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Una mujer lanza tomates a la policía boliviana frente a la sede de la vicepresidencia ayer, durante una marcha de protesta de activistas en contra de la intervención de la marcha indígena.

Foto: EFE, Martín Alipaz

Lejos de La Paz

3 minutos de lectura
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La represión de la marcha indígena en Bolivia generó nuevas protestas y la renuncia de una ministra.

Vigilias, huelgas de hambre, concentraciones y hasta un paro general convocado por la principal central de trabajadores del país fueron motivados por la disolución, por parte de la Policía, de la protesta de indígenas que marchaban desde hacía más de 40 días hacia La Paz. Los manifestantes rechazan la construcción de una carretera que atraviesa la mayor reserva natural boliviana.

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La ministra boliviana de Defensa, Cecilia Chacón, renunció ayer de forma "irrevocable" porque no comparte "la medida de intervención de la marcha que ha asumido el gobierno" y no puede "defender o justificar" esa decisión. Así lo manifestó en su carta de renuncia dirigida al presidente, Evo Morales.

Chacón opinó, al igual que dirigentes indígenas, sindicales y políticos, que había otras alternativas "en el marco del diálogo, el respeto a los derechos humanos, la no violencia y la defensa de la Madre Tierra".

"Acordamos con el pueblo hacer las cosas de otra manera", dijo la ministra. La suya no es la primera voz crítica dentro del oficialismo por el trato que el gobierno dio a la marcha de unos 700 indígenas que partieron hace un mes desde el departamento de Beni rumbo a La Paz, a unos 500 kilómetros de distancia. El domingo la Policía irrumpió en la marcha para impedir que ésta llegue a La Paz y detuvo a varios dirigentes indígenas.

La marcha fue convocada en rechazo a la construcción de una carretera entre el departamento norteño y Cochabamba, que está al centro del país. Esa carretera atravesaría el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), una reserva de 1.2 millones de hectáreas en la Amazonia en la que habitan 68 comunidades indígenas. Esas comunidades critican la iniciativa porque consideran que destruirá la reserva de flora, fauna y agua dulce, que es considerada la mayor de Bolivia y una de las mayores de América del Sur. Los indígenas del TIPNIS, que se estiman en casi 11.000, viven de la caza, la pesca y la recolección de frutos, y consideran que su supervivencia está amenazada por la construcción de la carretera.

La principal organización que dirige la marcha, la Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente de Bolivia (CIDOB), ha tenido diferencias con el gobierno de Morales desde hace meses. Esto quedó claro cuando la organización anunció que se presentará a las elecciones de 2015 para "reconducir" el proceso de cambio al que había apostado. A esta iniciativa se han unido otras organizaciones indígenas aunque mantienen su apoyo al gobierno, informó el diario boliviano La Época.

Los estudios realizados por la empresa constructora de caminos estatales ABC, indicaron que la mejor opción para la carretera es que atraviese por la mitad el TIPNIS, tanto porque la distancia será más corta, como porque sería menos dañina para el ecosistema que otras propuestas que se plantearon, incluso por parte de los indígenas.

La carretera, que fue planificada en los años setenta, es defendida por el gobierno como uno de los principales proyectos de integración física de los distintos departamentos, que facilitará el transporte entre ellos y favorecerá el desarrollo de las comunidades de la región.

Pero el rechazo a la carretera es tal, que Brasil condicionó parte del crédito del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil (BNDES) -que pagará el 80% de la inversión- a una solución definitiva a este conflicto.

Las formas

Quienes participan en la marcha denunciaron que en la represión ejercida el domingo por la Policía murió un bebé y desaparecieron 37 personas, de las cuales siete serían niños, según el periódico digital Erbol, que es parte de una red radial de noticias de pueblos indígenas. Sin embargo, el gobierno negó que hubieran ocurrido muertes o desapariciones durante la represión y reiteró que la participación policial se debió a que los indígenas los amenazaron con flechas y piedras. La Iglesia católica respaldó la versión de los indígenas.

La irrupción ocurrió cuando cientos de indígenas descansaban en un campamento e incluyó el uso de gases lacrimógenos y violencia física, según dicen los manifestantes y reflejan algunas imágenes de prensa. Varios dirigentes indígenas lograron huir, entre ellos el ex viceministro de Tierras, Alejandro Almaraz. En declaraciones a la prensa, los líderes indígenas dijeron que la marcha va a continuar.

Dirigentes del Movimiento Sin Miedo, grupo escindido del oficialismo que apoyó la marcha, y también algunos diputados del gobernante Movimiento Al Socialismo, rechazaron la medida del Ejecutivo.

Ayer la Policía intentó subir a un avión a los dirigentes indígenas apresados para obligarlos a volver a sus comunidades, pero los habitantes del pueblo de Rurrenabaque, tomaron el aeropuerto de donde partirían y liberaron a los indígenas, según medios locales.

La represión policial causó que cientos de bolivianos manifestaran ayer contra el gobierno con vigilias, concentraciones y distintas movilizaciones en distintas ciudades del país, y se convocó a un paro nacional por parte de la Central Obrera Boliviana, la mayor organización sindical del país, que también fue aliada de Morales.

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