“Guatemala nunca elegirá una presidenta”, aseguró Álvaro Arzú, ex presidente y actual alcalde de la capital guatemalteca. Pero la ex primera dama de su país, Sandra Torres, tiene otra opinión y se convirtió en la candidata del oficialismo a la presidencia. Lo primero que hizo para competir por ese cargo no fue un acto de campaña sino pedir el divorcio de su esposo, el presidente Álvaro Colom. La pareja decidió separarse legalmente tras ocho años de matrimonio, porque la Constitución guatemalteca impide a familiares del presidente en funciones postularse a sucederlo.
“No seré la última mujer que se divorcia, pero sí la única que lo hace por la gente”, declaró Torres, quien presentó su decisión a los votantes como "un sacrificio familiar" por el bien del país. “Me estoy divorciando del presidente para casarme con el pueblo, con la gente de Guatemala”, aseguró Torres. La oposición interpuso 15 recursos de amparo para impedir el divorcio, al que muchos calificaron como un fraude, pero la Justicia los desestimó todos y ratificó la separación legal el 8 de abril. Desde entonces siguen apareciendo acciones legales que lo cuestionan, pero de momento no prosperaron.
Uno de los críticos con la separación fue el principal candidato de la oposición, el derechista y militar retirado Otto Pérez Molina. “Es un fraude de ley”, dijo, y aseguró que esto le va a costar votos al oficialismo en las elecciones del 11 de setiembre. De acuerdo con una encuesta de la firma Borges y Asociados publicada por El Periódico, el 76,8% de los guatemaltecos manifestó su rechazo al divorcio de Colom y Torres, y entre estos el 58,7% lo calificaron de fraude.
Colom se declaró convencido de que no hay impedimentos legales para la postulación de Torres y dijo que el fin de su matrimonio busca sólo evitar presiones al respecto sobre la Justicia. También argumentó que se separó “para garantizar el derecho humano” que tiene su esposa a “elegir y ser electa”.
Entre los contrarios al divorcio presidencial, unos cuestionan que se intente eludir la prohibición constitucional, y señalan que esa limitación busca evitar que los gobernantes utilicen su poder para promover a un heredero. Pero otros se detienen a analizar la situación amorosa de la pareja y estudian si el presidente y la primera dama realmente deseaban separarse, y cuál es hoy su relación, para llegar a una conclusión acerca de si el divorcio es o no sincero.
La prensa informa de la situación. Se supo que Colom llamó a la ex primera dama para desearle que se recuperara, cuando en medio de la campaña, a comienzos de junio, fue operada de una apendicitis. También se supo que el mandatario se mudaría a la residencia oficial de Presidencia, que estaba desocupada.
El propio Colom comenzó a tratar la separación como un tema de pareja cuando anunció: “No volveré a dar declaraciones sobre el divorcio porque es mi vida privada”. O cuando el periódico Prensa Libre le preguntó si el divorcio lo afectó, y confesó: “Obviamente no es fácil, es algo complicado, pero estoy bien”.
Hable con ella
Uno de los argumentos más sólidos a favor de la candidatura de la ex primera dama es el que señala que Torres ya era una dirigente política antes de convertirse en la esposa del presidente. De 52 años, nació el 15 de octubre de 1959 en el departamento de Petén, una zona pobre del norte del país, en el municipio de Melchor de Mencos. Quizás su confianza en que Guatemala sí puede elegir a una mujer como presidenta se la deba a su madre, Teresa Casanova, que fue varias veces alcaldesa de Melchor de Mencos.
En su juventud, Torres egresó de la licenciatura en comunicación social de la Universidad de San Carlos de Guatemala y de la maestría en Políticas Públicas de la Universidad Rafael Landívar, además de tomar varios cursos de especialización en administración y políticas públicas. Así lo señalan las biografías oficiales, como la que figuraba hasta hace un par de meses en la página de la presidencia guatemalteca, o la que se lee hoy en el sitio oficial del partido de gobierno, Unidad Nacional de la Esperanza (UNE).
Antes de dedicarse, en la década de 1990, a la política, fue empresaria y gerente a cargo de varias maquiladoras. De un primer matrimonio tiene cuatro hijos. A su segundo marido, Colom, lo conoció en la militancia política. La pareja se casó por civil y también en una ceremonia religiosa maya, culto del que el presidente es sacerdote.
Junto a otros profesionales de centro y centroizquierda, Torres y Colom fundaron la UNE, que ganó las elecciones de 2007. En ese partido, la actual candidata fundó la Coordinadora Nacional de la Mujer y se enfocó en las políticas sociales. Según consta en la página oficial de la UNE, Torres fue la promotora de la Ley contra el Feminicidio y la Ley de Paternidad Responsable que aprobó el Congreso en 2008.
Pese a esta trayectoria, críticos y partidarios destacan que su proyección como dirigente llegó con el papel que tuvo durante la presidencia de su esposo, en la que ocupó la secretaría de Obras Sociales de la Esposa del Presidente, y también tuvo a su cargo impulsar acciones del Consejo de Cohesión Social, que se encarga de las políticas y programas sociales del gobierno. Desde allí lanzó una docena de programas de transferencias monetarias para familias pobres, becas para estudiantes, microcréditos para mujeres, comedores, programas educativos y culturales, de acceso al agua potable y al saneamiento.
La fuerza política que fundaron los recién divorciados es un partido de tendencia socialdemócrata y democristiana, que pone el énfasis en la justicia social, en un país que tiene en la pobreza, en particular de campesinos y de indígenas, uno de sus principales problemas, que afecta a siete millones de personas.
En cambio, su rival Pérez Molina, con un discurso de derecha y defensor de la mano dura contra el delito, apunta al problema de la violencia, que es otro de los que sufre Guatemala. El general que se retiró en 1996, cuando se firmaron acuerdos que dieron por terminados más de 30 años de conflicto armado y gobiernos militares, ya compitió por la presidencia en 2007 con un discurso similar.
Esa vez ganó el conciliador Colom, pero ahora Pérez Molina lleva ventaja en las mediciones de intención de voto. Su discurso encuentra argumentos en la presencia del crimen organizado, violencia contra las mujeres y otros delitos que emparentan al país con las zonas más golpeadas de México.
Aunque en las encuestas los dos candidatos crecieron y redujeron a los demás competidores a una presencia apenas testimonial, la ventaja de Pérez Molina no se ha revertido en los meses que van de campaña. Según la última encuesta conocida, la que publicó el 23 de junio la firma Cid Gallup, el general retirado llegó al 34% de intención de voto, tres puntos por encima de sus números de mayo, mientras que Torres subió un punto, hasta el 25%.
“El origen de la violencia se explica conociendo la pobreza”, le retruca Torres a su competidor, y espera que en setiembre los votos apuesten a una solución social a los problemas de Guatemala.