El juicio sobre el escándalo de corrupción conocido como el mensalão, que terminó con la condena de varios dirigentes de PT, hizo que resurgiera el debate sobre la regulación de los medios de comunicación. La cúpula del PT responsabilizó a la “prensa conservadora” por el fallo contrario a los dirigentes y aseguró que había influido en la decisión de los jueces por medio de los artículos periodísticos.
Este argumento sirvió para que tanto el PT como el ex presidente Lula da Silva reavivaran la posibilidad de implementar una ley de medios -para la cual ya hay un proyecto que se redactó durante el anterior gobierno y del que poco se conoce-. Cuando terminó su mandato, Lula señaló que dejaba a su sucesora tres temas prioritarios, entre los cuales se contaba esta ley de medios. Pero el encargo no recibió todavía respuesta de Rousseff.
Ahora el reclamo se hace en un tono cada vez más alto. En la carta en la que se convoca al quinto congreso del PT a mediados de año, se señaló la necesidad de “construir una narrativa sobre el período histórico que se inició en 2003” con la asunción de Lula. “La ausencia de un balance profundo de nuestra experiencia de gobierno y de nuestra presencia en la sociedad, dificulta la construcción y la continuidad de nuestro proyecto político”, señala el documento. “A partir de 2003, de forma intermitente, se intentó anular los notorios éxitos del gobierno, con campañas que intentaban o destruir las realizaciones del gobierno de Lula o tacharlo de incapaz y corrupto”, agrega. Asegura además que la “campaña de desmoralización” de los medios contra el PT y Lula es “comparable solamente a las que derrumbaron a los ex presidente Getúlio Vargas y João Goulart”.
Durante la reunión en la que a fin de año redactó este texto, la cúpula del PT emitió otro comunicado en el que defendió la reglamentación de los medios. Pidió la “ampliación de los espacios de debate, de información y de circulación de ideas” para combatir “prejuicios”, así como “manipulaciones ideológicas, culturales y religiosas”.
Además de ese pronunciamiento del PT, el asesor de asuntos internacionales del gobierno, Marco Aurélio Garcia, se pronunció sobre el papel de los medios y en particular de TV Globo: “Cuando tenés un canal que dedica 19 minutos de su principal informativo [que es de unos 45 minutos] a hacer un resumen del mensalão en la víspera de la segunda vuelta electoral [para las elecciones locales], es evidente que se está haciendo política”.
También el líder de la bancada del PT en Diputados, Jilmar Tatto, mencionó la actuación de los medios durante el mensalão. Aseguró que toda la causa fue una “gran farsa”, una “gran pieza de marketing” construida por “los medios conservadores para desgastar los gobiernos de Lula y Dilma, y también al PT”.
Ellos y nosotros
Los blogueros oficialistas son otra de las patas de este movimiento en favor de la ley de medios. Autoproclamados órganos de comunicación del gobierno y del PT, reprochan no sólo la postergación de esa iniciativa, sino también que la administración de Rousseff siga dando a los grandes conglomerados la mayor parte de la publicidad oficial.
Sectores del PT muy vinculados a la “blogósfera” aseguran que en el último reparto de publicidad en los medios -que es anual- el gobierno bloqueó cualquier apoyo a los diarios independientes y los blogs, mientras que lo adjudicó a los grandes medios, entre los que se mencionan la cadena Globo, la editora Abril, que edita la revista Veja y los diarios Folha de São Paulo y O Estado de São Paulo. Consideran que con este reparto murieron las esperanzas de que Rousseff impulsara un cambio en materia de comunicación, porque sabido es que no lo hará en 2014, año electoral.
Organizaciones civiles y defensores de la democratización de la comunicación en Brasil señalan que durante la dictadura se favoreció a los grandes medios de comunicación que no cuestionaron al régimen. El crecimiento de estos conglomerados de medios les ha permitido sumar poder y tener más incidencia en la política brasileña.
Éstos son algunos de los aspectos que hacen que hoy blogueros, organizaciones sociales e incluso algunos diputados denominen a los grandes grupos de medios como el “Partido de la Prensa Golpista”. Incluyen la palabra “golpista” porque consideran que fueron fundamentales para crear un ambiente político que favoreció al golpe de Estado. Por otra parte, la definición de los conglomerados de medios como “partido” tiene cada vez más fuerza a medida que la oposición se debilita en disputas internas con miras a las elecciones nacionales del próximo año y tras los malos resultados de las elecciones municipales de octubre.
Estos activistas sostienen que la falta de una política de comunicación es lo que ha llevado a que varios diarios locales o alternativos hayan cerrado en las últimas décadas, como Última Hora, Novos Rumos o Jornal do Brasil, y que esos cierres han favorecido la homogenización de la información.
A diferencia de otros países que también buscan regular los medios de comunicación, en la Constitución brasileña hay varios artículos que pueden ser utilizados con ese propósito. Se establece que quienes tienen concesiones de radio y televisión deben priorizar la programación cultural y educativa, así como los materiales que tienden a la regionalización de los medios. También que no se pueden construir monopolios u oligopolios de medios.
