Anders Behring Breivik, el autor de los atentados del viernes en Oslo, compareció ayer ante el juez Kim Heger, que dictó para él ocho semanas de prisión preventiva incomunicado, sin acceso a noticias, cartas o visitantes, excepto su abogado, tal como había pedido la Fiscalía. El período de ocho semanas es el doble al que se dicta habitualmente para los sospechosos.
El juez habló a la prensa después de la audiencia y dijo que Breivik confesó que es responsable de los atentados aunque se negó a declararse culpable. Según el juez, dijo también que contó con la colaboración de “otras dos células” para organizar los atentados que sacudieron Noruega el viernes.
El primero de esos ataques consistió en la explosión de un coche bomba en el distrito gubernamental de Oslo, que destruyó las sedes de varios ministerios y organismos estatales. Dos horas después, el propio Breivik, disfrazado de policía, ingresó en un campamento de jóvenes del partido de gobierno en la isla de Utoya y comenzó a disparar contra todos. Ayer la policía redujo de 86 a 68 la cifra de muertos en la isla y aumentó de siete a ocho el de los fallecidos como consecuencia de la bomba: así, el número total de víctimas fatales descendió de 93 a 76. Un portavoz policial aclaró que la revisión se debe a que el rescate se realizó bajo “circunstancias difíciles”.
La actuación policial sigue siendo cuestionada. Desde la institución se reconoció que llegaron tarde a la isla -una hora y media después de que Breivik comenzara a disparar- porque no contaban con un barco con la capacidad necesaria para transportar al personal y el equipo, ni con helicópteros para que colaboraran con el traslado del contingente, informó el diario español El País.
Luego de que Breivik compareciera ante la Justicia, el juez indicó que sus declaraciones “requieren una investigación adicional” que busque identificar cuáles son esas dos células que colaboraron con él en la organización del atentado que, aseguró el detenido, “necesitaba perpetrar para salvar a Noruega y a Europa occidental de los musulmanes y del marxismo cultural”.
La perspectiva de que la audiencia judicial, que duró unos 35 minutos, se hiciera a puertas abiertas, como es habitual, generó una serie de dudas, informó la agencia de noticias Reuters. A través de las redes sociales se crearon grupos y campañas para que la comparecencia de Breivik fuera a puertas cerradas para impedir que hiciera propaganda de sus ideas xenófobas y anti-islámicas. Uno de los grupos creados en Facebook incluso propuso que se boicoteara a los medios de comunicación “que describan al terrorista noruego y sus creencias”.
Finalmente, la audiencia se desarrolló a puertas cerradas. Según la Policía, el juicio por cargos de terrorismo podría tardar un año en celebrarse. Actualmente, la máxima condena prevista en el código penal noruego es de 21 años de prisión.