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Mariana Zaffaroni, ayer, durante la presentación del libro Los padres de Mariana. María Emilia Islas y Jorge Zaffaroni: la pasión militante, de François Graña.

Foto: Victoria Rodríguez

Restitución

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Un libro rescata la vida de los padres de Mariana Zaffaroni, desaparecidos en Argentina hace 35 años.

Ante un auditorio repleto, con la emoción a flor de piel y numerosas evocaciones a María Ester Gatti, se presentó ayer Los padres de Mariana. María Emilia Islas y Jorge Zaffaroni: la pasión militante, una publicación de François Graña que intenta explicar a Mariana y a la generación de sus hijos y nietos por qué los jóvenes de los 60 y 70 tomaron las decisiones que tomaron, como traer hijos al mundo en momentos difíciles.

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Un largo camino

La organización Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos difundió un comunicado en el que reflexiona sobre el debate que se está dando en torno a la Ley de Caducidad. “El grave problema de la impunidad se unilateraliza, se caricaturiza, se banaliza y genera aun más confusión en la opinión pública”, advierten los familiares, y agregan que “no se puede responsablemente seguir acumulando idas y venidas, malentendidos y entredichos”.Señalan que la Ley de Caducidad es inconstitucional y es “una de las fuentes de impunidad, pero no la única”. Recuerdan que el Estado no cumplió aún con “su obligación de investigar e informar la verdad”, para lo cual no está impedido por ninguna ley, “ni antes ni ahora”. “El Estado sigue teniendo zonas de no-control sobre parte de sus funcionarios”, y “los que realmente saben qué pasó callan”, reclaman. Consideran que no hay “camino a la verdad sin una investigación profunda” de lo sucedido. “Esto no se arregla “cortando el nudo”, tomando el atajo de soluciones en el papel”, indican. Entienden que debe generarse “un nuevo clima que ayude a lograr que la verdad se abra camino” y que es preciso una “rectificación de la doctrina y la formación democrática de las instituciones armadas”.

“Al fin llegó el día. Quiero conocer a mis padres. Y como sólo puedo reconstruirlos les pido a ustedes, que los conocieron, que me los acerquen. [...] Cualquier detalle será bien preciado, yo, lamentablemente, no tengo de ellos ningún recuerdo, por eso agradeceré enormemente a todos ustedes que si los tienen, los compartan conmigo. Les ruego me disculpen si les pido que recuerden cosas dolorosas”. Así decía un correo electrónico difundido por Mariana en agosto de 2009 y que motivó a Graña, doctor en sociología, a escribir el libro sobre María Emilia y Jorge, desaparecidos en Buenos Aires en setiembre de 1976.

“Para mí es un acto de amor”, expresó ayer Macarena Gelman. Entender la “pasión militante” de sus padres “es una inquietud que compartimos con Mariana”, dijo. “Me resulta muy raro conocer a estos jóvenes y no a los adultos que deberían haber sido. Cuando ellos desaparecen son más chicos que nosotros”, señaló. “Colabora a que se entienda el pasado”, completó Lucía Zaffaroni, tía de Mariana, cuya identidad fue restituida a sus 17 años. “Esta historia tiene final feliz. Mariana está con nosotros, también mi madre [Marta Castilla] pudo tener en sus manos a su bisnieta Agustina, la hija mayor de Mariana y nada menos que la nieta de Jorge. Y María Ester pudo tener la relación que quería con Mariana”, valoró Lucía.

“Estoy muy nerviosa y muy emocionada”, se disculpó Mariana y leyó unas palabras que había llevado preparadas. “Gracias por entender la búsqueda que comencé en aquel e-mail de agosto de 2009. Gracias por dedicar tanto tiempo y energía para regalar a mis padres. El trabajo realizado es para mí un milagro que me permitió asomar a sus vidas y a sus ideas”, afirmó. El libro llenó “con creces las expectativas planteadas” por ella en aquel correo electrónico.

“Con claridad, con sencillez y con mucho rigor científico describe acertadamente una época compleja que, vista con los cristales de hoy, puede resultar incomprensible. No puedo dejar de mencionar el enorme privilegio que siento por la posibilidad de tener toda la historia de mis padres contada en un libro. Lamentablemte no todos los hijos de desaparecidos tienen esta posibilidad”, expresó.

Y así cerró: “Por sobre todas las cosas quiero agradecer a mis abuelas, a mis tías y a mis tíos por su incansable determinación para buscarme, por su paciencia y comprensión para acompañarme en el difícil tránsito de hacerme cargo de mi historia. Y por el cariño y la alegría con que me recibieron cuando por fin quise reunirme con mi familia. Lamentablemente, ninguno de mis abuelos puede estar hoy aquí, pero sin duda nos acompañan junto con sus hijos, mis padres”.

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