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El presidente francés, François Hollande, es saludado por una simpatizante tras votar en un colegio electoral en Tulle, Francia.

Foto: Efe, Guillaume Horcajuelo

Con varias vueltas

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La abstención en la primera vuelta de las legislativas francesas reavivó el debate sobre el calendario electoral.

La mayoría con la que cuenta el gobernante Partido Socialista francés se confirmó ayer en la primera vuelta de las elecciones legislativas. Pero la votación demostró la falta de interés de los franceses por esta nueva consulta electoral, luego de una campaña para la presidencia que empezó hace casi un año, con las primarias socialistas de 2011.

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En la primera vuelta de las elecciones de diputados, el partido de ultraderecha Frente Nacional (FN) confirmó su tercer lugar en la escena política de Francia. Sin embargo, según las estimaciones divulgadas anoche, no logró todavía ningún diputado. En función de los resultados definitivos y de lo que ocurra en la segunda vuelta, el partido liderado por Marine Le Pen podría obtener hasta tres diputados, y alcanzó 13,7% de los votos.

La última vez que esa fuerza, fundada en 1972 por Jean-Marie Le Pen, el padre de Marine, tuvo un diputado en la Asamblea Nacional, fue en 1997. En 1998 fue anulada la elección para ese cargo de Jean- Marie Le Chevalier -electo el año anterior- porque el FN había violado la Ley de Financiamiento de los Partidos. Volver a tener uno o varios diputados fue la meta que se impuso Marine, luego de haber llegado tercera en la primera vuelta de las presidenciales con un caudal histórico de votos: 17,9%.

Anoche los números provisorios colocaban en el primer lugar a la líder de la ultraderecha en la circunscripción de Hénin-Beaumont, en la región de Pas-de-Calais, en el extremo norte de Francia. Además de una victoria para ella, 42,36% de votos que obtuvo allí son una derrota para el líder del Frente de Izquierda, Jean-Luc Mélenchon, que se presentó en la misma circunscripción para enfrentarla. Pero Mélenchon llegó tercero con sólo 21,48% de los sufragios.

La segunda vuelta en esa circunscripción, del 17 de junio, enfrentará por lo tanto a Le Pen y al socialista Philippe Kemel, que logró 23,5% de los votos y recibirá el apoyo de Mélenchon.

En números nacionales, el total de la izquierda obtenía anoche 46,3% de los votos ante el 35,2% acumulado por la derechista Unión por un Movimiento Popular (UMP), del ex presidente, Nicolas Sarkozy, que pasó el mando al socialista François Hollande el 15 de mayo. El Partido Socialista tenía ayer 35,3% de respaldo en las legislativas, pero los ambientalistas de Europa Ecología Los Verdes se sumarán al oficialismo con su 5%, según cifras de la encuestadora Ipsos. El Frente de Izquierda, que no acordó una alianza formal con los socialistas pero lo apoyará en algunos distritos en la segunda vuelta y también en algunas iniciativas parlamentarias, acumuló 6,8% de los votos.

En cantidad de escaños, esto significa que el partido de gobierno y sus aliados tendrán de 275 a 329 bancas (la mayoría absoluta en la cámara baja es de 289), a los que se sumarían entre 13 y 20 diputados ambientalistas. La UMP alcanzaría de 210 a 270 escaños, según las encuestadoras.

Pero esta instancia electoral quedará marcada por la baja participación, que alcanzó un mínimo historico de 60%. Los franceses están aburridos de una campaña demasiado larga, en un país donde la población no está muy politizada. Los medios de comunicación franceses machacan sobre los comicios desde julio de 2011, cuando empezó la campaña para las primarias socialistas que se celebraron en octubre de ese año. Además, el principal motor de la elección presidencial giraba en torno al presidente saliente, Sarkozy, y al enfrentamiento entre sus seguidores y quienes querían verlo dejar el poder a toda costa.

La UMP insistía en la importancia de evitar que la Asamblea Nacional quedara en manos de los socialistas, que ya controlan el Senado, las regiones, los departamentos y los municipios, además de la presidencia. En tanto, los socialistas insistieron en la necesidad de tener mayoría legislativa para cumplir sus promesas de campaña. Pero los partidos no lograron movilizar a los franceses, ahora que Hollande asumió el cargo de presidente y que Sarkozy puso en suspenso su vida política (no hizo declaraciones públicas desde su derrota electoral el 6 de mayo). La baja participación reavivó los debates sobre la necesidad de juntar las elecciones presidenciales y las legislativas, en un país donde votar no es obligatorio.

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