"Debemos ver claramente que las fuerzas internacionales hostiles están intensificando su estrategia para occidentalizar y dividir a China, y los campos ideológicos y culturales son las áreas centrales de esta infiltración a largo plazo", afirmó el presidente chino Hu Jintao, en el último plenario del Comité Central del Partido Comunista de China, en octubre. Extractos del discurso fueron publicados en la revista teórica del partido, Qiushi (que significa "buscar la verdad", según medios hispanoparlantes); Hu Jintao está preocupado por la cultura China y porque la influencia de ésta en el mundo no es proporcional a su "status internacional".
"La cultura internacional de Occidente es fuerte mientras que nosotros somos débiles" a pesar de "la grandeza de la cultura china", dijo el presidente y planteó la necesidad de una escalada en la confrontación, una guerra cultural.
Hu Jintao dio ese discurso mientras se prepara el traspaso de poder: su cargo quedará en manos del vicepresidente, Xi Jinping, en un proceso que comenzará este año y finalizará con la asunción de éste en 2013. El presidente prepara el legado teórico que dejará -así como lo hicieron sus antecesores- tras protagonizar el gobierno de mayor crecimiento hacia el capitalismo.
Ese vuelco trajo asociado un aumento del consumismo, en especial del consumo de productos y costumbres occidentales. Redes sociales, bienes tecnológicos de última generación, y autos o productos de lujo. "Existe lo que podríamos llamar un reconocimiento de excelencia, un crecimiento por el amor al lujo que está haciendo de China nuestro principal mercado", aseguró a BBC Mundo Andrew Ball, de Rolls-Royce. China se convirtió en el mayor mercado de la marca y en el segundo de la también británica Bentley, después de Estados Unidos. Las empresas automovilísticas emblema de Europa, Volvo y Saab, ya están produciendo en el país asiático.
El entusiasmo por los productos tecnológicos llevó a que una empresa china produjera muñecos de Steve Jobs, el fallecido líder de Apple. Las censuras del gobierno chino al buscador Google son noticia desde 2009 y la red social nacional Renren cotiza en bolsa desde mayo de 2011. Y los programas de entretenimiento como los reality shows, concursos de talento, series y telenovelas invadieron la televisión china.
Por allí comenzará el gobierno a defender su cultura de la occidentalización. El organismo regulador de radio y televisión anunció la semana pasada que dos tercios de los programas de entretenimiento habían sido eliminados, tras ser identificados como de "excesivo entretenimiento" o de "mal gusto". Según las nuevas directrices, en horario de máxima audiencia cada canal podrá transmitir sólo dos programas de entretenimiento por semana de 90 minutos cada uno; además, se aumentó la cantidad y duración de los programas de noticias.
El organismo regulador indicó que los canales comenzarán "a emitir programas que promueven las virtudes tradicionales y los valores socialistas clave", informó la agencia oficial china Xinhua. Señaló además que "la decisión de recortar la programación de entretenimiento es crucial para mejorar los servicios culturales de la población". Esta censura se suma a la impuesta sobre películas, canciones, conciertos o incluso exposiciones artísticas, que de todos modos los chinos consumen mediante internet.
Con estos frenos, Pekín busca evitar que se repitan algunos casos polémicos: meses atrás, en un programa de búsqueda de pareja, una joven le dijo a un chico que prefería llorar en un BMW a reír en una bicicleta. Además, algunas telenovelas comenzaban a reflejar ciertos problemas de la sociedad china, como los sobornos o los problemas del acceso a cierto nivel de vida.
El impulso del gobierno a los medios estatales para que aumenten su producción y sean más competitivos es de larga data, y en este sentido la cadena de televisión estatal CCTV comenzó hace unas semanas el período de pruebas de un canal de tres dimensiones. Emitirá programas deportivos, películas y dibujos animados en 3D en un horario de tres horas y media.
Un poco más
Un representante del gobierno chino, Li Changchun, pidió en una conferencia con publicistas que se esfuercen más para fortalecer el status del marxismo en el campo ideológico del país. También pidió más esmero para fortalecer la construcción y la administración de internet para promover “una cultura sana” en la web.
Otras medidas serán la revitalización de la industria cultural -el cine nacional ya está trabajando en la producción de películas 3D- y se intentará minimizar la entrada de manifestaciones culturales occidentales. También se propone expandir los Institutos Confucio en el extranjero.
En territorio nacional, China aceleró desde 2006 la creación de centros culturales para dotar a cada pueblo con al menos uno de ellos, y aumentó su apoyo a museos, bibliotecas y galerías de arte que tienen obras nacionales.
Pero la defensa de la cultura y la ideología no pasa sólo por los medios y centros de arte. El vicepresidente y futuro mandatario, Xi Jinping, pidió a las universidades chinas que aumenten el “control diario” sobre la ideología de sus estudiantes “para crear una buena atmósfera” para el próximo Congreso de octubre, cuando comenzará la sucesión. También pidió mayores esfuerzos para alentar a los profesores a que se integren al Partido Comunista y a los catedráticos los exhortó a mejorar su trabajo “ideológico y político”, recalcándoles que su moral y cualidades ejercen una influencia “gradual e imperceptible” sobre los estudiantes.
Las universidades chinas han servido históricamente como centro de movimientos de protesta que, además, aumentaron en todo el país en 2011, por distintos temas vinculados al medio ambiente, la tierra, o incluso la corrupción del sistema.