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Un familiar del prisionero yemení en Guantánamo Abdul Hakeem Kalib sujeta una imagen de Abdul durante una protesta en la que piden la liberación de los presos yemeníes en la base naval de Estados Unidos, frente a la embajada de ese país, en Saná, Yemen.

Foto: Mohammed Hamoud, Efe

Causas y consecuencias

3 minutos de lectura
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Los presos de Guantánamo están en huelga para denunciar malos tratos.

Estados Unidos cerró en enero la oficina encargada de negociar el traslado de detenidos en Guantánamo a cárceles estadounidenses y de acelerar el cierre de esa prisión. La liberación de 80 presos de los 166 fue autorizada pero no se concretó. Ya son decenas los detenidos que se sumaron desde el 6 de febrero a una huelga de hambre para denunciar maltrato y reclamar su liberación.

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El número de hombres que participan en la huelga varía según la fuente que se consulte. Son 130 según la agencia de noticias Efe, que citó el intercambio telefónico entre un abogado y su defendido, 37 según el diario español El País, que menciona como fuente “los presos”, y 31 según la agencia de noticias AFP que se basa en cifras del vocero de la cárcel, Robert Durand.

La protesta se lleva a cabo en el Campamento 6 de la base estadounidense de Guantánamo, donde se encuentran los presos que no representan mayores riesgos, problemas de disciplina o valor particular para la Justicia estadounidense. “Dos tercios de los detenidos [80 de 166] del Campamento 6 fueron declarados liberables” por el Pentágono, recordó el abogado David Remes, que representa a 15 presos, todos huelguistas. Pero ninguno de los “liberables” recobró su libertad. Entre ellos hay 56 yemeníes que no pueden volver a su país por disposición del presidente estadounidense, Barack Obama, que entiende que no es conveniente debido a la inestabilidad que hay en esa región.

La posibilidad de liberación que no se concreta es uno de los motivos del descontento que generó la huelga de hambre iniciada hace ya siete semanas y a la que se suman cada vez más reclusos. Además, la medida de protesta empezó después de registros de rutina en las celdas en los que se confiscaron fotos, correspondencia y, sobre todo, según los presos, los guardias manipularon de manera irrespetuosa sus copias del Corán, algo que consideran una “profanación religiosa”. Los militares tienen prohibido tocar los libros sagrados y son lingüistas musulmanes los que deben revisarlos si es necesario.

El jefe del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos, el general John Kelly, dijo que la huelga se debe sobre todo a que los presos se sienten “frustrados” por el fracaso de la administración Obama para cerrar el centro de detención. “Creo que quieren remover el avispero” para que “los medios sepan de su situación”, opinó Kelly, citado por El País de Madrid.

El militar reconoció que el anuncio de Obama del cierre de Guantánamo, al asumir en 2009, generó expectativas. Pero el Congreso, donde los demócratas no tienen mayoría, bloqueó la iniciativa y tampoco permitió a los presos que no fueran liberables ser transferidos a cárceles en Estados Unidos. Desde que asumió su segundo mandato, en enero, Obama no volvió a tocar el tema y la oficina encargada de la reubicación de los presos de Guantánamo y de negociar el cierre fue desmantelada.

La principal fuente de información para saber lo que ocurre en Guantánamo son los abogados de presos. Uno de ellos es Carlos Warner, que defiende a 11 detenidos. Según declaró a Efe, éstos viven en condiciones “extremas” y el hecho de que su liberación haya sido autorizada, sin consecuencias, genera “la sensación de que la única manera de abandonar Guantánamo es si estás muerto”. Agregó: “Desgraciadamente, creo que están preparados para dar ese paso”.

Remes también dijo que “los detenidos están dispuestos a ir hasta el final”. Él defiende a Abdalmalik Wahab y Uthman Uthman, dos ciudadanos de Yemen. Wahab está en Guantánamo desde que se inauguró la cárcel, en 2002, por lo que pasó 11 de sus 33 años encerrado sin que se presenten cargos ni se lo enjuicie. Según su defensor, empezó la huelga hace 50 días y perdió 20 kilos. Además Remes dijo que Uthman, de 45 años, le contó cómo lo alimentaron a la fuerza, una medida que ahora se aplica a otros presos -ocho según algunas fuentes y 11 según otras-. El yemení dijo haber sido atado a una silla de ruedas, vomitado sangre y haberse desmayado durante el procedimiento. “Díganle a mi familia que me perdone si muero”, pidió Wahab según Remes.

El abogado Clive Stafford, que defiende al prisionero Shaker Aamer, dijo en una declaración jurada citada por Efe que la semana pasada su cliente le dijo por teléfono que es sometido a “castigos” desde que admitió estar en huelga de hambre. Agregó que le negaron “varios objetos requeridos por razones médicas”, como una faja para sus dolores de espalda o unas medias especiales para el edema que sufre en los pies. Según Shaker, 15 huelguistas tienen los niveles de azúcar muy bajos y siete están hospitalizados.

Los abogados que defienden a varios de los presos aseguran que para que se levante la huelga bastaría con que les permitan cambiar sus ejemplares del Corán por otros. Además, los defensores escribieron al jefe del Pentágono, Chuck Hagel, para informarlo de la situación, de acuerdo al diario The Washington Post. Otro abogado, Stephen Xenakis, dijo a AFP que según uno de sus clientes, el domingo hacía tres días que les negaban el acceso al agua potable y que la temperatura del aire acondicionado estaba “extremamente fría” para “intentar quebrar la huelga”, pero las autoridades de la cárcel negaron esas acusaciones.

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