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El ex presidente francés Nicolas Sarkozy en una imagen fechada el 25 de abril de 2012, durante la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.

Foto: Efe, Christophe Karaba

Sin Sarkozy

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El partido del ex presidente francés busca nuevo líder y línea política propia.

La Unión por un Movimiento Popular (UMP) acumula derrotas electorales desde 2007. Las más recientes fueron las elecciones legislativas y la salida de la presidencia de Francia de su líder natural, Nicolas Sarkozy, que no logró la reelección. Sus dirigentes mantienen el respaldo a Sarkozy, que no habló en público desde que perdió las presidenciales, pero la guerra de sucesión está abierta. Como telón de fondo aparece la discusión acerca de si la UMP debe volver al centro y al humanismo o mantener su giro a la derecha.

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Surgida de una alianza de fuerzas de derecha y de centro, la UMP fue siempre -desde su creación, hace diez años, hasta mayo- un partido de gobierno. Cuando en 2002 diversas fuerzas políticas se federaron para apoyar al presidente conservador 
Jacques Chirac, que buscaba la reelección, su nombre inicial fue Unión por una Mayoría Presidencial, pero al momento de oficializar lo se optó por Unión por un Movimiento Popular.

La ideología de la UMP fue en sus inicios cercana a la del ex presidente Charles de Gaulle, humanista, con un toque social, pero también liberal y de centro, debido a las distintas tendencias de las fuerzas que componen. Su primer presidente fue Alain Juppé, cercano a Chirac. Pero cuando Juppé fue condenado por un caso de empleos ficticios creados en la intendencia de París (en el que Chirac fue también condenado años después), tuvo que renunciar. Con la llegada a la presidencia del partido, en 2004, de Sarkozy, enemigo jurado de Chirac, empezó el giro a la derecha. El carisma de quien fue luego electo presidente en 2007 y su habilidad a la hora de llevarles la contra a sus detractores y de aprovechar los hechos de actualidad permitieron que el partido se mantuviera unido detrás de él.

Desde que asumió la presidencia de Francia Sarkozy quedó vacante el cargo de presidente de la UMP, y fue su secretario general, Jean François Copé, quien se encargo de ejercer el liderazgo, apegado sin matices a la gestión del jefe de Estado.

Pero el 6 de mayo, cuando el mandatario saliente comenzó a cumplir su promesa de retirarse de la vida política si no era reelecto, aparecieron los primeros síntomas de fisuras internas. Sin embargo, los líderes del partido mantuvieron la unidad, aunque fuera una fachada, hasta las elecciones legislativas del 10 y el 17 de junio, en las que volvieron a sufrir un revés. Esas dos derrotas fueron las últimas de una seguidilla.

Desde las legislativas que se celebraron poco después de la elección de Sarkozy como presidente, en 2007, la UMP no dejó de perder apoyo: en las municipales de 2008, en las europeas de 2009, en las regionales de 2010. En 2011 el Senado también se volcó a la izquierda y tuvo mayoría socialista por primera vez desde 1958, cuando se aprobó la actual Constitución.

Demasiadas cabezas

Después de perder la elección presidencial, que terminó el 6 de mayo con un balotaje frente al hoy presidente socialista, François Hollande, Sarkozy declaró que pasaría a ser “un francés como los demás” y anunció a los dirigentes de su partido que no participaría en la campaña para las legislativas.

En ese momento empezaron a notarse dos tendencias en la UMP. Los primeros consideran un logro el 48,4% de los votos que logró Sarkozy en la presidencial. Lo atribuyen a un gobierno en el que el ala más conservadora del partido, la “derecha popular”, cobró cada vez más fuerza e impulsó políticas de mano dura, debates sobre la “identidad nacional”, y asimiló la laicidad con la lucha contra el islamismo. La campaña del presidente saliente desplazó los límites ideológicos del partido hacia la derecha, sobre todo de cara al balotaje de mayo, multiplicando las guiñadas hacia el ultraderechista Frente Nacional (FN).

Son varios los que estiman que si Sarkozy recibió tal caudal de votos a pesar de la crisis financiera que acosa a Europa y que hace que los gobiernos cambien de signo político, es porque la estrategia no fue mala y hay que mantenerla. Es el caso de Nadine Morano, que fue varias veces ministra durante su gobierno. Candidata a diputada, Morano quedó enfrentada a un socialista para la segunda vuelta de las legislativas en junio, dejó en claro que prefería por lejos una alianza con el FN a una con la izquierda, y llamó a los votantes de ultraderecha a apoyarla.

Dio una entrevista al semanario de ultraderecha Minute, en la que destacó los “valores comunes” de la UMP y el FN. Sufrió luego el engaño de un imitador, Gérald Dahan, que se hizo pasar por Luis Alliot, pareja de la líder del FN, Marine Le Pen, y número dos de ese partido. En la conversación telefónica, creyendo que hablaba con Alliot, Morano le dijo a Daham que Le Pen “tiene mucho talento” y remarcó que los socialistas están a favor del voto de los extranjeros en las municipales. “Nos van a poner el voto para los extranjeros. ¡Yo no quiero que Francia se convierta en un Líbano!”, dijo. Morano denunció luego a Dahan y lo culpó de su posterior derrota electoral.

Esta situación se dio en el marco de una postura novedosa adoptada por Copé para las elecciones a diputados: el “ni-ni”, que consistió en no apoyar ni al FN, ni a la izquierda en segunda vuelta, con el argumento de que los socialistas acordaron alianzas con la extrema izquierda y los comunistas. Hasta ese momento era habitual que la UMP y los socialistas se aliaran en lo que se denominó un “frente republicano” para evitar que avanzara la ultraderecha.

