según la Policía y muchos más según la oposición.

Ayer, en medio de una extrema tensión, aunque sin nuevos reportes de enfrentamientos, Kabila asumió por un mandato de cinco años y juró “ante Dios [...] salvaguardar la unidad nacional, guiarse por el interés general y por el respeto de los derechos del ser humano”.

En tanto, su opositor -y enemigo personal- Tshisekedi pidió a las Fuerzas Armadas que respondan a él, y prometió una recompensa por la captura de Kabila: “Les pido a todos que busquen a ese señor en donde quiera que esté en el territorio nacional y que me lo traigan vivo”.

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