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La policía enfrenta a estudiantes durante una marcha por las calles del centro de Santiago, en Chile, el jueves 30 de junio, donde estudiantes y profesores denunciaron el alto costo de la educación en el país y reclamaron un mayor aporte del Estado para reducir las deudas de los alumnos.

Foto: efe, fernando nahuel

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El presidente Piñera utilizó la cadena nacional para proponer cambios en el sistema educativo.

Con bombos y platillos el presidente chileno Sebastián Piñera se metió de lleno en el conflicto de la educación y propuso una segunda reforma educativa en 16 meses de gobierno. Al igual que la primera, no fue bien recibida por los estudiantes que, con más o menos fuerza, reclaman desde hace más de un año que mejore la calidad de la enseñanza.

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Muchas críticas cayeron sobre el presidente chileno Sebastián Piñera por meterse de lleno en el tema de la educación el martes por la noche, en un discurso trasmitido por cadena nacional. Los estudiantes se movilizan con más o menos fuerza, haciendo una serie de reclamos, que a su entender fueron desoídos por el ministro de Educación, Joaquín Lavín, cuya renuncia reclaman.

Los estudiantes exigen que la educación deje de ser gobernada por los municipios y pase a la órbita estatal. Argumentan que la situación actual causa que la calidad de la educación varíe según la riqueza de cada región. Protestan exigiendo mejoras en la infraestructura, tanto en los institutos de educación técnico-profesional, como en los centros de secundaria que fueron afectados por el terremoto de febrero de 2010, muchos de los cuales continúan en ruinas.

Ocupan, paran y marchan reclamando “el fin del lucro en las universidades” y “un sistema más justo que termine con la desigualdad”. En Chile, todas las universidades -estatales y privadas- son pagas, y los estudiantes recurren a sistemas de financiamiento para poder costear sus estudios. Los créditos, así como las becas, son, principalmente, gestionados por el Estado. El más utilizado, el Crédito con Aval del Estado tuvo en 2010 una tasa de interés anual de 5,8%, que es superior a la que tienen, por ejemplo, algunos préstamos hipotecarios. Los reclamos estudiantiles incluyen mejores créditos y refinanciación de las deudas de los estudiantes, que entre los intereses y las moras, “se reciben y encuentran que tienen que trabajar durante decenas de años para pagar la deuda”, aseguró a la chilena Radio Cooperativa la presidenta de la Federación de Estudiantes Universitarios de Chile, Camila Vallejo.

Se puede decir que el conflicto comenzó en mayo, o en abril del año pasado, o quizás el año anterior. El tema de la educación en Chile nunca deja de estar sobre el tapete ni de ser centro de críticas. El año pasado, hubo protestas antes y después de que Piñera propusiera su primera reforma, en setiembre, que terminó por significar sólo un cambio formal de nominaciones y la privatización del financiamiento a las universidades y los créditos estudiantiles. Las protestas motivaron que esa propuesta de reforma se enviara “a revisión”, estado en el que continúa hasta el día de hoy.

En mayo las protestas por el estado de la educación chilena fueron relanzadas con ocupaciones y paros en el sector, que iniciaron los estudiantes de liceos, a quienes se sumaron después los universitarios y los docentes. La última marcha, realizada el jueves, agrupó a 100.000 personas.

El martes los medios chilenos especulaban sobre cuáles serían las nuevas medidas que Piñera ofrecería para la educación y los líderes sindicales comentaban sus ganas de que respondiera al menos alguno de sus reclamos.

La cadena nacional de Piñera fue una sumatoria de titulares. Propuso un Gran Acuerdo Nacional por la Educación, cuyos objetivos consisten en “mejorar la calidad, acceso y financiamiento de la Educación Superior”. En este sentido planteó varias metas: crear un fondo para la educación de 4.000 millones de dólares -”un enorme esfuerzo financiero“, dijo-; mejorar el acceso y la calidad de la financiación a los estudiantes; y mejorar los sistemas de admisión, acreditación información y fiscalización del sistema universitario. El presidente no señaló cómo se alcanzará cada uno de estos puntos.

Piñera anunció también que se definirá una “nueva institucionalidad” para el sistema universitario -la que fue propuesta en el intento de reforma del año pasado- e indicó que para asegurar la “transparencia del sistema” se abrirá un debate para diferenciar a las instituciones que tienen fines de lucro y hacerlas pagar mayores impuestos que serán destinados “íntegramente al financiamiento de becas y préstamos para los alumnos más vulnerables”.

Con este punto, estudiantes y docentes pusieron el grito en el cielo. Constitucionalmente las universidades chilenas son corporaciones sin fines de lucro y esta iniciativa acepta lo que hasta ahora es ilegal. “Se está tratando de borrar con el codo que hay funcionarios públicos que han lucrado”, dijo al portal chileno El Mostrador, Camilo Ballesteros, presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Santiago de Chile.

En cuanto al principal reclamo, la estatización de la educación, Piñera dijo que “constituiría un grave error y dañaría profundamente tanto la calidad como la libertad de la enseñanza”.

Después de las palabras del mandatario, estudiantes intentaron manifestarse pero fueron frenados por los carabineros. Ayer, el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, dijo que “ahora, el país espera que los estudiantes se sienten a dialogar”, pero no todos comparten esa opinión. Desde el ámbito universitario, la dirigente estudiantil Vallejo aseguró que el anuncio es “más de lo mismo pero con unos pesos más”. El presidente del Colegio de Profesores, Jaime Gajardo, dijo: “Piñera habla de un Gran Acuerdo Nacional, pero es sólo un bonito enunciado, porque sus discursos tienen grandes titulares, pero son deficientes en el fondo”.

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