Para que en Grecia hubiera una mayoría parlamentaria capaz de gobernar fueron necesarias dos elecciones generales. La primera, el 6 de mayo, determinó un reparto de bancas a partir del cual no se lograron acuerdos interpartidarios para respaldar a un gabinete. En las segundas, el domingo, el partido más votado fue el conservador Nueva Democracia (ND), con 129 diputados (21 más que en mayo) y sin llegar a los 151 necesarios para gobernar en solitario, por lo que buscó un acuerdo con los socialistas del Pasok, que también es proeuropeo y llegó tercero en las urnas. ND y Pasok son los partidos que dirigieron el país en las últimas décadas.
La segunda fuerza más votada fue la coalición de izquierda Syriza, contraria a los ajustes exigidos por la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), y que por ese motivo se negó a gobernar con ND. De las negociaciones lanzadas el lunes por el líder conservador, Antonis Samarás, nombrado el miércoles primer ministro, surgió una alianza tripartita entre su fuerza política, los socialistas y el pequeño partido centroizquierdista Izquierda Democrática (Dimar). Juntos tendrán una mayoría de 179 bancas en una cámara de 300 diputados.
La entrada de Dimar permite relativizar la impresión que podría dar un gobierno pactado sólo entre los dos partidos acusados de ser responsables de la crisis. Pero la participación de las dos fuerzas de izquierda en el Ejecutivo será discreta y sus líderes prefirieron no ocupar cargos. El gabinete tiene 40 integrantes contando al primer ministro; los restantes 39 son 17 ministros, 14 secretarios de Estado, siete viceministros y un portavoz. Hay 13 ministerios en manos de los conservadores y los restantes estarán a cargo de tecnócratas e independientes, según demandaron Pasok y Dimar, que participarán en otros cargos.
Como si resolver la crisis fuera asunto de hombres, hay sólo una ministra: la de Turismo, Olga Kefaloyani (ND), a la que se suma la secretaria general de Salud, Fotini Skopuli, de la que no se informó si tiene militancia partidaria.
El gobierno anterior, que contaba con 48 altos cargos en el Ejecutivo, había sido nombrado por el ex banquero Lukas Papademos, que lideró un equipo de tecnócratas encargado de firmar los acuerdos con la troika formada por la UE, el Banco Central Europeo y el FMI, en medio de la crisis política causada por la debacle financiera.
Entre las personalidades que se destacan en el nuevo gabinete está el ministro de Finanzas, Vasilis Rapanos, de 65 años, que era hasta su nombramiento el director del Banco Nacional de Grecia (privado). Se reconoce su experiencia en gestión financiera y está vinculado con el Pasok, dijo el flamante portavoz del gobierno, Simos Kedikoglu, al presentarlo.
El trabajo más delicado recayó en el número dos de Finanzas, Christos Staïkuras, de 38 años, que dejó su cargo de consejero financiero del primer ministro para encargarse de “revisar el memorándum”, o sea, el acuerdo firmado en marzo por el gobierno de Papademos con la troika, que implica aplicar recortes y reformas impopulares del gasto público a cambio del rescate financiero del país. Según un comunicado del gobierno, al realizar esa tarea Staïkuras “no debe poner en peligro el camino europeo del país y su integración al euro”. Además, el Ejecutivo anunció su intención de “atajar la crisis, emprender el camino hacia el crecimiento”, iniciar “reformas estructurales” y “tener un presupuesto equilibrado”.
La ineludible y delicada reforma del Estado quedó en manos del profesor de derecho constitucional Antonis Manitkis, un izquierdista de 38 años propuesto por Dimar. El ministro de Justicia, Transparencia y Derechos Humanos, Antonis Rupakiotis, es un ex presidente de la magistratura de Atenas y lo recomendó el mismo partido.
Según la agencia de noticias AFP, al inicio de la primera reunión del consejo de ministros Samaras pidió a sus integrantes “dar el ejemplo” y en ese sentido anunció que su sueldo y el de sus ministros bajarán 30%, al tiempo que la flota de vehículos oficiales se reducirá al “mínimo necesario”.