A las acusaciones públicas que el gobierno venezolano ha hecho a Estados Unidos se sumaron en los últimos días tensiones vinculadas con países más cercanos. Hubo molestias diplomáticas con Lima luego de que el canciller peruano, Rafael Roncagliolo, dijera que su país, que ocupa la presidencia pro témpore de la Unión de Naciones Suramericanas, promueve una declaración del bloque sobre la situación en Venezuela.
Capriles no reconoce su derrota electoral ni la legitimidad de Maduro como presidente y, según el ministro peruano, Lima impulsa un texto en el que “solicita” al gobierno venezolano “tolerancia y diálogo” con la oposición. En respuesta, Maduro llamó a consultas a su embajador en Lima el sábado porque consideró esas declaraciones una injerencia de Perú en asuntos venezolanos. Sin embargo, ese mismo día dio el incidente por “terminado” luego de recibir una carta de su par peruano, Ollanta Humala, cuyo contenido consideró “suficiente”, aunque no lo divulgó.
De todos modos, el asunto tuvo su continuación ayer en la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso peruano, que aprobó una moción en la que recomienda cesar al embajador en Caracas, Luis Raygada, por haber criticado a los legisladores peruanos que se reunieron el jueves con representantes de la oposición venezolana, informó la radio peruana RPP.
Por otra parte, Maduro se enfrentó con el ex presidente colombiano Álvaro Uribe. El viernes, dijo en su programa de televisión: “Uribe está detrás de un plan para asesinarme. Uribe es un asesino. Yo ya tengo elementos suficientes [de prueba] de que él está conspirando y hay sectores de la derecha venezolana en comunicación con él para eso”. Además, aseguró que en Venezuela “están tratando de penetrar paramilitares por vía selvática y han entrenado gente para esas cosas”.
Uribe le contestó por Twitter, jugando con el apellido de Maduro y el del presidente del Parlamento venezolano, Diosdado Cabello: “A la INMADURA acusación de la dictadura DESCABELLADA por el fraude y la violencia una única respuesta: que se repitan las elecciones”.
Los cruces llegaron al punto de que Uribe anunció que pedirá medidas de protección a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, mientras que el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, resolvió ayer manejar el asunto por vía diplomática y dijo que “la dignidad de los ex presidentes se defiende mejor, no a gritos ni con insultos públicos, sino por los canales diplomáticos”. Su canciller, María Ángela Holguín, tenía previsto reunirse ayer con el embajador de Venezuela en Bogotá.
Asuntos internos
En Venezuela también siguen los cuestionamientos entre oficialistas y opositores. Uno de ellos gira en torno a Globovisión, el único canal abierto crítico con el gobierno, que fue vendido el viernes. Hubo especulaciones acerca de supuestos vínculos entre los empresarios que compraron ese medio y el gobierno. Si bien los primeros anunciaron su intención de mantener una línea independiente del oficialismo, se cuestionó el nombramiento como director general del canal de Vladimir Villegas, que es hermano del actual ministro de Comunicación, Ernesto Villegas.
El nuevo director dijo que tiene con su hermano ministro “una cordialísima relación personal que no ha variado en nada, a pesar de las diferencias” en sus posiciones políticas. Además aseguró que no piensa “ocultar información” ni “privilegiar un sector por encima del otro”.
Desde la oposición, Capriles sigue sin reconocer la elección de Maduro y ayer escribió en Twitter: “Otra vez sale de viaje desesperado por tomarse fotos con presidentes para tratar de tapar su ilegitimidad”. Se refería al viaje de Maduro que empieza hoy en Uruguay, país que ocupa la presidencia pro témpore del Mercosur, que será asumida por Venezuela en junio. El miércoles Maduro seguirá rumbo a Argentina y el jueves estará en Brasil, según tiene previsto. Su agenda incluye reuniones con los presidentes José Mujica, Cristina Fernández y Dilma Rousseff. Al respecto, Capriles dijo: “¡Con fotos y reuniones no se quita la sombra de ilegitimidad que lo acompaña a donde vaya! Se robó la elección, todo el mundo lo sabe!”.
Siguiendo la línea de polarización habitual en Venezuela, la visita de Maduro a Uruguay coincide con la presencia en Montevideo del dirigente opositor y coordinador del Partido Voluntad Popular, Leopoldo López.