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Bomberos de Mieres protestan por los nuevos recortes aprobados por el gobierno de España y se unen a otros que dicen que están sufriendo desde hace más de dos años. La medida fue realizada ayer en la base de Mieres sobre las 8.00, en el cambio de turno.

Foto: j.l.cereijido, efe

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Cientos de miles de personas movilizadas en España para darle la espalda al ajuste que aprobó el gobierno de Rajoy.

Más de 80 ciudades se unieron ayer a las protestas por los recortes impulsados por el gobierno de Mariano Rajoy y aprobados más temprano en el Congreso con los votos oficialistas. Se trata del cuarto tijeretazo de la administración del Partido Popular, que llegó al poder hace poco más de seis meses.

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“Manos arriba, esto es un atraco”, “Rajoy, escucha, el pueblo está en la lucha” y “Rajoy, ratero, nos roba a los obreros”, fueron algunos de los cánticos que se escucharon ayer en las ciudades españolas, que desde Madrid hasta Palma -pasando por Barcelona, Alicante, Sevilla, Valencia, Ourense y Galicia, entre otras- se levantaron para rechazar los recortes que aprobó el Congreso con los votos del gobernante Partido Popular.

En algunas de estas ciudades las manifestaciones comenzaron cuando la medida fue anunciada, el miércoles de la semana pasada, pero en otras recién ayer los trabajadores, funcionarios y ciudadanos de a pie salieron a protestar contra lo que se interpreta como el mayor golpe al Estado de bienestar.

Rajoy apareció en el hemiciclo sólo para la votación. Fue el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, el que tuvo que defender los recortes del gobierno. El más duro de los cruces que mantuvo fue con el líder del Partido Socialista Obrero Español, Alfredo Pérez Rubalcaba, que se mostró más agresivo y crítico con el gobierno que la semana pasada, cuando enfrentó al presidente en el Congreso. “Coja un avión a Bruselas y diga que los recortes son una barbaridad”, dijo Rubalcaba a Montoro, para después señalar que “como los malos toreros, Rajoy ha gritado ‘dejadme solo’ y lo malo es que los errores del gobierno los pagan España y los españoles”.

El presidente ha sido muy criticado desde que comenzó su administración por no comparecer ante la ciudadanía, la prensa o los parlamentarios. Rajoy evita participar en conferencias de prensa o utilizar los accesos en los que puede ser interceptado por periodistas, y también ha esquivado debatir en el Congreso con los líderes parlamentarios. Lo hizo desde que comenzaron los ajustes, al principio de su gobierno, en enero.

En el debate previo a la aprobación de los recortes se visibilizó la brecha entre el gobierno y los partidos nacionalistas como Convergència i Unió, que alguna vez lo apoyaron y que ahora se opusieron a la norma. Partidos de izquierda como Izquierda Unida o el independentista vasco Amaiur salieron de la sala durante la votación para no ser parte de la decisión, mientras que los socialistas votaron en contra.

Otra de las principales críticas vertidas en el debate -y también desde la prensa- apunta a que los diputados españoles no cuentan con toda la información sobre el rescate de la Unión Europea que sí está disponible, por ejemplo, para parlamentarios alemanes o finlandeses, que en los últimos días lo aprobaron.

Aun así, los recortes recibieron el visto bueno del Parlamento, pero en esta ocasión no hubo aplausos ni gritos de victoria, como sí los hubo el día del anuncio, la semana pasada, incluido un grito de la diputada oficialista Andrea Fabra, que mirando a los socialistas dijo “que se jodan”, una frase que los manifestantes y los políticos opositores convirtieron en un lema sobre la actitud del gobierno ante la población que será afectada por los recortes.

Pero más críticas nacen en las calles españolas. Cientos de miles de personas protestaron en distintas ciudades para darle la espalda al gobierno. Colectivos más y menos organizados reclamaron que se retroceda en las medidas, que afectan principalmente a los trabajadores, los jubilados y las personas más necesitadas. De “tijeretazo” pasó a ser un “hachazo” en cuestión de horas, justo en las puertas de un Congreso más vallado y blindado que nunca, al punto de que el líder de Izquierda Unida, Cayo Lara, decidió recordar al gobierno que “el pueblo no 
es el enemigo”.

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