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El primer ministro libio, Abderrahim al Kib, en Trípoli, donde acusó a “algunos miembros” del Consejo Nacional de Transición (CNT) libio de entorpecer la labor del gobierno al difundir rumores sobre una supuesta dimisión del Ejecutivo, entre otras acciones.

Foto: Efe, Sabri Elmhedwi

Después de la batalla

3 minutos de lectura
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Milicias armadas y grupos políticos intentan establecer alianzas con miras a las elecciones en Libia.

El gobierno libio prohibió que los partidos tengan bases religiosas o tribales, o que sean prolongación de partidos extranjeros, en momentos en que se acercan las elecciones. La decisión fue leída como un ataque a los Hermanos Musulmanes, mientras crece el temor del gobierno por la participación de las milicias en los comicios.

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Decenas de agrupaciones políticas ya están formadas o en proceso de formación en Libia, que en dos meses celebrará elecciones legislativas. El Parlamento que surja de ellas deberá formar un nuevo gobierno y redactar una Constitución.

El Consejo Nacional de Transición (CNT) que gobierna el país aprobó varias normas para la formación de los nuevos partidos que, según uno de los miembros del gobierno, Fathi Baaja, no están dirigidas contra los islamistas moderados -entre los cuales se cuenta el presidente del gobierno transicional, Mustafá Abdel Jalil- pero sí contra los radicales que “practican una política de exclusión de los otros”.

La medida de mayor impacto es la que prohíbe que los partidos sean fundados con bases tribales o religiosas. Tampoco pueden constituirse como una “prolongación de partidos del extranjero” ni recibir financiamiento del exterior, dijo a la agencia AFP otro miembro del CNT, Mustafá Landi. Una de las nuevas normas establece además que los partidos deberán contar con un mínimo de 250 miembros fundadores y otras agrupaciones políticas con al menos 100.

Con las normas claras, se creará una comisión que determinará cuáles son los partidos y candidatos que podrán participar en las elecciones. Recién entonces se sabrá si los Hermanos Musulmanes podrán participar. El vocero del CNT, Mohammed al Harizy, consultado por la agencia Reuters, no quiso especificarlo.

Si bien los Hermanos Musulmanes habían anunciado que no participarían directamente en los comicios, sí habían instado a sus seguidores a que formaran partidos y presentaran candidatos. Esta formación parece ser la más afectada, ya que se define como islamista moderada, tiene presencia en varias naciones árabes -por lo que se puede considerar una “prolongación de partidos del extranjero”- y logró buenos resultados electorales en Túnez y Egipto, otros países en los que está presente y que también celebraron elecciones después de las revoluciones de la llamada Primavera Árabe. Se esperaba que obtuvieran un resultado similar en Libia.

Servicios de seguridad

La comisión también deberá evaluar a varias formaciones políticas menores que nacieron de las distintas milicias que se unieron para derrocar a Muamar Gadafi. Por ejemplo, en el caso de las ciudades de Trípoli y Bengasi, que tendrán elecciones locales en mayo, los consejos militares locales -que se comportan como un gobierno- están armando sus listas. Otras milicias se están uniendo a partidos recientemente formados para convertirse en su ala militar, e incluso algunos comandantes de estas brigadas armadas están evaluando postularse a cargos.

Uno de ellos es Fawzi Bukatief, que lidera una alianza de 40 milicias en el este del país con base en Bengasi. Vestido con traje, la semana pasada aseguró que si él gana las elecciones locales en la segunda ciudad más grande de Libia será su formación la que decida “quién es revolucionario y quién no”, y advirtió a los grupos armados “no revolucionarios”: “Nosotros los detendremos”. Bukatief reconoció que si se postula habrá un conflicto porque la alianza que lidera será, según dijo, la que supervisará la votación en Bengasi.

Estos vínculos entre los políticos y las milicias armadas hacen temer que las armas puedan ejercer una presión importante en las urnas, ya sea intimidando a los votantes, manipulando la votación o alterando el proceso de alguna otra forma. También existe incertidumbre sobre qué lugar podrían ocupar el día de mañana estas milicias armadas. Algunas de ellas ya venden servicios de seguridad y generan así sus ingresos, pero muchas otras no quieren optar por ese camino, sino formar parte de la política del país, informó The New York Times. Varias de estas últimas son las que continúan enfrentándose con el Ejército en ciudades como Trípoli, Bengasi y Kufra.

Para neutralizar estos temores, el CNT propuso a las milicias pagarles por brindar seguridad en la jornada electoral. De hecho, ya les paga a algunos de sus integrantes por servicios de seguridad en la capital: 2.000 dólares a los solteros y 3.300 a los que tienen familia. Sin embargo, las cifras no evitaron que el mes pasado las brigadas atacaran el lugar de cobro porque había sido fijado en un bastión gadafista y porque no les estaban pagando con la suficiente rapidez. “¡Huyan! ¡Los mataremos!”, gritó un combatiente a los vecinos que corrían. “Esto es nuestro ahora. Nosotros somos los dueños aquí”, gritaron los milicianos a las personas del lugar.

Mientras se acerca la fecha de las elecciones, el 19 de junio, el temor en las autoridades aumenta y ayer el vice primer ministro del gobierno transicional, Mustafá Abu Shagour, reconoció estar “sumamente preocupado”.

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