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MarihuAncap

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Columna de opinión | Guillermo Lamolle.

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Esto me hace acordar a cuando un grupo de música saca un disco, y una canción que había puesto ahí medio de relleno termina siendo el hit que lo lleva a la gloria. Del conjunto de 15 medidas anunciadas en la noche del miércoles 20, en el marco de un plan denominado “Estrategias por la vida y la convivencia”, se ha hablado más de la que refiere a la legalización de la marihuana que de las otras 14.

Nunca tantos han estado tan felices por tan poco; raras veces las decisiones gubernamentales despiertan tanta simpatía. Cuando se luchaba por la legalización de una sustancia, el propio Estado asumió costos y riesgos de su producción y comercialización. Aunque, pensándolo bien, no sé si a los neojipis autocultivacionistas les caerá simpático tener que caminar hasta el dispensario para pedir “un Marihuancap de 20; si tenés box, mejor”. ¿Vendrán con filtro? ¿En la caja traerán esos bonitos cromos coleccionables con bebés prematuros, laringes ardientes y moribundos entubados? ¿Nos harán un juicio las transnacionales del tabaco por competencia desleal? ¿Se harán propagandas, jingles incluidos? No es complicado: marihuana rima con ventana y con mañana. Creo que todo esto (salvo lo del juicio) le quitaría un poco de esa mística indígeno-anarco-ecologista que posee la planta exclusiva en el fondo de la casa propia. Y seguramente, podría apostarlo, los expertos porrogourmets semiurbanos van a probarla y a decir “no”, con cara de catador francés al que le dan a probar vino lija en vaso de plástico. Capaz que al final terminan logrando que nadie la fume, aunque la intención sea otra. Lo cierto es que han logrado que el mundo vuelva a hablar de nosotros, y nada le gusta más al uruguayo medio.

En cuanto a las críticas de la oposición, son maravillosas. “Al no poder venderse a menores, va a surgir un mercado negro dominado por las mafias”. Sí, como pasa hoy con el tabaco y el alcohol, ¿no? O esta otra: “Esperábamos medidas contra la delincuencia, y legalizan la droga”. Bordaberry no se da cuenta de que si de verdad se legalizara “la droga”, quedaría sin motivos de existir, justamente, el más importante tipo de delincuencia organizada (si excluimos a las burocracias estatales). “Es una cortina de humo para que no se hable de lo de Pluna”. Muy buena imagen, Larrañaga. ¿Quién le escribe, García Lorca? Conozco varios que andan buscando letrista. Y ésta es una joyita: “No paran de inventar cosas para destruir el ser nacional”. Sí, Gandini; y seguramente después intentarán conquistar el mundo.

En cuanto al fondo de la cuestión, o sea, si el libre acceso a la marihuana favorecerá la disminución del consumo de pasta base, en principio tiene sentido para los consumidores futuros, ya que se los aleja de los centros de distribución ilegal donde eventualmente podrían conseguir una cosa o la otra. Los que ya consumen pasta base no creo, realmente, que la puedan cambiar por marihuana. Supongo que cada droga tiene un sustituto apropiado, y no parece que el “pegue” del porro tenga algo que ver con el de la lata, más allá de que la marihuana esté indicada como paliativo de los síntomas de la abstinencia. Pero es más difícil aún si finalmente se utiliza la internación compulsiva (que al principio se rumoreó que sí, después que no, y ahora parece que no-pero-sí, en virtud de declaraciones del secretario de Presidencia, Alberto Breccia, a El Espectador). Siendo la voluntad un factor clave en el control total o parcial de cualquier adicción, no parece que se puedan obtener efectos duraderos si se le pasa por encima. Pero bueno, nada es imposible: después de todo, vivimos en un país en que se obliga a las personas a jurar fidelidad a la bandera. En el peor de los casos, a la larga, es mejor hacer las cosas mal que no hacer nada; al menos los fracasos sirven como argumento para finalmente cambiar el rumbo y obtener algún éxito de vez en cuando.

Es curioso que, habiendo sustancias peligrosas y otras que no tanto, se opte por regular la venta de las últimas, permitiendo que el mercado de las más dañinas sea controlado por los narcotraficantes, que no se guían precisamente por un interés sanitario. La estrategia lógica sería regular la pasta base, ofreciendo diversas opciones (por ejemplo, variantes menos concentradas y por lo tanto menos letales), como parte de tratamientos multidisciplinarios.

Por último, lo que no me quedó claro es si ya sortearon cuál es el legislador frenteamplista que votará en contra, para que el proyecto termine no saliendo nunca.

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