Los últimos fueron días de múltiples reuniones y comunicados en la política italiana. Nuevamente una crisis, desatada en cuestión de horas el viernes, llevó a un trajín de declaraciones y decisiones cruzadas cuyo final es impredecible.
Tras reunirse con el presidente Giorgio Napolitano a su regreso de Estados Unidos, Letta dijo a su gabinete que el gobierno detendría sus acciones hasta su presentación en el Parlamento, mañana, para que los legisladores le renueven la confianza como primer ministro o se la retiren. Esto sucedió después de que PdL, ahora relanzado como Forza Italia, volviera a amenazar con quitarle el apoyo al gobierno. Advirtió que lo haría si en la votación del viernes Berlusconi es expulsado del Senado, tal como indica la ley, por haber sido condenado a cuatro años de prisión por fraude fiscal.
De esta forma, Letta ponía a Il Cavaliere entre la espada y la pared: debía decidir, ante todos los italianos, si su sector parlamentario renovaba su confianza al gobierno. Pero también recurría a terceras fuerzas, como el Movimiento 5 Estrellas. Su líder, el cómico Beppe Grillo, no ha abandonado la línea de la intransigencia y se niega a brindarle apoyo, pero no se descarta que algunos disidentes de su movimiento respalden al gobierno.
Usando como excusa el aumento del IVA de 21% a 22%, Berlusconi ordenó a los ministros de su partido -5 de 15 en el gabinete- que dejen el gobierno. “Como consecuencia de la invitación del presidente Berlusconi de que dimitamos […] consideramos que no existen las condiciones para quedarnos en el Ejecutivo”, comunicaron en una nota conjunta los cinco jerarcas.
Pese a que renunciaron, con el pasar de las horas tres de ellos mostraron su disconformidad. El ex ministro de Reformas Constitucionales Gaetano Qagliariello señaló: “La centroderecha no es esto. No pienso adherirme a Forza Italia”. Por su parte, la ex ministra de Salud Beatrice Lorenzin aseguró que esta decisión está “empujando a una derecha radical” al partido, mientras que el ex ministro de Infraestructura y Transporte Maurizio Lupi dijo: “Forza Italia no puede ser un movimiento extremista”. Estas declaraciones muestran al PdL más moderado, que también existe entre los parlamentarios, que se aleja del bloque duro, que es el que continúa presionando al gobierno.
El Partido Democrático, al que pertenece Letta, cuenta con 108 representantes en el Senado de 321 escaños. Le faltan 53 votos para los 161 que necesita para continuar en el gobierno. Algunos puede obtenerlos de grupos menores cercanos a su formación, pero muchos también tienen la esperanza de que reciba esos apoyos de disidentes del Movimiento 5 Estrellas y del propio PdL.
Letta calificó la decisión de Il Cavaliere como “loca” e “irresponsable”, y ayer volvió a reunirse con Napolitano, que lo respaldó para que siguiera adelante con su plan: comparecer ante el Parlamento y esperar el recuento de votos.