Ingresá

Paul Flor.

Foto: Nicolás Celaya

Camino común

5 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago

Estudiantes y trabajadores chilenos buscan aliados en Latinoamérica para manifestaciones regionales.

El domingo terminó el Congreso Latino Americano y Caribeño de Estudiantes, en el que uno de los centros de atención fueron las manifestaciones de los estudiantes secundarios y universitarios en Chile, que reclaman una educación pública y gratuita de calidad. El congreso estudiantil dio un fuerte respaldo a los chilenos, dijo a la diaria Paul Flor, secretario de Relaciones Internacionales de la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech), que abarca a todas las federaciones de estudiantes universitarios.

Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

-¿Qué se llevan del congreso y de la marcha que se hizo el miércoles, que pasó por la embajada de Chile en respaldo a los reclamos de los estudiantes chilenos?

-El Congreso fue muy exitoso por su masividad -vinieron casi 400 estudiantes de Chile- y por el respaldo que recibimos de las 18 federaciones que participaron. La marcha del miércoles hacia la embajada chilena fue masiva, representó ese apoyo internacional y puede marcar un antes y un después, para que cada vez que un movimiento estudiantil esté luchando por principios comunes a varios países se pueda coordinar movilizaciones y acciones en toda la región. El movimiento estudiantil latinoamericano comparte los principios por los que nosotros luchamos en Chile. Incluso algunas centrales de trabajadores de Latinoamérica se coordinaron hace un par de días en Chile para hacer un paro latinoamericano, y los estudiantes también estamos coordinando con otros movimientos de la región para hacer una gran movilización latinoamericana.

-En los grandes medios chilenos sigue existiendo una postura crítica hacia el movimiento, pero medios menores han sintonizado más con sus reclamos.

-Antes teníamos medios menores, locales, regionales, que siempre siguieron el tema. Es muy positivo que algunos medios de prensa -The Clinic, El Ciudadano, El Mostrador- estén dando una cara distinta al movimiento, gracias también a esos medios más chicos. Esto demuestra que la situación se empieza a revertir gracias a la lucha que estamos dando. Miramos con buenos ojos la Ley de Medios argentina. Es una democratización de la comunicación. Que haya autoritarismo en la prensa beneficia sólo a ciertos sectores. Los medios de derecha chilenos nos desprestigian y criminalizan tratándonos de terroristas, delincuentes, o cualquier calificativo negativo. No sólo a nosotros, sino a cualquier manifestación popular.

-¿Qué papel juegan las redes sociales en este contexto?

-Es muy grande el nivel de penetración de Facebook, YouTube, Twitter, etcétera. En Chile, muchas personas tienen acceso a una computadora, ya sea en su casa, en la universidad o en el trabajo. Para nosotros son una herramienta importantísima que refuerza la divulgación de información y también la interconexión. Creemos que la forma tradicional de encuentro y participación que incluye el debate directo es irreemplazable, y las formas más clásicas de manifestación son las que tienen más peso. De todas maneras, parte de lo que permite mantener vivo el movimiento después de tres meses de movilización es la libertad que tiene cada estudiante de manifestarse en las calles o en las redes sociales. Muchas veces un video que utiliza el folclore chileno y le incorpora una letra que explica nuestros reclamos tiene más impacto que una manifestación; en esa diversidad está la riqueza del movimiento.

-El de la educación no es el único conflicto que en los últimos meses motivó manifestaciones en Chile. De un tiempo a esta parte los reclamos sociales aumentaron notoriamente. ¿Qué tanto tiene que ver el gobierno de derecha con esta reacción social?

-Tiene mucho que ver. La Concertación [la coalición de centroizquierda que gobernó Chile] nunca hizo un análisis del modelo que heredó de la dictadura. Durante 20 años, se fueron alejando de los actores sociales que tenían cerca al principio y dejaron de tener discusiones con las organizaciones de base. Eso implicó que el gobierno escuchara sólo a los dirigentes que tenía en las distintas organizaciones sociales; se personalizó mucho. La Concertación fue un bloque de contención social muy grande, muchas veces cuando había reclamos entregaban lo justo para calmar cualquier tipo de manifestación que pudiera agrandarse. La derecha ya no cuenta con esa contención social. La nueva forma de gobernar que plantea puede ser honesta, pero tiene la lógica de bajar impuestos, de tratar con las empresas, de ni siquiera esconder las ganas de privatizar. La gente había venido soportando el modelo porque había mucha protección social, un Estado benefactor que de alguna manera podía mantener el equilibrio, después dijo: “Bueno, no hay tiempo para perder", y empezaron estas grandes explosiones sociales.

