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Manifestante con una fotografía del ministro de Defensa egipcio, Abdel-Fattah al-Sissi, durante las celebraciones tras el anuncio del Ejército egipcio de que suspendió la Constitución y cambió al mandatario, ayer a las afueras del palacio presidencial en El Cairo / Foto: Mohammed Saber, Efe

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El Ejército de Egipto “sintió que el pueblo le pedía ayuda” y derrocó ayer al presidente Mursi, elegido el año pasado.

Al vencer el ultimátum que habían lanzado las Fuerzas Armadas de Egipto, el Ejército destituyó al presidente Mohamed Mursi, tomó el control del país, nombró jefe de Estado provisorio al presidente del Tribunal Supremo Constitucional (TSC), dejó sin efecto la Constitución y anunció elecciones presidenciales anticipadas, aunque sin marcar una fecha precisa. El anuncio del golpe de Estado fue recibido con festejos en las calles.

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El jefe de las Fuerzas Armadas y ministro de Defensa de Egipto, el militar Abdul Fatah al Sisi, anunció ayer que había comenzado un período de transición, hasta que sea elegido un nuevo presidente. Lo hizo luego de que venciera el plazo de 48 horas que le habían dado los militares al presidente electo hace un año, Mohamed Mursi, para responder a las demandas del movimiento popular masivo que se manifiesta desde el domingo en El Cairo y en numerosos puntos del vasto territorio egipcio. El ex mandatario tiene prohibido abandonar el país, al igual que varios dirigentes de los Hermanos Musulmanes, grupo en el que se apoyó la llegada de Mursi al poder.

Hoy asumirá el cargo de presidente interino Adly Mansur, que había sido nombrado presidente del TSC el 11 de junio, con el aval del ahora ex presidente Mursi. El mandatario provisorio jurará como jefe de Estado ante la Asamblea General de la máxima instancia constitucional que dirige. La Constitución egipcia, que era controvertida entre otras cosas porque dejaba la puerta abierta a una islamización del país, fue suspendida hasta que Mansur forme una comisión que la revise. El presidente provisorio podrá emitir decretos y deberá impulsar una ley electoral que defina la elección de los legisladores, ya que las últimas fueron invalidadas por el TSC. Además, se firmará un acuerdo que garantice la libertad de los medios y se pondrá en funcionamiento una comisión nacional de reconciliación.

Al Sisi anunció estas medidas en presencia de varias personalidades políticas, sociales y religiosas, como el ex premio Nobel de la Paz Mohamed el Baradei, nombrado ayer líder del movimiento de protesta, el Frente 30 de junio; el jeque de la institución del Al Azhar (la más importante del Islam sunita), Ahmed al Tayeb, el papa copto Teodoro II y representantes del movimiento Taramod, que convocó a las manifestaciones del domingo, fecha en la que se cumplió el primer aniversario de Mursi en la presidencia, para pedir su renuncia. El máximo jefe castrense dijo que Mursi “no respondió a las demandas del pueblo”, por lo que los militares consultaron con la sociedad egipcia y establecieron la hoja de ruta que desembocará en nuevas elecciones presidenciales. “El Ejército sintió que el pueblo egipcio le pedía ayuda. No que tomara el poder, sino que cumpliese su responsabilidad civil, y las Fuerzas Armadas entendieron la esencia del mensaje”, dijo Al Sisi.

El Baradei habló a continuación del jerarca militar y dijo que esa hoja de ruta para la transición “corrige así la Revolución del 25 de Enero” de 2011 que derrocó a Hosni Mubarak, y responde a las demandas del pueblo egipcio.

Mientras decenas de miles de manifestantes reunidos en la emblemática plaza Tahrir de El Cairo festejaban con cohetes y gritos de alegría, Mursi denunciaba un golpe de Estado. Aunque el canal de televisión de los Hermanos Musulmanes dejó de emitir ayer, el presidente depuesto aún controlaba la cuenta de Twitter presidencial y llamó a todos los egipcios a una resistencia pacífica, sin “derramar sangre de nuestros queridos compatriotas”. Horas antes de que su destitución se hiciera pública, Mursi escribió en Facebook: “Que sepan nuestros hijos que sus padres y abuelos fueron hombres que no aceptan la injusticia y que no aceptarán nunca renunciar de forma humillante a su patria, su legitimidad y su religión”. Sus seguidores, que también se habían reunido en masa, pero en la plaza Rabea Adauiya, en el feudo de la hermandad en la capital, recibieron la noticia en silencio. Durante su año de mandato, Mursi no pudo revertir la delicada situación económica del país, pero además comenzó a marcar una agenda considerada como excesiamente conservadora, lo que generó irritación en buena parte de la población egipcia. El presidente depuesto había sido el primero elegido democráticante en Egipto, país que cuenta con una larguísima tradición de gobiernos militares. Al igual que Hosni Mubarak, que gobernó entre 1981 y 2011, Gamal Abdel Nasser y Anwar el-Sadat, los dos grandes referentes de la política egipcia durante el siglo XX, eran militares.

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