Otros líderes de la UMP, en cambio, salieron a denunciar la tendencia a la “derechización” del partido. Opinaron que en las legislativas los votantes castigaron los coqueteos conservadores con la ultraderecha. La senadora Chantal Jouanno dijo al canal Public Sénat que “el verdadero problema es que la dirección del partido le dio el poder a un polo [la derecha popular]”. A su entender, que la derrota en las legislativas haya sido mayor que en las presidenciales muestra que la estrategia fue “errónea” y deploró que su partido se haya “negado a conservar una frontera impermeable a los valores del FN”. Destacó que todos los candidatos que fueron “ambiguos” ante la ultraderecha no fueron electos para ocupar bancas en la Asamblea Nacional, como le ocurrió a Morano. También remarcó que esa “derechización” no es acorde a los principios fundadores de la UMP, aunque opinó que es legítimo que tales tendencias puedan expresarse, si no ocupan todo el espacio partidario. Además insistió en que en la UMP “no hay ningún valor común con el FN”.

Otro líder de la UMP que criticó el método después de la derrota fue el ex primer ministro de Chirac, Jean Pierre Rafarin. Dijo que “el vuelco derechista fracasó” y llamó a “reconstruir un pensamiento político en la UMP que permita al partido apoyarse en sus dos culturas: una de derecha republicana y otra de derecha humanista”. En una entrevista con el canal BFMTV y la radio RMC, remató: “El FN tiene una historia que no lo pone del lado de la República”.

Por su parte, el ex ministro de Economía y cofundador de la UMP, François Baroin, coincidió con estos análisis y advirtió: “Al correr demasiado atrás del FN, le damos credibilidad”.

Luego de que el FN obtuvo 17,9% en las presidenciales y dos diputados en las legislativas, por primera vez desde 1997, Marine Le Pen anunció en declaraciones a la radio Europe 1 “la muerte de la UMP” y desde entonces llama a los votantes conservadores a sumarse a su partido.

Sin embargo, nadie se atrevió a cuestionar a Sarkozy por la estategia adoptada. Roselyne Bachelot, que fue ministra varias veces durante su gobierno, publicó un libro polémico sobre el mandato, llamado A fuego y a sangre (À feu et à sang) y destacó, cuando lo promocionaba, que Sarkozy siempre dijo que sería “el único responsable” de una derrota y que “como líder fue él quien marcó la línea” de campaña, que ella también critica. Aunque defendió la gestión del ex presidente, esa postura le valió cuestionamientos a la autora.

Mejor no hablar

La mayoría de los críticos de la “derechización” prefieren acusar a uno de los principales asesores de las campañas de 2007 y 2012 de Sarkozy, Patrick Buisson, ex periodista de Minute. La ex vocera de campaña y ex ministra de Medio Ambiente Nathalie Kosciusko-Morizet (NKM) acusó a Buisson de haber deseado el triunfo de “Charles Maurras más que el de Nicolas Sarkozy”. Maurras (1869-1952) fue un conocido dirigente de la ultraderecha católica francesa.

También culpó a Buisson de haber perseguido un “objetivo ideológico” en lugar de “político”, consistente en que la ultraderecha y la derecha se acercaran, para presentar a la primera como una propuesta aceptable. “Mucha gente comparte esta postura”, agregó la ex vocera, aunque lamentó que cuando hubo debates internos durante la campaña, no todos la apoyaron. “Más vale tarde que nunca. Pero hay cosas que conviene decir antes de las elecciones y no después”, concluyó en declaraciones a la televisión francesa Canal Plus.

NKM fue electa diputada y es una de las posibles candidatas a la presidencia de la UMP e incluso a las elecciones presidenciales de 2017. Para el FN ella era la única personalidad de derecha que había que derrotar a toda costa, por haber dicho -a pesar de las directivas de Copé- que en la segunda vuelta, si tuviera que elegir entre un candidato socialista y el FN, optaría por el socialista.

En este contexto, Copé, el secretario general que también podría ser candidato, insiste en un llamamiento a mantener la unidad ahora que el partido elige su presidente en elecciones previstas para el 18 de noviembre, con una posible segunda vuelta el 25.

Hay tiempo hasta setiembre para postularse, y por ahora el único que anunció su candidatura es François Fillon, que fue el primer ministro de Sarkozy durante cinco años y que se mantiene por fuera de las polémicas del partido. Pero opina que “la UMP necesita clarificar sus valores” y “erigir un nuevo proyecto”.

Sin embargo, Fillon señala: “Toda crítica contra Nicolas Sarkozy también me ataca a mí. Soy solidario con toda la acción política que llevó a cabo. La principal razón de nuestro fracaso ha estado vinculada a la crisis económica y financiera. En España, [José Luis Rodríguez] Zapatero no fue derrotado porque hizo una campaña muy a la derecha. En Gran Bretaña, Gordon Brown no fue derrotado porque hizo una campaña muy a la derecha”.

Por su parte, el ex presidente de la UMP Juppé no descarta un intento de regresar a ese cargo, lo que marcaría un giro del partido hacia el centro. Ha dicho que sería candidato para evitar que el partido quede dividido por las luchas entre personas. Pero no sería extraño que surgieran más candidatos. Vistos los antecedentes, la instancia de noviembre es percibida como un paso obligado en el camino a 2017 y a las próximas elecciones presidenciales.

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