-Sus marchas son apoyadas por padres, trabajadores de la educación, decanos. ¿A qué atribuyen tanto apoyo?

-La población nos apoya mucho, y a eso se debe también la fortaleza del movimiento. No somos un grupo de estudiantes privilegiados pero ideologizados que tratamos de traer el pasado y la antigua crisis de la ideología, como dice el gobierno de derecha. La gente siente la presión económica de la educación. Una mensualidad en una universidad son dos sueldos mínimos, y todo el mundo tiene un hijo, un sobrino o un conocido estudiando, y ve cómo la familia se desangra con el costo de la educación; 80% de financiamiento de la educación universitaria corre por cuenta de las familias. Hoy casi más de 90% de la población apoya las demandas estudiantiles, y más de 60% está apoyando las manifestaciones [según datos de la Confech]. Los chilenos dejaron de tener miedo a decir las cosas o a manifestarse pacíficamente, algo que hace muchísimo tiempo no se veía, no sólo en temas referentes a la educación, sino también a vivienda, energía, medio ambiente; está habiendo un quiebre en la conciencia de mucha gente.

-Van tres meses de movilizaciones, el gobierno ya realizó dos propuestas, que fueron rechazadas, y ya descartó presentar otras. Tiraron la pelota para su cancha. ¿Cuál es el camino que van a seguir?

-La tarea es grande y nosotros no descartamos ningún camino. Hoy en Chile hay un problema bastante grave y es que la Constitución aprobada durante la dictadura no permite los plebiscitos, y nosotros tenemos la necesidad urgente de un plebiscito nacional sobre el problema de la educación. Es una tarea titánica que requiere una reforma constitucional, pero el plebiscito es una herramienta que queremos que quede en manos de la ciudadanía de Chile, no sólo la educación. Frente a la posición del gobierno nosotros estamos siguiendo otra vía, la de generar un acuerdo social para la educación, en el que están involucrados los estudiantes y todos los trabajadores de la educación, interpelando a todos los actores políticos, sobre todo a los parlamentarios. No descartamos tener una mesa de trabajo o algo similar directamente con el Congreso, aunque para eso tenemos que tener garantías, porque el movimiento de los pingüinos [como se denominó al movimiento estudiantil en 2006] terminó con una serie de mesas de trabajo y la ley final no incluía la solución a sus reclamos.

-¿Tienen miedo de que la movilización pierda fuerza cuando en diciembre comience el verano y la presencia de estudiantes en Santiago sea menor?

-El ambiente está muy inestable. Si sigue así tres meses más, creo que Chile no lo soportará. Esperamos no seguir tres meses más con este nivel de movilización y desgaste, aunque si hay que hacerlo lo vamos a hacer. Con el nivel de movilización y de conciencia que logramos sería un error disminuir las manifestaciones, porque si este año no cambiamos nada, va a ser terrible. A esta altura estamos en deuda no sólo con nosotros mismos sino con la sociedad entera que nos pide a gritos que sigamos. Volvimos a ser un actor político importante, un factor de cambio, y la gente se siente muy esperanzada en la juventud, sobre todo.

-¿Qué logros alcanzaron?

-Venimos dando una lucha que ya lleva tres meses, en la cual logramos un montón de avances respecto al tema de la educación; que en Chile por fin se pueda empezar a discutir el tema de la crisis de fondo de la educación. Quizás nuestros pedidos concretos no fueron atendidos, pero producimos un quiebre. Tuvieron que moverse ocho ministros; hubo una baja de la popularidad del gobierno por no escuchar a la gente ni a los estudiantes; la gente volvió a creer en los jóvenes, a cuestionarse y a salir a las calles. Esto marca un antes y un después porque las condiciones de cualquier tipo de reivindicación social ya son otras.

¿Tenés algún aporte para hacer?

Valoramos cualquier aporte aclaratorio que quieras realizar sobre el artículo que acabás de leer, podés hacerlo completando este formulario.

Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura