Laurent comenzó su carrera política en las juventudes de su partido. Hoy, con 55 años, es senador y presidente del Partido de la Izquierda Europea (PIE), que federa 27 organizaciones políticas de países del bloque. Además es consejero regional -diputado local- en la zona de Île de France (París y sus alrededores). Visitó Montevideo el fin de semana en el marco de una gira latinoamericana que hizo en nombre del PCF y del PIE y que lo llevó primero a Cuba, Venezuela y Brasil, para buscar alternativas a las medidas de austeridad en su continente. En Uruguay quiso también aprender del modelo de funcionamiento interno del Frente Amplio.
-Hace años, el PCF se alió con el Partido Socialista (PS). ¿Por qué ahora es oposición?
-Sobre todo porque con el FI buscamos reconstruir una izquierda que rompa con la austeridad. En Europa y en Francia hay una crisis muy grave y consideramos que su causa está en las políticas neoliberales que se aplicaron en nuestro país y en el bloque y que son impuestas con brutalidad desde 2008. Llamamos a votar por [François] Hollande en el balotaje de 2012 para derrotar a [el presidente conservador saliente Nicolas] Sarkozy, pero criticamos la orientación actual del gobierno, que sigue hundiéndonos en el desempleo y la crisis. No es que seamos opositores, es que creemos que el camino por el que optó Hollande desemboca en un fracaso político y no queremos eso para la izquierda, así que buscamos una alternativa.
-¿El PS francés sigue siendo una fuerza de izquierda?
-La política que está aplicando desde que llegó al gobierno no es, a nuestro entender, de izquierda. El problema en Francia y en Europa es que la socialdemocracia europea optó por un camino que se aleja de la perspectiva de transformación socialista. Sin embargo, los votantes que apoyan al PS en Francia siguen reconociéndose en valores de izquierda. Nuestro objetivo es reunir a todos esos votantes, los del PS y los del FI, para reconstruir una izquierda política que responda mejor a sus aspiraciones sociales. Todos esos franceses de izquierda fueron engañados una vez más por el PS, porque la gente esperaba otra cosa cuando le dieron la victoria.
-El FI obtuvo 11,10% de los votos en la primera vuelta de mayo de 2012, y en las parlamentarias de junio, diez de los 577 diputados y 19 de los 348 senadores. ¿Sus dirigentes son escuchados en Francia?
-Estamos reconstruyendo una fuerza. Hay que recordar que la derecha tenía el poder desde hacía diez años y que en 2002 ningún candidato de izquierda había llegado al balotaje [entre el conservador y finalmente reelecto Jacques Chirac y el ultraderechista Jean-Marie Le Pen]. Eso ya era el resultado de la decepción causada por un gobierno de izquierda [del socialista Lionel Jospin, que fue primer ministro de Chirac cuatro años, después de ganar las legislativas de 1997]. No queremos que eso se repita. La movilización del FI, con 11% de los votos y cuatro millones de sufragios, fue clave para que Hollande ganara en segunda vuelta. Creo que las ideas que desarrollamos en la campaña se difundieron en la izquierda mucho más allá de ese 11%. Mucha gente que no votó por nosotros compartía esas propuestas. Eso explica la decepción que genera la política de Hollande [que tiene un apoyo en las encuestas de 24%]. Seguimos creciendo.
-Hubo un cambio en el PCF. Su elección vino acompañada de transformaciones producto de una autocrítica. ¿En qué está ese proceso?
-Sí. Yo le digo “comunismo de última generación”.
-¿Siguen abogando por la revolución comunista? ¿Qué modelo los inspira?
