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El líder norcoreano Kim Jong-un inspecciona una nueva pista de esquí, el martes, en Masik Pass, cerca de Wonsan (Corea del Norte). Foto: Rodong Sinmun, Efe

Entre vecinos

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Corea del Norte hace un tímido llamado a la conciliación con su vecina del sur.

Como hacía su abuelo, Kim Il-sung, el líder norcoreano Kim Jong-un aprovechó el comienzo de un nuevo año para dar un discurso, en el que advirtió a Estados Unidos que “no estará seguro” y aseguró que la ejecución de su tío permitió al país liberarse de la “escoria”.

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“Nuestro partido tomó una medida contundente para deshacerse de la escoria antirrevolucionaria que había penetrado en él”, aseguró en un discurso emitido por la televisión estatal el joven líder coreano -se cree que tiene unos 30 años- al referirse por primera vez a la ejecución de su tío, Jang Song-thaek, antiguo número dos del gobierno.

“La oportuna y precisa decisión de purgar los elementos antirrevolucionarios y antipartido ha contribuido enormemente a consolidar la solidaridad en el partido”, agregó Kim. La ejecución de Jang fue informada con detalles por los medios oficiales, según los cuales él había traicionado al partido y había intentado, junto a algunos de sus asesores, formar un grupo cuyo objetivo sería arrebatar el poder a su sobrino.

Kim tuvo un ascenso meteórico en los cargos de poder del gobierno y del Partido del Trabajo que gobierna Corea del Norte antes de ser nombrado sucesor por su padre, Kim Jong-il. Por su parte, Jang estaba casado con la hermana del Querido Líder Kim Kayong-hui, y se cree que antes de morir el gobernante había pedido a ambos que apadrinaran a su hijo en los primeros años de su gobierno. A sólo dos años de asumir el poder, Kim Jong-un ordenó la ejecución de su tío.

Tras las primeras informaciones sobre la ejecución de Jang, los servicios de Inteligencia de Corea del Sur informaron que no se habría tratado de una lucha de poder, sino de que el tío no siguió las órdenes de su sobrino a la hora de concretar “negocios” y que se había “extralimitado” al tomar decisiones en este sentido. A raíz de esta revelación y de la rapidez con la que se lo ejecutó -pasaron menos de diez días entre el dictamen judicial y su concreción- medios surcoreanos y estadounidenses concluyeron que Jang representaba una amenaza política seria para el gobierno de Kim. Cuando se produjeron esos movimientos en el gobierno norcoreano -de los que en realidad se conoce muy poco- Corea del Sur advirtió que como forma de cerrar filas, Kim podía recurrir a una nueva serie de amenazas. Esta etapa pareció abrirse ayer: Kim advirtió que la península coreana está cubierta por “nubes oscuras de guerra nuclear”.

Llamó a una reconciliación con Corea del Sur y dijo que “es hora de poner fin a los abusos y las calumnias que sólo sirven para hacer daño” y que su gobierno intentará “mejorar las relaciones entre el norte y el sur”, pero enseguida redobló la apuesta: “Si hay otra guerra en esta tierra, traerá una catástrofe nuclear y Estados Unidos tampoco podrá escapar de ella. Nos enfrentamos a una situación peligrosa en la que un pequeño y accidental choque militar puede llevar a una guerra sin cuartel”.

En 2013 Kim también dio un discurso de año nuevo -algo que su padre no hacía pero sí su abuelo, el fundador de Corea del Norte, Kim Il-sung- y en esa ocasión llamó a una reconciliación con el sur. Sin embargo, unos meses después anunció un ensayo nuclear (el tercero después de los de 2006 y 2009), por lo cual el mensaje conciliador no hizo mella en este 2014 y Corea del Sur ya anunció que está preparada para la cuarta prueba atómica de su vecino del Norte.

Frente a las versiones de que podría continuar una pugna en el poder o de que podría haber indicios de inestabilidad en su gobierno, el líder aseguró: “Debemos intensificar la educación ideológica entre los funcionarios, miembros del partido y otras personas para asegurarnos de que piensen y actúen en todo momento y en todo lugar, en consonancia con las ideas y las intenciones del partido”.

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