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Se la conoce como Ley de Cuotas, Ley de Ternas o Ley de Participación Política Femenina, pero el nombre de la Ley 18.476, vigente desde abril de 2009, sería bastante menos elegante. Vendría a ser algo así como Ley de Participación Equitativa de Ambos Sexos en la Integración de Órganos Electivos Nacionales y Departamentales y de Dirección de los Partidos Políticos. O Ley de Obligatoriedad de Candidatos de Ambos Sexos en Listas Electorales. Su debate insumió tres años. O 21, porque el primero de ocho proyectos que tendían a una representación femenina parlamentaria mínima fue presentado en 1988, por la diputada colorada suplente Alba Cassina de Nogara.

La idea, cortando grueso, consiste en que cada tres candidatos no haya más de dos del mismo sexo en las listas al Parlamento, a las juntas departamentales, locales y electorales, a los órganos de los partidos políticos y las de intendentes con sus suplentes. En la Comisión de Constitución del Senado se acordó excluir de la cuota los comicios partidarios y restringirla a las dos siguientes elecciones nacionales y departamentales. En la discusión del Senado se postergó su aplicación a las de 2014 y 2015, tras las cuales el Parlamento evaluaría “posibles modificaciones para futuras instancias”, si bien se reincorporaron las internas de los partidos de junio de 2009. O sea que a la ley se le sacó filo donde se corta el bacalao y se la afiló donde se desescama el pejerrey. De todos modos, hubo un cambio notorio en la composición de género de las convenciones, pero antes la Bancada Bicameral Femenina debió promover y lograr la aprobación de una ley interpretativa para salirle al paso a la Corte Electoral, que en su reglamentación de la Ley 18.476 permitía hacer trampitas mediante el sistema de suplentes respectivos.

En octubre de 2009 resultaron electas 18 legisladoras, tres más que en las elecciones nacionales anteriores. La politóloga Niki Johnson calculó entonces que, de haberse aplicado el sistema de cuotas que será obligatorio en 2014, las mujeres titulares de un escaño titular en el Parlamento serían 25, pues habrían ingresado tres senadoras y cuatro diputadas más.

El camino fue empinadísimo, pero la Ley 18.476 no garantiza que las candidatas ejerzan el cargo para el que sean electas, pues podrían ser presionadas para “renunciar a favor de varones”. El temor a eventuales “intentos por eludir la norma”, además de la falta de información sobre las posiciones en torno de su reglamentación dentro de la Corte Electoral, motivó la convocatoria de una “cumbre de mujeres políticas” reunida a mediados de febrero, según un informe de la periodista Isabel Pérez de Sierra, del Servicio de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe (Semlac).

La posibilidad de una “embestida” contra el espíritu de la Ley de Cuotas no parece responder a una manía persecutoria. Entre las participantes en la reunión figuraban dirigentes veteranas con un conocimiento íntimo del funcionamiento de sus respectivos partidos. La convocatoria corrió por cuenta de la ex legisladora nacionalista Beatriz Argimón, y asistieron las senadoras frenteamplistas Mónica Xavier y Constanza Moreira, así como varias edilas coloradas. En la “cumbre” quedó de manifiesto la existencia de una estrategia de género que trasciende las pertenencias partidarias. “Las mujeres tienen que tener una campaña propia, no sólo la de la lista”, dijo Xavier, según el despacho de Semlac.

No se trata de “estar por estar”, agregó la senadora socialista. Es importante, sí, bregar por la equidad como principio. Las mujeres de Argentina, el primer país de la región en establecer un sistema de cuotas, pasaron de ocupar cinco por ciento de las bancas parlamentarios a 38%, bastante más que el mínimo de 30% que fijaba la ley. A nadie sorprende que haya partidos liderados por mujeres, ministras en el gabinete y una presidenta, Cristina Fernández. Bueno, a los uruguayos sí, pues acá las legisladoras apenas pasan del 10%.

Pero la presencia femenina asegura en los Parlamentos el tratamiento de las cuestiones de género (escríbase sin comillas), y no sólo en beneficio de las mujeres. Lorena Zapata, de la Fundación Directorio Legislativo, le dijo a la BBC que asuntos como el aborto, la fertilización asistida, la adopción, la violencia contra niñas y mujeres y la trata de personas fueron atendidos por el Congreso de la Nación “gracias a las iniciativas de diputadas y senadoras”. Pero fueron ellas también las que afrontaron problemas de derechos humanos y de género hasta hace poco desatendidos y plantearon soluciones, como la Ley de Matrimonio Igualitario, por el bien de hombres y de mujeres.

No hay que temerle a la palabra “patriarcado”. Es un sistema de ideas que ha predominado en la humanidad a lo largo de la historia. Sus militantes se revelan en cuestiones como el carácter efímero de la cuota femenina que se aplicará en el próximo ciclo electoral. Cuota que, al igual que la despenalización del aborto, es una buena idea a la que hace rato que le llegó su hora.

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