El emirato de Kuwait tiene algo más de tres millones de habitantes, en una superficie que equivale a una décima parte del territorio uruguayo. Está en Oriente Medio, en el oeste del Golfo de Arabia, situado entre dos gigantes, Arabia Saudita e Irak. Es una situación parecida a la de Uruguay, que está entre Brasil y Argentina, comparó el jueves la diputada kuwaití Masouma Al-Mubarak. “Todo país chico debe tener la inteligencia de tener buenas relaciones con otros Estados”, dijo a la diaria.
Recordó que el 2 de agosto 1990 su país fue invadido por Irak. El entonces presidente iraquí, Sadam Hussein, consideraba que el pequeño emirato era una provincia de su país. Al-Mubarak destacó lo importantes que resultaron entonces los “países amigos”, a la hora de permitir que Kuwait recuperara su independencia, en febrero de 1991. Eso resultó de la Guerra del Golfo, amparada por resoluciones la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En el plano político, Kuwait es hoy una “nación democrática independiente”, añadió Al-Mubarak. Está dirigida por un emir, Sabah al-Ahmed al-Jaber al-Sabah, cuyo poder es hereditario, por lo tanto se define a su régimen como una monarquía constitucional. La Asamblea Parlamentaria, el Parlamento unicameral, está compuesta por 50 legisladores. Entre ellos, por primera vez en la historia del país, hay cuatro mujeres, como resultado de las elecciones de mayo de 2009.
Estas legisladoras no son de ningún partido, porque “no hay partidos en Kuwait, todos somos independientes, no hay ni izquierda, ni derecha” explicó la diputada. "Los intereses del país están en primer plano”, agregó. Sin embargo, el informe de la ONU sobre el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de 2010, indica que el nivel de libertad política en ese país es de cero en un máximo de dos.
Consultada sobre las eventuales repercusiones en Kuwait de las revueltas en otros países árabes, la diputada dijo que “lo que motivó la primavera árabe no tiene sustento en Kuwait: la desocupación es muy baja, la situación económica es buena, la libertad de pensamiento y de movimiento existe”. Sin embargo, reconoció que en su país “algunos” quieren seguir la tendencia y salen a manifestar. Citó como ejemplo las protestas contra la corrupción que hubo en los últimos días, pero agregó que “eso ocurre en todos los países del mundo”. Dijo además que el pueblo de Kuwait “está muy aferrado a la estructura del sistema político, aunque también reclama algunos cambios”.
Las manifestaciones, según informó el jueves The New York Times, se debieron a que dos bancos detectaron y denunciaron la transferencia de 92 millones de dólares a las cuentas de dos legisladores y ahora el asunto se está investigando. Eso desacreditó al Parlamento ante la población. Hay una investigación en curso por presuntas coimas multimillonarias cobradas por legisladores, de las que se presume servirían para comprar su lealtad al Ejecutivo. Pero Al-Mubarak no mencionó estos hechos.
Como Kuwait es desértico no tiene agricultura y su economía depende en un 95% de los ingresos del petróleo. Sus reservas de crudo representan el 10% de las mundiales. “Nosotros importamos todo”, explicó Al-Mubarak. Kuwait tampoco tiene agua dulce suficiente. “Por eso es muy importante que tengamos buenas relaciones con otros países, entre ellos Uruguay”, agregó la diputada.
De Kuwait a Uruguay
“Kuwait está muy interesado en mejorar las relaciones con Uruguay, un país amigo”, insistió Al-Mubarak. Esto se debe, dijo, a que “Uruguay es un país de paz” y “eso se acerca a nuestros objetivos”.
En diálogo con el servicio de prensa de Presidencia, luego de haberse reunido con José Mujica, la jefa de la delegación parlamentaria kuwaití también hizo hincapié en el hecho de que Kuwait quiere que los países pequeños tengan más peso en el ámbito internacional. Además, anunció que Kuwait tiene un fondo de ayuda para los países en desarrollo y que está disponible para financiar proyectos en Uruguay, según las necesidades. Por otro lado, Mujica le confirmó a Al-Mubarak su voluntad de tener una representación diplomática en Kuwait.
Estaba previsto que integraran la delegación kuwaití que visitó Uruguay las cuatro legisladoras que integran la Asamblea Parlamentaria de Kuwait. Pero una de ellas no pudo viajar. Consultada sobre lo que motivó la iniciativa de que toda la bancada femenina participara de la visita, Al-Mubarak explicó que “para las visitas parlamentarias al extranjero, cada diputado elige qué lugar quiere visitar y, por casualidad, todas las mujeres han elegido América Latina”. Ella decidió venir porque es profesora de relaciones internacionales en la Facultad de Ciencia Política y su especialidad es América Latina. “Por eso tengo interés en esos países y mucho respeto hacia su desarrollo político”, explicó. Acerca de Uruguay dijo que le interesa “todo lo relativo a la democracia y el lugar de la mujer”. Sobre Mujica, opinó que “es una persona muy modesta, sabia, estudiosa y que quiere mucho a su país".
Mujeres suertudas
La mujer kuwaití tiene suerte”, dijo Al-Mubarak, al preguntarle por su lugar en la sociedad. Recién en 1936 las mujeres de ese país accedieron a la educación. Debido a que Kuwait es un país “muy rico”, la educación y la salud son totalmente gratuitas. Además, los kuwaitíes no pagan impuestos. “En general, el ser humano en Kuwait tiene mucha suerte”, estimó la legisladora. A su entender, a eso se debe que “la mujer kuwaití pudiera aprovechar rápidamente su independencia” ya que, las condiciones “son aptas y que es fácil en el aspecto económico”.
