Margaret Thatcher, que nació en 1925 y murió ayer después de sufrir un derrame cerebral, no sólo fue la primera jefa de gobierno británica, sino también la primera dirigente en ser reelecta dos veces en ese cargo, en 1983 y 1987. Durante los últimos años estuvo retirada de la vida pública y padecía demencia senil.
Desde su llegada a Downing Street por el Partido Conservador, esta hija de un comerciante modesto despertó rechazo en los sindicatos. Un año después de su asunción se organizó una manifestación en Liverpool en la que participaron más de 150.000 personas, una de las más multitudinarias en la historia británica.
El gobierno de Thatcher (1979-1990) estuvo marcado por su fuerte carácter y sus firmes decisiones. Entre las más polémicas estuvieron las privatizaciones de las compañías estatales de teléfono, gas, agua y electricidad, de la línea aérea British Airways y de la firma Rolls-Royce, así como recortes en el presupuesto para salud, educación, vivienda y transporte. Estos dos últimos sectores continúan enfrentando problemas por la falta de ingresos en esa época. Las medidas de Thatcher estuvieron enmarcadas en el liberalismo económico basado en la competencia, la iniciativa privada, el ahorro y la autosuficiencia, conceptos que hoy se resumen bajo el título de “thatcherismo” (ver http://ladiaria.com.uy/ACGb ).
También en las relaciones exteriores tomó decisiones que marcaron la época, como la de relacionarse con los líderes que eran más importantes geoestratégicamente en ese momento, como el estadounidense Ronald Reagan o el ruso Mijaíl Gorbachov. La ex primera dama estadounidense Nancy Reagan dijo ayer, al saber de la muerte de Thatcher: “Ronnie y Margaret eran almas gemelas políticas, comprometidas con la libertad y decididas a terminar con el comunismo”.
Thatcher tuvo además la oportunidad de defender la soberanía británica en las islas Malvinas ante la guerra lanzada por la dictadura argentina, lo que le sirvió para dar vuelta las encuestas electorales, que le auguraban una dura derrota en 1983. Finalmente logró en esas elecciones una victoria cómoda.
En su relación con América Latina también supo ser muy cercana al dictador chileno Augusto Pinochet, una relación que ellos llegaron a definir como una “amistad”. Durante su gobierno, Thatcher levantó el bloqueo de la venta de armas a Chile que estaba vigente en el ámbito internacional, e incluso cables filtrados por WikiLeaks muestran que la primera ministra ofreció créditos al dictador chileno. Como contrapartida, Chile dio apoyo logístico a los británicos en la Guerra de Malvinas y le pasó información sobre la actividad de los militares argentinos, incluida la ubicación del buque argentino General Belgrano, que fue hundido por Reino Unido, recordó ayer el diario La Tercera.
Además, Thatcher dio un respaldo explícito a Pinochet cuando fue detenido en 1998 al visitar Reino Unido e incluso escribió dos cartas públicas al entonces primer ministro, Tony Blair, pidiendo la liberación del ex dictador. Cuando fue liberado, ella pidió que se retrasara la salida del avión en el que volvería a Chile para poder despedirse de él.
“Era una agradecida de lo que había hecho Chile por Inglaterra”, dijo ayer a CNN el hijo mayor del dictador chileno, Augusto Pinochet Hiriart. También el ex canciller de la dictadura chilena Miguel Álex Schweitzer dijo que Thatcher “reconoció la posición de Chile” durante la Guerra de Malvinas “y eso lo demostró con la visita” que le hizo a Pinochet durante su detención en Londres.
Para los vecinos
En su relación con Europa, Thatcher también marcó tendencia y hasta hoy los tories se dividen entre las posturas más “thatcheristas” y las más moderadas. La Dama de Hierro -apodo que le impuso el periódico soviético Pravda, del Partido Comunista- rechazaba la aprobación de medidas dirigidas a una mayor integración regional. El discurso que a comienzos de año dio el primer ministro conservador David Cameron para reclamar una reforma en la Unión Europea (UE) que brinde más libertad de acción a los británicos ameritó varias reseñas periodísticas en las que se señalaba al primer ministro como uno de los más fervientes seguidores del thatcherismo en cuanto a la política regional.
En el marco de los debates que delineaban lo que luego sería la UE, Thatcher pronunció una de sus frases más recordadas. “¡Quiero que me devuelvan el dinero!”, dijo en referencia a los aportes económicos que los países miembro habían hecho al bloque. Este tema causó fuertes divisiones en la interna conservadora, que ya venía bastante complicada por el impopular “poll-tax”, un impuesto municipal aprobado a fines de los 80, cuyo impago se castigaba con el retiro del derecho al voto. La división en el partido se reflejó en que la primera ministra fuera derrotada en las internas de noviembre de 1990 por su ex ministro de Defensa, Michael Heseltine.
Desde Reino Unido los líderes políticos coincidieron ayer en señalar que Thatcher fue la figura preponderante de una importante época de la política británica, y que su legado permanecerá en el tiempo. “David Cameron, [el líder del Partido Liberal Demócrata] Nick Clegg y yo crecimos en una política modelada por la señora Thatcher. Tomamos caminos distintos, pero con ella como la figura crucial de esa era”, manifestó el líder del opositor Partido Laborista, Ed Miliband. Por su parte, el primer ministro Cameron lamentó que su país haya “perdido a una gran líder, a una gran primera ministra y a una gran británica”. Aseguró: “No sólo lideró a nuestro país, sino que lo salvó”. Su aliado en el gobierno, Clegg, fue menos entusiasta y dijo: “Al margen del lado en el que uno esté en el debate político, nadie puede negar que como primera ministra dejó una huella única y duradera”.
El tono diferente lo marcó Tony Benn, que fue ministro laborista en los 70 y un fuerte opositor a Thatcher: “Ella hizo la guerra con mucha gente en Gran Bretaña y no creo que eso haya ayudado a nuestra sociedad”. Por su parte, Gerry Adams, el líder de Sinn Fein, el brazo político de lo que fue el IRA, el Ejército Republicano Irlandés, dijo que Thatcher “causó mucho daño” a británicos y a irlandeses, y que “las comunidades de clase obrera fueron devastadas por sus políticas”.