-Ya no queremos funcionar con un modelo, pensando que hay un receta aplicada en algún lado que sería válida para Francia o para Europa. Sí seguimos creyendo que para llevar a cabo políticas sociales ambiciosas necesitamos, por ejemplo, reapropiarnos socialmente del sector bancario y financiero que está fuera del control estatal y es una de las causas de la crisis. Necesitaríamos nacionalizar una parte de los grandes sectores industriales para relanzar una política fuerte; perdimos 700.000 puestos de trabajo en diez años. Pero ahora inscribimos la cuestión democrática en el centro de nuestro proyecto revolucionario. Queremos un cambio social profundamente democrático, a través de la revolución ciudadana y la profundización del poder popular. Eso quedó marcado en nuestro proyecto político, y en nuestra política interna, porque el PCF cambió mucho. Ahora somos un partido muy dinámico.
-¿Puede darnos algunas cifras que muestren esa efervescencia?
-Tuvimos resultados muy malos en las dos elecciones presidenciales anteriores: el PCF obtuvo 3% de los votos en 2002 y menos de 2% en 2007. El FI permitió alcanzar en los planos nacional y local resultados mucho mejores y un resurgir del PCF. Obtuvimos 25.000 nuevas adhesiones desde que lanzamos el FI en 2009, y hay una renovación a nivel de generaciones. Sin embargo, todavía hay mucho trabajo por delante.
-¿Cree que Hollande puede cambiar la orientación de sus políticas?
-Es el debate que se está dando en la izquierda francesa. Hollande justifica la política que aplica por la obligación impuesta por Europa, por ejemplo. Nosotros estimamos que hay que plantear el problema al revés. Si queremos cambiar la pisada en Europa, un gran país o varios deben abrir el debate. Justamente Hollande, con la elección de 2012, tenía las capacidades políticas para hacerlo, porque el mandato que le habían dado los franceses, y su compromiso, eran el de renegociar el pacto presupuestario europeo, las grandes orientaciones europeas. No debería haber renunciado nunca a renegociar ese pacto, pero lo hizo muy rápido después de su elección. Si el gobierno de Francia asumiera el liderazgo de ese debate, muchas fuerzas europeas se reconocerían en él y podríamos empezar a cambiar la relación de fuerzas. No se lograría por arte de magia. Va a ser una batalla y hay que enfrentarla. Lo que le reprochamos a Hollande es que no la da. No aseguro que la vayamos a ganar, el problema es que no lo intentamos.
-¿A pesar de todo apoyaron medidas del gobierno en este primer año?
-Sí. Apoyamos algunas medidas: las de restablecimiento de puestos de trabajo en la educación, que habían sido cerrados por el gobierno anterior, algunas un poco más favorables a la vivienda social, y también reformas de la sociedad, como el matrimonio para todos, que ahora está en vigor. Hay algunas medidas positivas, en medio de una tendencia general que no es para nada adecuada.
-Se ve un crecimiento de la extrema derecha en Francia, para algunos, alimentada por la división de la izquierda.
-La razón profunda del crecimiento de la ultraderecha es que las políticas europeas de austeridad aumentan el desempleo, la precariedad, mucha desesperanza y sufrimiento social. Eso alimenta la idea de que no hay alternativa votando por los socialistas o por la derecha. Ese sentimiento de callejón sin salida le da fuerza a la demagogia populista de la extrema derecha. La prueba es que no es un fenómeno francés, se ve en casi todos los países de la Unión Europea. Las políticas europeas son rechazadas por la mayoría y generan un sentimiento de impotencia. Por eso tratamos de aportar una alternativa de izquierda; pensamos que es la única manera de evitar el regreso de la derecha y la extrema derecha.
-Hace poco manifestaron en reclamo de una nueva Constitución.
-Sí. Tenemos una Constitución en vigor desde 1958. Sufrió muchas transformaciones que desembocaron en un sistema ultrapresidencialista, en el que todos los poderes están en manos del presidente. Eso marginaliza la vida parlamentaria y genera una ausencia de democracia social real. Creemos que llegó el momento de refundar las instituciones democráticas. Proponemos un proceso constituyente con un debate popular para delinear los contornos de lo que debería ser el nuevo texto.
-¿Cree posible que eso ocurra antes de que termine el mandato de Hollande, dentro de tres años?
-No creo que lo haga. Está en contra. Pero siento que en Francia hay una aspiración creciente de reconstruir la vida democrática.