En el informe IDH de 2010, Kuwait ocupa el puesto 48, justo detrás de Argentina (Uruguay está en el puesto 52 de un total de 159 países). Según ese informe, la tasa de alfabetización kuwaití es de 94,5% de los adultos. La legisladora destacó que la mujer tiene acceso a todos los sectores laborales, salvo al Poder Judicial. En Kuwait, una mujer no puede ser jueza, aunque en 1970 la decana de la Facultad de Derecho en Kuwait ya era una mujer. Por lo tanto, Al-Mubarak indicó que el próximo reto para ella y quienes defienden el lugar de la mujer en Kuwait, es lograr que haya juezas.
La mujer obtuvo su emancipación “un poco tarde”, estimó la legisladora. En 1961, Kuwait fue declarado independiente y dejó de ser un protectorado británico. En 1962 se aprobó la Constitución y la primera elección fue en 1963, pero la mujer no votó. El 16 de mayo de 2005, el Parlamento modificó la legislación y desde entonces puede votar y ser candidata. “La mujer venía pidiendo esa libertad desde 1970”, dijo la legisladora.
El 12 de junio de 2005 Al-Mubarak se convirtió en la primera mujer ministra. Fue nombrada primero al frente de la cartera de Planeamiento y después dirigió los ministerios de Transporte y Comunicaciones, y el de Salud. Luego volvió a su cargo de docente en la facultad.
Después de las elecciones de 2009 ingresaron, por primera vez en la historia del país, cuatro mujeres al Parlamento. Al-Mubarak dijo que ella fue la más votada de las cuatro. “Todo esto significa que la sociedad [kuwaití] ha cambiado su manera de pensar”, opinó.
Al consultarle cuál sería su posición política si existieran partidos en su país, la legisladora reflexionó un momento y concluyó: “Soy muy liberal en mi forma de pensar, soy muy apegada a la Constitución, sería de centroizquierda”.
Según contó, su activismo a favor de la presencia de la mujer en la política la llevó a ser actora en ese ámbito, aunque todo partió de su experiencia académica. “Mi primer título fue en ciencia política y luego me orienté hacia el estudio más específico de la política en sí y lo apliqué a mi vida”. Comenzó a militar “a favor de la reforma de la ley electoral, que era injusta para la mujer, junto a un grupo de mujeres y hombres”, relató. Luego decidió estudiar en Estados Unidos, donde obtuvo un doctorado. “A la vuelta tenía aún más interés en la sociedad en su conjunto y en defender los derechos de la mujer”, dijo.
Como se especializó en relaciones internacionales, comenzó a cobrar notoriedad. “La gente me empezó a conocer a través de la radio, de la televisión y de los periódicos, eso me hizo mucha propaganda”.
Ante la pregunta de si se considera feminista, Al-Mubarak, respondió: "Sí, claro”. Pero luego aclaró: “No soy extremista, soy moderada, necesitamos tanto al hombre como a la mujer”.
Por Dios y por ella
Al-Mubarak usa el velo islámico, aunque en su país “no es obligatorio usarlo como en Arabia Saudita”. Algunas kuwaitíes eligen, como ella, usar el hijab, que deja la cara a descubierto pero cubre el pelo y el cuello, mientras otras optan por el niqab, que cubre el rostro y deja ver sólo los ojos. “En Kuwait se respeta la independencia personal”, aseguró. Pero agregó que eso “no les gusta a algunos actores islámicos” que buscan “atar de manos la independencia de la mujer kuwaití”, advirtió.
Consultada sobre qué le respondería a quienes consideran que el velo es un símbolo de la sumisión de la mujer, la legisladora dijo: “No, no es así. La gente confunde Afganistán o Arabia Saudita con el resto de los países árabes. Consideró que en esos dos países sí, se quiere “atar las manos a la mujer, porque la mujer tiene prohibido salir sin el velo”. Para ilustrar sus argumentos explicó que a su marido “no le gusta el velo”, pero que “él respeta” su opción.
La legisladora kuwaití explicó: “yo interpreto que el Islam indica que la mujer debe cubrirse la cabeza” y el resto del cuerpo, salvo las manos y la cara. Mostró su ropa y señaló que estaba vestida “moderna”, que usaba joyas, pero de acuerdo a su “entendimiento del Islam” eso no está mal. “El velo no me impide hacer nada”, sonrió.
Además destacó que cuando comenzó la entrevista ella recién salía de darse un baño y que no le hizo falta arreglarse el pelo. “Es muy práctico, me puse esto [señaló el velo] y bajé [al lobby del hotel]”, dijo entre risas. Por lo tanto el velo, estimó, “deja satisfecho a Dios y a mí también”.
Al señalarle que para mucha gente es un contrasentido usar velo y declararse feminista, ella tomó como testigo al secretario de la delegación, que oficiaba de traductor en la entrevista y que “la conoce hace muchos años”, y él salió un momento de su rol para asegurar con una sonrisa: “ella es muy dura, muy fuerte, muy importante y tiene mucho talento”. Los dos se rieron y luego Al-Mubarak concluyó: “el velo no tiene nada que ver con lo que hay por dentro”.