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Residentes de la ciudad de Bengazi, al este de Libia, entierran los cuerpos de los manifestantes muertos el sábado, durante los enfrentamientos entre antiguos rebeldes y antimilicianos e integrantes de la brigada Shield of Libya.

Foto: Abdullah Doma, Afp

Secuelas

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Persistencia de milicias que combatieron contra Gadafi causa choques violentos y una crisis política el Libia.

Decenas de manifestantes, varios de ellos armados, intentaron desalojar de su cuartel a la milicia Escudo de Libia, que es respaldada por el Ministerio de Defensa. Los enfrentamientos dejaron 31 muertos y más de un centenar de heridos, y tuvieron consecuencias políticas, como la renuncia del jefe del Estado Mayor del Ejército.

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Los grupos antimilicias intentan terminar con la multiplicidad de facciones de ex rebeldes, a varias de las cuales ha tenido que recurrir el gobierno para garantizar la seguridad en las fronteras, por ejemplo, o para enfrentar conflictos tribales internos. Algunos de ellos combatieron contra el gobierno de Muamar Gadafi y permitieron la victoria de quienes se oponían a él, y se mantienen agrupados en milicias. El gobierno, que no ha logrado desarmar y disolver esos grupos, busca formar un Ejército y una Policía profesionales.

Escudo de Libia es una de las tantas formaciones que continúan armadas. El gobierno recurrió a ella en numerosas ocasiones y terminó por oficializarla, poniéndola bajo el mando del Ministerio de Defensa.

Pero en Libia hay quienes rechazan la existencia de estas milicias, señalando que funcionan con una especie de ley paralela y que no dudan en presionar al gobierno si se dispone a tomar decisiones en su contra. En este marco, el sábado hubo una manifestación -en la que varios de los asistentes concurrieron armados- ante el cuartel de Escudo de Libia en Bengasi, ciudad considerada la cuna de la revolución.

Según los testimonios recogidos por varias de las agencias internacionales de noticias presentes en la zona, algunos manifestantes intentaron ingresar al cuartel -que pertenecía a las fuerzas leales a Gadafi y hoy está ocupado por la milicia-, pero fueron frenados con disparos de ametralladoras. En la tarde del sábado se informó que en esos hechos murieron 11 personas y 58 resultaron heridas, pero con el correr de las horas las cifras se incrementaron hasta llegar a 31 fallecidos y más de un centenar de heridos.

El portavoz de Escudo de Libia, Adel Tarhouni, defendió la “legitimidad” de la organización, a la que definió como pacífica, y señaló que desde la semana pasada había una manifestación que reclamaba su disolución. “Fue infiltrada por hombres armados que efectuaron disparos contra nuestros locales y arrojaron bombas artesanales”, aseguró. También el portavoz del Estado Mayor libio, Ali al Chiji, defendió ante las cámaras de televisión a Escudo de Libia como “una fuerza de reserva del Ejército libio” y, por tanto, “una fuerza legítima”.

El enfrentamiento duró varias horas y terminó ayer de mañana. El gobierno decretó tres días de luto oficial y horas después presentó su renuncia el jefe del Estado Mayor del Ejército, Yussef el Mangouch, acusado de dilatar la creación de un Ejército profesional con la permanencia de los grupos armados.

El Parlamento aceptó su dimisión con los votos de 117 de los 137 diputados presentes y dio al gobierno un plazo de dos semanas para que ponga en marcha un plan para disolver a las milicias e integrar a sus miembros a las fuerzas de seguridad oficiales.

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