Críticas relanzadas
Ni bien asumió, Rousseff generó críticas por su participación en la fiesta de aniversario de Folha de São Paulo, y por su primera aparición televisiva como presidenta, que fue en TV Globo. Los reproches crecieron cuando durante el segundo semestre de su mandato alejó del gabinete a seis ministros por denuncias de corrupción, que fueron publicadas en estos medios antes de que fueran probadas. Lo que fue aplaudido por muchos como una serie de decisiones éticas en el marco de la lucha contra la corrupción, por otros fue leído como una debilidad de Rousseff ante la influencia de los medios masivos de comunicación.
En los últimos meses pareció cambiar de rumbo. En diciembre, desde París y junto a Lula, calificó como “lamentable” que los medios intenten involucrar al ex presidente con el escándalo del mensalão: “Repudio todas las tentativas, y no es la primera, de quitarle el inmenso respeto que el pueblo tiene por él”, dijo. Esas declaraciones fueron interpretadas como las primeras señales de un cambio de postura de Rousseff. Pero unos días después la mandataria dijo una frase que ya es un clásico: “Prefiero, siempre, el ruido de la prensa libre que el silencio de la dictadura”. Un par de meses más tarde el ministro de Comunicación, Paulo Bernardo, confirmaba en algunas reuniones que la ley no sería tratada este año.
El “amague” de Rousseff pareció revitalizar y endurecer las críticas en las últimas semanas. Uno de los blogueros de izquierda más reconocidos, Paulo Henrique Amorim, el responsable de la popularización de la expresión “Partido de la Izquierda Golpista”, ha sido especialmente crítico con Rousseff. En una columna publicada en diciembre atacó a la presidenta por desentenderse de la causa del mensalão: “la presidenta tiene todo que ver con el mensalão […] fueron condenados sin pruebas algunos de los arquitectos del edificio político que permitió que una desconocida economista […] se convirtiera en presidenta”. Además, asegura que Rousseff “no existe” fuera del PT.
Estas lecturas vienen de la mano de una segunda interpretación de estos grupos acerca de cómo actuó la prensa ante el mensalão. Mientras se juzgaba el caso, los medios arremetieron contra el PT y sus líderes durante el gobierno de Lula, así como contra el propio ex presidente, haciendo ver constantemente que él no tenía manera de no enterarse de la compra de votos que se hacía en nombre de su gobierno. Sin embargo, Rousseff quedaba al margen de esas críticas a su padrino político y al partido que la aupó al poder. Esto se sumó al alejamiento que en simultáneo hizo Rousseff del partido, sin unirse a las críticas que éste impulsaba contra el Supremo Tribunal Federal o los medios, y asegurando que estaba al margen del tema.
Uno de los portales de izquierda más importantes del país, Correio do Brasil, se sumó al debate en los últimos meses al hacerse eco de las columnas de blogueros críticos y publicar notas sobre la división entre el PT y Rousseff en torno al tema de la comunicación. “Va a haber una colisión ahí, no tengo dudas, a no ser que la presidenta Dilma” cambie su postura, dijo una fuente cercana a Lula que no fue identificada. “El PT entiende que tanto los medios conservadores como los alternativos merecen tener sus espacios reconocidos. Hasta que eso pase, existirá este roce”, agregó.
Los decibeles de los reclamos van subiendo, tanto desde el PT como desde las organizaciones y los grupos que buscan medios más democráticos. No sólo se han multiplicado las columnas y las entradas en los blogs, sino también las conferencias, los debates y las exposiciones sobre el tema.
El propio Lula se ocupó a fines de enero de volver a poner el tema en el tapete al llamar, en una conferencia, a que se haga una “revolución en la comunicación” con un aumento del uso de las redes sociales y los blogs para contrarrestar la información vehiculizada en los medios tradicionales.
Nuevo round
A comienzos de marzo el Directorio Nacional del PT emitió un nuevo comunicado titulado “Democratización de los medios urgente e impostergable”, en el que llama al gobierno a dar marcha atrás en su decisión de no tratar la ley este año -es de público conocimiento que no se hará el próximo, que es año electoral- y en aprobar una exención de impuestos para las empresas de telecomunicaciones, muchas de las cuales también son dueñas de medios.
En respuesta, el ministro Bernardo dijo públicamente que el partido “se equivocó” al mezclar su reclamo de una ley de medios con la exención fiscal, que busca motivar la inversión de grandes empresas de telecomunicaciones para que haya más usuarios que puedan acceder a la banda ancha.
En su comunicado, el PT también asegura que convocará para este año una conferencia extraordinaria, con el tema “Democratizar los medios y ampliar la libertad de expresión para democratizar Brasil”, redoblando la apuesta por una ley que el gobierno se sigue negando a tratar.