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Antonio Palocci, cuando fue investido como ministro de Presidencia, en Brasilia. Palocci presentó ayer su renuncia por el escándalo surgido tras conocerse el gran aumento de su patrimonio en los últimos cuatro años. (archivo, enero de 2011)

Foto: EFE, Fernando Bizerra Jr

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El gabinete de Rousseff sufrió ayer una importante baja con la renuncia de Palocci.

La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, aceptó ayer la renuncia de su mano derecha y ministro de Presidencia, Antonio Palocci, horas después de que la fiscalía archivara los pedidos de que se investigara el crecimiento que tuvo en los últimos años el patrimonio del ministro. Ese enriquecimiento fue el origen del escándalo que derivó en su alejamiento del gobierno, tal como muchos lo reclamaban.

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Ni tiempo dejó la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, para que se pudiera terminar de leer el comunicado del ahora ex ministro de Presidencia, Antonio Palocci, sobre su renuncia cuando ya se estaba anunciando quién lo sustituiría.

Antes de que se anunciara la renuncia, en los medios brasileños se daba ayer por la tarde como un hecho que Palocci sería alejado del cargo por la presidenta, e incluso la cadena O Globo informó que el ministro ya habría firmado la dimisión, que estaría en poder de Rousseff. Se informaba que ella estaba tomando las decisiones para resolver la primera crisis de gobierno, con el asesoramiento de su antecesor y mentor Lula da Silva.

Ahora Dilma será acompañada por otra mujer. La senadora Gleisi Hoffmann, del Partido de los Trabajadores, asumirá el cargo de ministra jefe de Casa Civil, como se llama oficialmente. Los medios brasileños, después de que se conoció la renuncia de Palocci, informaron que Hoffmann -esposa del ministro de Comunicación, Paulo Bernardo- estuvo todo el día en Planalto aunque nadie tenía muy claro para qué.

Según el comunicado de la Casa Civil, “el ministro considera [...] que la continuidad del enfrentamiento político podría perjudicar sus atribuciones en el gobierno. Ante eso, prefirió solicitar su alejamiento”. La renuncia del dirigente, que también fue el encargado de campaña de Rousseff, era una noticia que se veía venir.

Antes de este episodio, Palocci acompañó a Lula en casi toda su carrera política, especialmente en Planalto, y fue su ministro de Hacienda, cargo del cual se alejó también bajo acusaciones de corrupción. Ya había recibido acusaciones de ese tipo cuando fue alcalde de Ribeirão Preto y cuando el mensalão, en 2009. Como ministro de Lula, Palocci se ganó la simpatía de la oposición por su buen desempeño, y las denuncias en su contra fueron desestimadas.

Ese mismo camino tomó ayer el fiscal brasileño Roberto Gurgel, quien archivó las solicitudes de la oposición política para que se abriera una investigación por el enriquecimiento de Palocci, quien declaró que su patrimonio se multiplicó por 20 entre 2006 y 2010, mientras era diputado. Las sospechas contra Palocci apuntaban a posibles conflictos entre los intereses que tenía el diputado por su actividad privada, como asesor de empresas, y los intereses públicos inherentes a su cargo.

“Lo que la sociedad esperaba era que el Estado investigara la situación [...] la decisión [de no hacerlo] es una señal para la impunidad en este país”, aseguró el presidente de la Orden de los Abogados de Brasil (OAB), Ophir Cavalcante. Pero Gurgel argumentó que no hay indicios concretos de la existencia de un crimen ni hay una “causa justa” para investigar el caso.

“Si faltaba una motivación mayor para que el ministro dejara el cargo, además de las de orden político y moral, que ya existían, ésta, de orden jurídico, justifica su salida en este momento”, agregó el presidente de la OAB en referencia a la decisión del fiscal. Lo dijo horas antes de la renuncia, y pese a que Calvacante usualmente expone posturas más cercanas al gobernante Partido de los Trabajadores (PT).

Desde el gabinete, el ministro de Comunicación aseguraba ayer temprano que con el cierre de la investigación el tema quedó “superado, vencido”, pero las voces que reclamaban la renuncia de Palocci aumentaron. El lunes se sumó a ellas la de Fuerza Sindical, segunda central de trabajadores en Brasil, cercana al Partido Democrático Laborista, que es un aliado del gobierno. La central exigió el “alejamiento inmediato” de Palocci. En un comunicado, el presidente de la fuerza, el diputado Paulo Pereira da Silva, del Partido Democrático Laborista, aseguró que “las tentativas de esclarecimiento del ministro, apenas para cumplir formalidades, no fueron suficientes para frenar el desgaste al que es sometido el brazo derecho de la actual presidenta”.

Si bien en el seno de la alianza de gobierno nadie se refiere a la culpabilidad o no de Palocci, sí se reclamaba su renuncia, en especial porque el cargo relevante que ocupaba, porque dejaba a la presidenta muy expuesta con este escándalo.

En el gobierno ya se anticipaba que la permanencia de Palocci era insostenible, informó el diario Folha de São Paulo, porque había perdido no sólo el apoyo de los aliados -el primero en retirárselo fue el principal socio del PT, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño-, sino también de la cúpula petista.

El fin de semana Rousseff se reunió con Lula, presidente honorario del PT, para tratar la crisis. Luego del encuentro, los dos reiteraron su respaldo a Palocci. Otro apoyo llegó el lunes de parte del presidente venezolano, Hugo Chávez, quien de visita en Brasil le dedicó un abrazo al ministro y le dijo: “¡Fuerza!”.

La pérdida de respaldo a Palocci desde los partidos aliados del PT no sólo afectaba al gabinete -que integran ministros de otros partidos- y a la alianza de gobierno, sino que alcanzaba la relación de Planalto con el Congreso. Esto ocurrió porque entre las funciones del ministro jefe de Casa Civil se encuentran la de asegurar la comunicación entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo, y coordinar las políticas con la bancada oficialista.

En las últimas semanas varios legisladores de partidos de la alianza oficialista firmaron una propuesta de formar una Comisión Parlamentaria de Investigación, la misma que se creó para investigar las denuncias de corrupción contra el ex presidente Fernando Collor, y terminaron con su renuncia; o para esclarecer el mensalão. Estas comisiones tienen entre sus potestades la posibilidad de quebrar el silencio bancario, escuchar testimonios y acceder a todos los documentos oficiales y de las instituciones financieras en torno al tema que investigan.

Los partidos que no respaldaron la iniciativa para la comisión investigadora o aportaron los votos para el llamado a sala de Palocci exigían -por lo bajo- una respuesta del gobierno. Entre los principales aspectos que criticaban los propios oficialistas, mencionaron su desconfianza de las explicaciones que dio el propio Palocci a la presidenta y al gobierno, ya que si bien dijo que su dinero proviene de la actividad privada, no quiso dar detalles al respecto.

Un llamado a sala a Palocci fue aprobado por la Comisión de Agricultura de Diputados, y estaba pendiente de que le diera el visto bueno el presidente de la cámara, el petista Marco Maia. El llamado se había aprobado gracias a la ausencia de un legislador oficialista y los petistas aseguraban que fue una trampa parlamentaria, por lo que se preveía que Maia lo rechazara. Pero eso ya no es necesario.

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