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Miembros de los Hermanos Musulmanes permanecen sentados ante las fuerzas de seguridad, durante enfrentamientos, ayer en El Cairo, Egipto.

Foto: Khaled Elfiqi, Efe

La ley del fusil

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Una matanza atribuída al Ejército egipcio desató una crisis en la coalición que apoyó el golpe.

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Los servicios de emergencia informaron que 51 personas murieron y 435 resultaron heridas tras un ataque realizado por efectivos del Ejército contra manifestantes pertenecientes a los Hermanos Musulmanes, en las primeras horas de ayer.

Según las autoridades militares, sus soldados fueron atacados por “una muchedumbre que tiraba piedras” y cócteles molotov en las cercanías de la sede de la Guardia Republicana, donde se supone que se encuentra detenido Mohamed Mursi, el presidente derrocado la semana pasada. Algunos defensores de Mursi habrían intentado escalar las rejas del edificio y un oficial habría muerto de un disparo en la cabeza, de acuerdo a las Fuerzas Armadas. Pero la versión de los Hermanos Musulmanes, que convocaron a sus adherentes a manifestarse desde que el Ejército tomó el poder y nombró a Adly Mansur presidente interino, dicen que fueron atacados cuando estaban terminando el primer rezo de la mañana.

En el saldo de muertos que se conoció tras el incidente, se cuentan 48 manifestantes y tres uniformados, dos policías y un oficial del Ejército, pero además hubo numerosos heridos de bala, entre ellos 32 soldados, informaron distintos medios cuyos periodistas recorrieron centros de atención medica. Las Fuerzas Armadas presentaron sus “condolencias” por los muertos pero advirtieron a seguidores de Mursi que siguen presentes en distintos puntos de la ciudad, y en las inmediciones de la sede de la Guardia Republicana, que no tolerarán más “amenazas a la seguridad nacional”, aunque los manifestantes “no serán denunciados ante la Justicia”. Por su parte, los Hermanos Musulmanes llamaron a “sublevarse” en respuesta a lo ocurrido, pero además los cruentos hechos causaron conmoción a nivel político.

De lado de los integrantes de la coalición que apoyaron la destitución de Mursi, el máximo líder de la comunidad sunita, el imán Ahmed al Tayeb de la mezquita Al Azhar, pidió un acuerdo rápido para un gobierno de transición “antes de que el país caiga en una guerra civil” y anunció que comenzaba un retiro “hasta que cese la violencia”.

El partido salafista Al Nur anunció que se retiraba de la coalición que apoyó el golpe de Estado y luego llamó “a imponer la voz de la razón y de la sabiduría y a empezar directamente un diálogo nacional sincero para empezar una reconciliación verdadera”, al tiempo que condenó lo ocurrido por ser “contrario a la Ley de Dios”, informó la agencia de noticias Efe.

El líder liberal laico y ex director de la Agencia Internacional para la Energía Atómica, Mohamed el Baradei, que este fin de semana parecía el más firme candidato a convertirse en primer ministro, también condenó lo ocurrido y pidió una investigación independiente. Ésta fue dispuesta por el presidente Mansur, en forma de comisión judicial. En un comunicado, la presidencia egipcia expresó su “profunda tristeza” por la muerte de civiles e indicó que manifestarse de forma pacífica bajo la protección de los cuerpos del Estado es un derecho de todos los ciudadanos.

El Frente de Salvación Nacional, que integra El Baradei, entre otros políticos no islamistas, también condenó los hechos. En un comunicado muestra su “tristeza por los sucesos sangrientos”, expresa sus “condolencias a las familias de los muertos, tanto civiles como miembros de la fuerzas de seguridad” y condena “cualquier intento de ataque contra las instalaciones militares y de las fuerzas de seguridad”.

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