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Un niño, durante el bloqueo del Puente Pueyrredón, que une la zona sur del Gran Buenos Aires con el centro de la ciudad, durante la huelga nacional convocada por sindicatos enfrentados al gobierno de Cristina Fernández, con piquetes que cortaron los principales accesos a la ciudad de Buenos Aires.

Foto: Leo la Valle, Efe

De punta

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Grupos opositores de las dos centrales sindicales de Argentina y la Federación Agraria realizaron el primer paro general desde que Néstor Kirchner asumió en 2003.

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Cortes de rutas, piquetes, paro de transporte, de bancos, de recolección de basura, fueron algunas de las medidas que se sintieron en Buenos Aires (cuyos principales accesos estuvieron cortados) y en toda Argentina. La movilización fue un éxito, en opinión de los convocantes: las facciones opositoras al gobierno de Cristina Fernández de las dos grandes centrales sindicales. Se trata del sector de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) liderado por Pablo Micheli, la facción de la Confederación General del Trabajo (CGT) de Hugo Moyano y, además, la Federación Agraria.

La gremial del agro está confrontada con el gobierno desde 2008, cuando en su primer mandato, la presidenta argentina impuso aranceles a las exportaciones.

La CTA de Micheli se abrió en 2008 del resto de su central, cercana al gobierno, luego de unas polémicas elecciones internas. En tanto, el alejamiento de Moyano, que antes fue aliado del ex presidente Néstor Kirchner, se procesó de manera progresiva después de la muerte de este último, y desde hace meses mantiene un conflicto abierto con la presidenta.

La relación entre los gremios y el kirchnerismo fue tan buena en sus inicios que el de ayer fue el primer paro general convocado desde que Kirchner asumió la presidencia en 2003. A la convocatoria se sumaron el Partido Obrero, la Izquierda Socialista, el Movimiento Socialista de los Trabajadores, que integra la coalición opositora Proyecto Sur, y el Partido de los Trabajadores Socialistas, al que responde Claudio Della Carbonara, dirigente de subterráneos de la línea B, la única que paró ayer, de acuerdo con el diario argentino Página 12.

La amenaza de una acción conjunta de la CTA, la CGT y la Federación Agraria también se viene gestando desde hace meses. “Hay cientos de miles de compañeros a lo largo y ancho del país frente a un gobierno que cierra los ojos a los que pensamos distinto”, dijo ayer Micheli. En su opinión, las reivindicaciones que están detrás del paro “son absolutamente justas”. Entre ellas, la más popular es la del aumento del mínimo salarial no imponible. Pero también piden un “aumento de emergencia” para los jubilados, cuyo ingreso mínimo es de 392 dólares por mes.

Desde el oficialismo, el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, dijo a la radio argentina La Red que el paro era “político” y que jamás se había visto en su país “un paro general con bloqueos”, porque “el bloqueo, el piquete, es la negación al paro, es coartar la libertad de los argentinos que libremente quieren ir a trabajar”. Se preguntó si la gente “eligió no ir a trabajar o si no fueron por miedo”.

El jefe de gabinete, Juan Abal Medina, habló en el mismo sentido y aseguró: “No hay paro. Un paro es cuando los obreros y los empleados deciden no acudir a sus lugares de trabajo. Esto es un piquetazo en el que los que logran ir a trabajar son apedreados, como estamos viendo en el centro porteño”.

Por su parte, Fernández, que tenía previsto anoche un acto con el movimiento juvenil kirchnerista La Cámpora, publicó en su Facebook un mensaje para “convocar” a sus “compañeros, los trabajadores, a un gran ejercicio de responsabilidad en la defensa, no del gobierno, para nada, sino del proyecto político que ha generado más de cinco millones y medio de puestos de trabajo”.

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